Desde La Mina
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro@costarricense.cr
En mi casa en La Mina, en Santa Ana, sigo leyendo y viendo comentarios contra el maltrato animal, y mucho se ha desatado luego de la prohibición de la muerte del Toro de la Vega.
En resumen la Junta de Castilla y León prohibió la muerte del animal en el festejo, se puede celebrar el festejo, pero los aficionados no pueden matar al toro a la vista de todos.
Es una tradición que venía desde 1534. ”El espectáculo consiste en acosar y perseguir al animal hasta campo abierto y darle muerte a lanzadas en una competición en la que los mozos exhiben su destreza y puntería a costa del sufrimiento del animal”
El debate se centró entre prohibir la tradición o en adaptar la tradición.
El debate lo ganó la adaptación de la tradición a la sociedad actual y su permanencia en el tiempo. Decisión que merece todo los aplausos.
Yo crecí en Liberia.
Crecí yendo a tabla a ver las corridas. Corridas a la guanacasteca, mejor dicho: a la liberiana.
Todavía hoy, luego de muchos años después, cuando hago zapping y veo en algún canal que hay montadores lo dejo un rato, y veo si le hacen la pega…me encanta el “lárguelo” y “el puerta” y por supuesto el parachinchinchín.
No he vuelto a ir a verlas en vivo porque lamentablemente no he tenido la oportunidad: las fechas no me han calzado, pero cada vez estoy más cerca de volver…
De verdad que me emocionan.
Uno de mis hijos se sorprendió cuando sus compañeros guanacastecos de la U sabían más nombres de “toros buenos” que de jugadores de fútbol.
Hablaban más de espuelas y de montadores que de los resultados del fútbol dominical.
Yo no me sorprendí, igual era cuando yo crecía.
En mi niñez las corridas y los topes lo eran todo. Febrero era un mes mágico, y además estábamos en vacaciones escolares.
Nos enseñaban los nombres de los montadores míticos: Camilo Reyes, Charío Fuentes…., Walter Ángulo…
Hasta corridos y poesías aprendimos.
No tengo tan claro si los movimientos nacionales contra el maltrato animal están contra las corridas de toro guanacastecas, sé que están contra las españolas o a la española. Pero si he oído a algunos cuantos hablar contra las corridas de toros guanacastecas.
Estoy contra el mal trato animal, pero en lo más profundo de mi ser no puedo estar de acuerdo con prohibir corridas de toro, son parte de la esencia guanacasteca, de las pocas cosas que “el desarrollo y la globalización” van dejando. No creo que sean un acto de crueldad.
La gente que oído rajarse contra las corridas de toros guanacastecas es gente enamorada de las canciones de Joaquín Sabina, y aprovechando ese enamoramiento a estos les digo parafraseando a su admirado cantautor:
“El que no quiere ir a los toros que no vaya. Y que dejen de tocarnos los cojones, que hay cosas más importantes…”