Luis Paulino Vargas Solís
El presidente subido en el podio. A sus espaldas, rodeándolo y como haciéndole guardia, la tropa de sus incondicionales. No sé si pensar en una corte medieval o en un grupito de preescolares. De tan ridículo, sería risible si no fuera trágico.
Y el presidente, así, tan afanado por retorcer la verdad y poner el mundo de cabeza. Se imagina usted ¡Rodrigo Chaves acusando de “autoritarismo”, “revanchismo” y “matonería” a la Fiscalía!
O sea: el hombre es tan, pero tan pendejito, que, para tratar de salir de la jungla de cardos y tunas en que se metió, opta por proyectar en otras personas los que son, sin más, sus rasgos personales por excelencia: autoritario, revanchista y matón.
Por vida suyita, que alguien le explique qué establece la Constitución y cómo funcionan las leyes. Aunque bien sé que eso sería tiempo perdido: el señor no lo sabe, no la entiende, pero tampoco quiere saberlo ni entenderlo.
Por lo demás, y en lo fundamental, su retórica giró alrededor de dos cosas: exigir impunidad y llamar a la violencia.
En lo inmediato, exige impunidad para Marta Esquivel. Pero, entendámoslo correctamente: lo que Chaves está haciendo –exactamente como lo hizo Cisneros en estos días previos– es curarse en salud: por adelantado exigen impunidad para sí mismos. De ahí la prepotente matonería de todo el mensaje, y la convocatoria a la violencia, la cual, como es perfectamente obvio, está dirigida a ese grupito pequeño, pero muy exaltado y bullicioso, de sus seguidores más enfebrecidos.
Simplemente intentan intimidar a la Fiscalía y al OIJ, para inhibirles de actuar.
A estos efectos, resulta tremendamente reveladora esta frase de Chaves: “¿qué sigue don Carlo? ¿Van a allanar a mi casa?”.
Ya hay, no sé si 45 o 50 casos abiertos contra Chaves en la Fiscalía. Y en el chanchullo de las finanzas de la campaña chavista, la misma Cisneros está bien embarrada.
¿Qué les podrían allanar la casa? No lo sé, pero yo no lo descartaría. Y las oficinas y despachos.
En realidad, Chaves, Cisneros y su gente entraron en pánico. Saben que lo que le está pasando a Esquivel les podría pasar en cualquier momento.
Pero justamente ese terror que hoy les domina, los hace más peligrosos. Lo eran de por sí; ahora con multiplicadas razones.