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José Francisco Bolaños Arquín
Hace unos días tuve la oportunidad de observar un documental sobre la isla Midway ubicada en el Pacífico Norte, un lugar de gran belleza, un paraíso natural donde habitan millones de aves. Sin embargo, miles de ellas mueren al consumir todo tipo de basura derivados de los plásticos, que los seres humanos hemos estado desechando irresponsablemente por años, provocando un enorme daño al medio ambiente y sobre todos a los océanos.
Nuestro país tiene una gran cuota de responsabilidad, hemos contaminado a través de décadas los ríos Torres, María Aguilar, Virilla y Tiribí, afluentes del río Grande de Tárcoles, no solo de aguas negras, también de plásticos, botellas y llantas entre otras, causando gran perjuicio en todo su recorrido y en pocas horas, estas aguas llegan al Golfo de Nicoya.
Recientemente vi una fotografía de Playas del Coco en Guanacaste, tomada el domingo en la tarde cuando finalizaba Semana Santa, donde los miles de visitante la habían abandonado, la basura era impresionante y preocupante, esa gran cantidad será absorbida por el mar al subir la marea. Este problema se repite en muchas de nuestras playas, donde se demuestra la ausencia de una educación y concientización ambiental adecuada en la población.
Los seres humanos nos hemos hecho dependientes de los plásticos en prácticamente todas las actividades cotidianas e industriales, un producto barato, de bajo costo que tiene poca incidencia en los costos de operación y en los bolsillos de los ciudadanos.
Se calcula que un porcentaje muy elevado de estos desechos llegan a los mares y océanos que representan el 90% de la superficie de nuestro planeta, utilizando como medios los ríos y costas. También contribuyen, las embarcaciones y plataformas petroleras.
Ante esta enorme problemática, los expertos calculan que se ha formado una isla de basura estimada en unos 20.000 mil kilómetros y una profundidad estimada de unos 25 metros bajo el mar y continúa creciendo a razón de unos 6 millones de toneladas por año con el no honroso aporte de 192 países.
De acuerdo con cálculos del Centro Nacional de Estudios Especiales Francés, unos 4 millones de toneladas de plástico se extienden en el Pacífico Norte, entre Japón y los Estados Unidos.
Los habitantes marinos y las aves confunden esta basura con alimento, lo que provoca la muerte de millones de especies marinas como peces, tortugas, ballenas, focas y aves de todas las especies que habitan estas zonas. Si a esto le agregamos la pesca indiscriminada e ilegal y que no estamos protegiendo con firmeza los corales y las algas, el futuro se torna cada vez más incierto.
Las zonas más contaminadas se encuentran cerca de España, Francia e Italia, seguido de la zona cercana a Indonesia y también el mar Caribe, para nombrar algunas.
Estamos ante un grave problema que pone en peligro la supervivencia de los seres humanos. Se está haciendo algunos esfuerzos importantes por parte de algunas organizaciones, pero es insuficiente.
Para revertir ese daño ambiental, deben participar todos los países del mundo, con un mayor aporte de los más ricos e industrializados ya que el proceso representa un enorme costo económico.
La contaminación va en aumento y hasta el momento nadie se hace responsable, la acumulación de basura se sitúa en lugares lejanos a los países. El principal problema es que el plástico con el tiempo se va desintegrando en partículas, cada vez más pequeñas, lo que dificulta su localización. Además, por las corrientes marinas, estas son trasladadas constantemente en diferentes direcciones, sin llegar a las costas.
A quienes contamos con poco conocimiento en esta materia, nos es difícil visualizar en toda su dimensión el daño que estamos causando, pero es posible apreciar claramente que de no tomarse las medidas pronto, el problema podría tornarse inmanejable y catastrófico.
– Administrador de Negocios
