Chaves y Cisneros: paniqueados

Luis Paulino Vargas Solís

Luis Paulino Vargas

El circo de prensa de Casa Presidencial de este miércoles 25 de septiembre, pintó, ante nuestros ojos, un cuadro especialmente patético.

El presidente subido en el podio. A sus espaldas, rodeándolo y como haciéndole guardia, la tropa de sus incondicionales. No sé si pensar en una corte medieval o en un grupito de preescolares. De tan ridículo, sería risible si no fuera trágico.

Y el presidente, así, tan afanado por retorcer la verdad y poner el mundo de cabeza. Se imagina usted ¡Rodrigo Chaves acusando de “autoritarismo”, “revanchismo” y “matonería” a la Fiscalía!

O sea: el hombre es tan, pero tan pendejito, que, para tratar de salir de la jungla de cardos y tunas en que se metió, opta por proyectar en otras personas los que son, sin más, sus rasgos personales por excelencia: autoritario, revanchista y matón.

Por vida suyita, que alguien le explique qué establece la Constitución y cómo funcionan las leyes. Aunque bien sé que eso sería tiempo perdido: el señor no lo sabe, no la entiende, pero tampoco quiere saberlo ni entenderlo.

Por lo demás, y en lo fundamental, su retórica giró alrededor de dos cosas: exigir impunidad y llamar a la violencia.

En lo inmediato, exige impunidad para Marta Esquivel. Pero, entendámoslo correctamente: lo que Chaves está haciendo –exactamente como lo hizo Cisneros en estos días previos– es curarse en salud: por adelantado exigen impunidad para sí mismos. De ahí la prepotente matonería de todo el mensaje, y la convocatoria a la violencia, la cual, como es perfectamente obvio, está dirigida a ese grupito pequeño, pero muy exaltado y bullicioso, de sus seguidores más enfebrecidos.

Simplemente intentan intimidar a la Fiscalía y al OIJ, para inhibirles de actuar.

A estos efectos, resulta tremendamente reveladora esta frase de Chaves: “¿qué sigue don Carlo? ¿Van a allanar a mi casa?”.

Ya hay, no sé si 45 o 50 casos abiertos contra Chaves en la Fiscalía. Y en el chanchullo de las finanzas de la campaña chavista, la misma Cisneros está bien embarrada.

¿Qué les podrían allanar la casa? No lo sé, pero yo no lo descartaría. Y las oficinas y despachos.

En realidad, Chaves, Cisneros y su gente entraron en pánico. Saben que lo que le está pasando a Esquivel les podría pasar en cualquier momento.

Pero justamente ese terror que hoy les domina, los hace más peligrosos. Lo eran de por sí; ahora con multiplicadas razones.

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