Castillo San Felipe del Morro

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Durante mi viaje a San Juan, Puerto Rico, visité el Castillo San Felipe del Morro, una de las fortalezas más emblemáticas del Caribe. Está ubicado en la entrada de la bahía de San Juan y fue construido por España para proteger la ciudad y las rutas marítimas del Atlántico de ataques piratas y de las potencias rivales que querían controlar esta zona estratégica del imperio.

Su construcción inició en 1539 y se prolongó durante más de dos siglos, con ampliaciones y mejoras constantes. Es una fortaleza grande y de diseño en forma de estrella, similar a otras defensas españolas que había a lo largo de las colonias en el Caribe. En aquel tiempo, San Juan era considerada la llave del Nuevo Mundo, por lo que proteger la entrada al puerto era de vital importancia.

La fortificación resistió varios ataques importantes. En 1595, el corsario inglés Francis Drake intentó tomar San Juan, pero fue rechazado. Años después, en 1598, los ingleses lograron ocupar la ciudad por un breve tiempo, aunque no pudieron tomar la fortaleza. Más tarde, en 1625, los holandeses también fracasaron en su intento de capturarla. El Morro fue continuamente reforzado para adaptarse a las nuevas tecnologías militares y mantener su función defensiva.

En 1898, durante la Guerra Hispano-Estadounidense, el castillo volvió a estar en combate cuando la Marina de Estados Unidos bombardeó San Juan. Este suceso marcó el final del dominio español en Puerto Rico, que pasó a manos de Estados Unidos ese mismo año. Desde entonces, El Morro fue utilizado por el ejército estadounidense, incluso durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se instalaron nuevas estructuras para vigilancia costera.

Hoy en día, el castillo es administrado por el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos. Fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1983, junto con el sistema de fortificaciones del Viejo San Juan. Esto ha permitido su preservación y su apertura al público como sitio histórico.

El Morro es uno de esos lugares que se ven en fotos antes de visitarlos, pero aun así sorprenden. Yo llegué por la gran explanada que lleva hasta la entrada, un camino donde hoy vuelan cometas y pasean familias, pero que alguna vez marcó el paso de soldados y mulas cargando víveres y municiones. Al acercarse se entienden mejor sus enormes murallas inclinadas, diseñadas para defender la entrada a la bahía de San Juan, punto estratégico del imperio español en el Caribe.

Adentro, hay rampas empinadas, pasillos gruesos y niveles que se encajan como capas de tiempo. Uno sube y baja y se da cuenta de que este lugar no fue diseñado para la comodidad, sino para aguantar. Los guardias tenían que moverse rápido con los cañones y pólvora, mientras el mar golpeaba abajo y los vientos hacían de las suyas arriba.

En la parte alta está el faro, que aunque es más reciente (de la época estadounidense), se integra bien. Desde ahí se ve el océano abierto, y del otro lado, el Viejo San Juan. Esa dualidad —el mar por un lado y la ciudad por el otro— resume bastante bien el papel del castillo: defender el puerto, pero también vigilar la vida cotidiana que crecía a su sombra.

Me llamaron la atención las garitas. No son muy grandes y, cuando uno se mete, entiende que se usaban más para resguardarse del viento y del sol que para pasar horas cómodamente vigilando. Aun así, debió ser una tarea pesada: turnos largos, clima fuerte y la presión constante de detectar cualquier peligro.

Hoy es un lugar tranquilo: los cañones siguen ahí, pero solo decoran. Los soldados ya no patrullan, y los únicos gritos son los de los niños que corren por los prados. Aun así, siento que el edificio todavía cumple una misión: recordar cómo Puerto Rico ha sido siempre un punto de encuentro (y de disputa) en el Caribe.

Cuando salí, volví a ver el castillo desde la distancia. Es impresionante que haya estado en uso por tantos siglos y que siga entero, sin parecer agotado. Quizás esa es la parte que más me gustó de la visita: ver cómo un sitio que nació para la guerra ahora le pertenece completamente a la historia y a la gente que lo recorre.

La entrada al castillo tiene un costo de $10 y permite recorrer no solo esta fortaleza, sino también el vecino Castillo San Cristóbal si se cuenta con el pase del parque, así que es una buena opción para aprovechar la visita. Vale la pena entrar para conocer los espacios interiores y las exhibiciones que explican la historia del lugar.

Me alegra haber incluido El Morro en mi visita a San Juan. El Castillo San Felipe del Morro protegió a San Juan y a las rutas del imperio español durante casi 400 años. Hoy es uno de los monumentos más visitados de Puerto Rico y una muestra bien conservada de la arquitectura militar colonial en América. Es una visita muy recomendable para quienes viajan al Viejo San Juan y desean comprender mejor la historia de la isla.

Preparé también una galería de imágenes, incluyendo algunas fotos del entorno del castillo, para complementar la experiencia visual del sitio histórico, con algunas tomas del precisos atardecer que nos hizo. También si quieren ver las imágenes en alta resolución hice un álbum en Facebook.

 
En los anexos incluyo las principales batallas que se dieron en el castillo, una descripción de los espacios y niveles en el castillo, y un glosario de términos.

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Para algunos datos conté con la asistencia de la inteligencia artificial, y revisé el material fue para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.

Anexo 1

Principales ataques y asedios al Castillo San Felipe del Morro

1595 – Ataque de Francis Drake (Inglaterra)

Objetivo: capturar San Juan y su riqueza.

Resultado: la defensa española impidió el desembarco y Drake se retiró con pérdidas.

1598 – Invasión de George Clifford, Conde de Cumberland (Inglaterra)

Los ingleses desembarcaron y ocuparon San Juan durante casi dos meses.

No lograron tomar El Morro. Se retiraron tras un brote de enfermedades.

1625 – Ataque de Boudewijn Hendricksz (Holanda)

Los holandeses incendiaron parte de la ciudad.

La fortaleza resistió el asedio. El invasor tuvo que retirarse.

1797 – Ataque británico durante las Guerras Napoleónicas

Gran fuerza naval inglesa intentó ocupar Puerto Rico.

Tropas españolas y milicias criollas defendieron exitosamente la isla.

1898 – Bombardeo de la Marina de Estados Unidos

Ocurrió durante la Guerra Hispano-Estadounidense.

El Morro fue dañado pero se mantuvo en pie.

Tras la derrota española, Puerto Rico pasó a control estadounidense.

Anexo 2

Espacios y niveles del Castillo San Felipe del Morro

El Morro está organizado en varios niveles, cada uno con funciones defensivas y logísticas específicas para sostener un asedio prolongado:

Nivel Superior — Batería del Faro

Punto más alto de la fortaleza.

Servía como puesto de vigilancia y control naval de la entrada a la bahía.

Actualmente se encuentra el faro, reconstruido por Estados Unidos en 1908.

Nivel de Baterías Altas (3.ᵉʳ y 4.ᵒ niveles)

Ubicación estratégica para cañones de largo alcance.

Apuntaban directamente al océano Atlántico para enfrentar flotas enemigas.

Se conservan varias garitas icónicas alrededor de este nivel.

Plaza de Armas (Nivel Intermedio)

Corazón de la fortaleza.

Aquí se organizaban las tropas, se hacían formaciones y se distribuían suministros.

Rodeada por almacenes, cuarteles y salones con paredes reforzadas para proteger pólvora y alimentos.

Nivel Inferior — Baterías cercanas al mar

Defensas a corta distancia contra desembarcos enemigos.
Espacios más oscuros y con muros extremadamente gruesos para resistir cañones.
Conectado con túneles y pasajes internos para movilizar tropas y municiones.

Cisternas y áreas de apoyo

El Morro contaba con sistemas para recolectar y almacenar agua de lluvia.
Incluía cocinas, dormitorios y hospital improvisado en tiempos de guerra.

Estos espacios eran clave para soportar asedios sin depender de suministros externos.

Anexo 3

Glosario de términos militares en El Morro

Bastión: Proyección de la muralla con forma angular que permite cubrir con fuego defensivo los lados del castillo y eliminar “puntos ciegos”.

Batería: Posición donde se colocaban los cañones. Podía ser de largo o corto alcance, según su ubicación y tamaño del arma.

Garita: Pequeña caseta de vigilancia ubicada en los extremos de los muros para que los centinelas observaran posibles amenazas. Hoy son símbolos icónicos de Puerto Rico.

Cuartel: Áreas donde dormían, comían y se organizaban los soldados de la guarnición.

Polvorín: Almacén reforzado para guardar pólvora y municiones. Tenía muros gruesos y ventilación controlada para evitar explosiones.

Plaza de Armas: Patio central donde se celebraban formaciones militares y se distribuían órdenes y suministros.

Cisterna: Depósito subterráneo para almacenar agua de lluvia. Fundamental durante asedios prolongados.

Foso: Excavación alrededor de la fortaleza diseñada para dificultar ataques directos a los muros. En El Morro, funcionó como barrera seca frente a la infantería enemiga.

Aspillera: Abertura estrecha en muros y garitas para que los soldados pudieran disparar sin exponerse.

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