¿Cuál pandemia?

Ágora

Por Guido Mora

Guido Mora

Este 2020 hemos sido testigos de dos acciones extremas impulsadas por el quehacer, la mente y el conocimiento humano.

Por una parte, el esfuerzo conjunto y solidario de buena parte de las naciones y la comunidad científica internacional, por desarrollar la cura que permita a la humanidad, enfrentar este enorme desafío y la catástrofe socioeconómica provocada por el virus del Covid-19. Se debe destacar que, por sobre las ambiciones capitalistas de algunos grupos económicos y pseudo líderes políticos, los esfuerzos por desarrollar y distribuir equitativamente una vacuna, al mejor precio posible, han sido replicados a nivel mundial. En este particular, esperamos ver resultados positivos los próximos meses.

Del otro lado hemos sido testigos de la legitimación, mediante variadas acciones y manifestaciones, de posiciones irracionales, sustentadas en mentiras, falsas noticias y verdades a medias; patrocinadas por grupos supremacistas y neofascistas, envalentonados por presidentes populistas -quienes deberán ser señalados en el futuro como culpables de la muerte de miles de personas-, ante la actitud irresponsable que asumieron frente a la pandemia y otras situaciones sociales.

Estos grupos, que han transitado desde cuestionar la existencia de la pandemia; oponerse al uso de las vacunas e incluso llegar al extremo absurdo de dudar sobre la curvatura del planeta Tierra; se sustentan -la mayoría de las veces-, en concepciones teocráticas, fundamentalistas, muy alejadas del sentido común o de la razón científica, que debería de ser la guía de los seres humanos que transitamos el Siglo XXI.

Violentando el sentido común, hay quienes hoy día cuestionan la eficacia de los medicamentos, cuando todos los días los consumen; los beneficios de la conveniencia social, cuando nunca antes la humanidad ha estado más integrada social y antropológicamente; el uso y abuso de las armas, cuando hemos sido testigos de asesinatos en masa, en escuelas y colegios, sin razón y sentido, impulsados por la actitud de quienes ven en otro ser humano a un enemigo, por pensar diferente o poseer una piel con otra tonalidad y hasta de la redondez del Planeta Tierra, a pesar de la existencia de fotografías tomadas desde el espacio de esta, nuestra Burbuja de vida.

Buena parte de quienes integran estos grupos, son confesos creyentes conservadores, con una visión religiosa muy alejada de los verdaderos valores cristianos y humanitarios, columna vertebral de las grandes religiones, que sustentan la creencia en un Ser Supremo. Estas actitudes y manifestaciones no guardan diferencia con acciones extremas protagonizadas por grupos fundamentalistas religiosos, ubicados en otras latitudes geográficas; con las concepciones medievales que justificaban el accionar de los Cruzados o con las irracionales concepciones de los protagonistas de la tristemente célebre Inquisición católica.

Lamentablemente, buena parte, de quienes asumen esas posiciones son manipulados por supremacistas religiosos o raciales que, en su concepción maniqueísta de la sociedad, se autoidentifican como encarnación de las verdades religiosas extremas. Su concepción mesiánica les conduce incluso a violentar el avance de los Derechos Humanos de personas y grupos sociales que comparten el transitar histórico de la humanidad.

Al inicio de un Nuevo Año y por ser 2021 un año preelectoral, debemos de asumir el compromiso de luchar contra los falsos profetas -los religiosos y los políticos-, que lejos de procurar un mundo en que prevalezca la paz social, son responsables de dividir a la humanidad, impulsando, mediante el uso de falacias, de mentiras y de medias verdades, los rencores que promueven la violencia en nuestra sociedad.

Es imprescindible realizar esfuerzos conjuntos para desarticular a personas y grupos, que crecen y se multiplican a partir de la difusión de mentiras. Debemos luchar por procurar una sociedad cuya guía sea la razón científica y no las pseudoverdades, en manos de mercaderes de la fe, no importa en que congregación religiosa en que se ubiquen.
Esperemos que este Nuevo Año 2021, esté lleno de paz, de verdad y de acciones que procuren contribuir a guiar a la humanidad y a nuestra Costa Rica, por el camino de la solidaridad, de la paz y de la superación de la crisis económica provocada por la pandemia.

Que este Nuevo Año, se caracterice por el inicio de una lucha contra la desigualdad y la inequidad que la crisis sanitaria ha desnudado en todos sus extremos.

Que el Nuevo Año esté lleno de paz, de trabajo y salud para todos los costarricenses.

Feliz Año Nuevo.

* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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