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Carlos Revilla Maroto
La semana pasada escribí sobre la Casa Las Acacias en el centro de San José. A la par, siempre en el costado sur del parque Morazán, se encuentra una casa no menos histórica y preciosa. Se trata de la llamada “Casa Lindo” o más popularmente “Key Largo”, esto por un bar, no muy cristiano que digamos, que estuvo en ese lugar por muchos años y tenía ese nombre. Los dueños son los mismos de su vecina Las Acacias, quienes en un cambio, que hay que destacar, decidieron renovar la modalidad de negocio y crearon con los dos inmuebles, el “Centro Cultural Key Largo”.El inmueble, actualmente en proceso de restauración por su cambio de uso, y tras haber ganado en el 2021 el certamen de conservación de patrimonio auspiciado por el MCJ, es una edificación relevante de estilo victoriano construida a fines del siglo XIX, utilizándose el ladrillo para su fachada, y el bahareque francés y madera para su interior, técnica tradicional en desuso. Además de su gran valor arquitectónico posee valor urbanístico de conjunto, pues se encuentra en la zona del Parque Morazán en cuyo entorno se localizan otras edificaciones de carácter patrimonial. También es representativa de la arquitectura residencial para uso de la clase dominante de la época. Fue declarado patrimonio histórico-arquitectónico por el decreto Nº 27490-C, publicado en la Gaceta Nº 245 del Jueves 17 de diciembre de 1998.
De acuerdo al historiador Bernal López, la casa fue construida a finales del siglo XIX, basándose en documentos consultados se cree que fue en 1891 cuando la casa fue terminada por el señor Víctor Manuel Herrán, cuyas iniciales se conservan en el hierro forjado en la puerta principal de la vivienda tallada a mano en maderas preciosas con detalles geométricos, rematados con manillas de hierro forjado y piso de mármol. Herrán fue agricultor de origen francés vecino de San José, hermano de doña Adela Herrán Bonilla, primera dama de la República en dos ocasiones, esposa de don Cleto Gonzáles Víquez. Luego pasó a Oscar Rohrmoser, Arnoldo Andre Wessel, Cecil Vernor Lindo Morales, jamaiquino de origen inglés, empresario destacado de gran éxito tanto en la empresa agrícola como la comercial. Posteriormente fue vendida a la Sociedad Max Gurdián e Hijos Limitada. En la década de los 50, la propiedad fue alquilada al Conservatorio de Música de la Universidad de Costa Rica y hasta mediados de la década de los 70. Fue entonces cuando don Max Gurdián le alquila el inmueble a don Roger Douglas Montgomery, quien instaló el Bar Key Largo; que operó como bar hasta el año 2020. Actualmente y desde el año 2002 el inmueble figura como propiedad de Anexo Gran Hotel S. A. junto con la Casa Las Acacias.
En detalle, la casa, de dos plantas, fue construida en ladrillo en el primer nivel y bahareque francés en las paredes del segundo piso. El primer piso está estructurado a base de paredes de manipostería de ladrillo de arcilla con juntas de mortero de cal. El sistema de entrepiso esta formado por viguetas de madera con piso de tabloncillo. La estructura del techo esta compuesta por cerchas y clavadores de madera.
Recordemos que el bahareque es un sistema a base de artesonado de madera, cañuela a ambos lados, con relleno de barro y tejas de arcilla que al final es repellado con mortero de cemento. El ladrillo como material de construcción, no se empezó a utilizar en las casas de San José sino en la década de 1880; antes de lo cual era usado solamente en edificios públicos o de importancia comercial o religiosa.
La vivienda presenta importantes detalles que aún se conservan: pisos enchapados en mosaicos importados con patrones geométricos detallados a la medida, los cielos del primer nivel de madera complejamente detallados y pintados a mano, molduras en puertas y ventanas, escalera de madera con detalles tallados, vitrales, entre otros.
“Solado”, es el nombre del revestimiento de un piso con ladrillo, losas u otro material. En el vestíbulo de esta casa, podemos apreciar uno de ellos, realizado con losetas cerámicas, de motivos y colores diversos; conjunto de orden geométrico y estética de reminiscencias victorianas. A más de ciento veinte años de su colocación, sorprende que esta sólida “alfombra” a la entrada de la casa, conserve tan bien su aspecto; pues el paso del tiempo no parece sino, haber pulido su solidez, su colorido encanto y su cuidadosa mano de obra.
La arquitectura ecléctica, que se empezó a hacer hacia esos años, precisamente, tiene esa característica, como es el caso de la Casa Herrán; cuyas paredes son construidas de ladrillo a tizón y soga, es decir, mediante aquel aparejo que deja el lado largo del ladrillo hacia afuera y entrelazado.
El entramado que es la estructura de madera de los techos, deja en su fondo o cielo una serie de espacios que, expuestos como quedaban en la arquitectura ecléctica, solían decorarse con profusión y primor: son los llamados casetones.
Esos casetones son de lo más llamativo de su decoración pues, además de ser de maderas preciosas del país, tienen motivos Victorianos pintados a mano, mientras que algunos de sus detalles fueron tallados. Un trabajo artesanal excepcional.
De acuerdo con fotografías históricas, se evidencia que el inmueble, en el período que fue propiedad del señor Lindo, sufrió una remodelación importante, visible desde el exterior; se cerraron dos balcones de la fachada principal hacia el parque Morazán, además la vivienda fue remozada con detalles arquitectónicos y ornamentos de estilo victoriano, según la tendencia de la época.
En el período comprendido entre 1950 a 1970, mientras la casa fue ocupada por el Conservatorio de Música, se le realizaron varias modificaciones para construir aulas. Se estima que se construyo en este periodo la ampliación sur visible en la fachada hacia calle 7, por tal motivo la fachada sur es la que menos se conserva, en apariencia existía un balcón en ese sector. En dos áreas intervenidas de la casa se observa la reja del barandal que posiblemente fue removido y reubicado (junto a la entrada principal y en la salida al patio).
Quiero transcribir la introducción del documento del anteproyecto de restauración del 2020, para destacar este nuevo giro cultural y gastronómico que se le quiere dar al inmueble, el cual considero es todo un acierto.
“Key Largo, una de las últimas edificaciones patrimoniales del área del parque Morazán se desarrolló por muchos años como un centro nocturno de fiesta y diversión. Su historia y majestuosidad son evidencia de la época de oro de la capital, su impresionante arquitectura y detalles internos fueron opacados por esa actividad que internamente se gestaba sin conocimiento del valuarte que se poseía.
Pero los tiempos cambian y la visión de sus propietarios también, quienes han decidido dar un giro importante en la actividad de Key Largo, poniendo nuevamente en valor este inmueble patrimonial de gran valor histórico. Este giro de 180 grados pone a la cultura y al artista nacional en el protagonismo, acompañado de la conservación y el entretenimiento.
Se inicia en el año 2020 la planificación para el desarrollo del proyecto como un centro cultural que apoye al artista nacional, a la cultura y a transformar la cara de la capital por medio de actividades de formación y promoción cultural. Con esto se pretende apoyar el desarrollo social de la capital con miras al cumplimiento de los objetivos para alcanzar la ciudad creativa y dinámica que se quiere para San José. Este espacio será uno de los centros de cultura más importantes de la capital y recobrará la belleza de Key Largo con un nombre completamente nuevo.”
El documento completo (Pdf) con imágenes, bocetos y mucha información, puede leerse aquí.
En estos días tuve la oportunidad de hacer un recorrido interno rápido por la casa, por lo que pude tomar algunas imágenes interesantes, que incluyo en la galería, eso sí, solo de la primera planta.
Parece que ya se desarrolla alguna actividad, en el anexo norte de la casa, donde los jueves, viernes y sábado “Clicks Modernos / Listening Pub” presenta música en vivo.
Debido a los árboles en el jardín de entrada, me fue imposible tomar una buena foto de la casa mostrándola en todo su esplendor, pero se puede ver un arreglo especial que se hizo para el anteproyecto de restauración.
En la galería de Facebook incluyo fotos actuales, históricas, y de algunos años atrás que tomé de mi archivo digital, por lo que hay algunas del exterior y los jardines, donde se ven los viejos rótulos de cuando era el bar Key Largo, y los corredores techados de acceso, que ya no existen.
En el anexo incluyo una interesante semblanza del señor Lindo, que fue en su tiempo uno de los hombres más ricos de Costa Rica y fundador, junto con sus hermanos, de la Florida Ice & Farm Co., conocida como FIFCO, una de las empresas más grandes del país.
Califique esta columna:
Referencia: Información del Arq. Andrés Fernández para el C.N.C.P. y láminas informativas del Centro Cultural Key Largo. También algunas fotos de la galería son cortesía del CCKL.
Anexo
Cecilio Vernor Lindo
Cuando Mr. Keith tomó a su cargo la construcción del Ferrocarril, trajo algunos inmigrantes de su confianza que estuvieran capacitados para las rudas faenas que la empresa exigía. Entre ellos vino Cecilio Vernor Lindo.
Originario de Kingston Jamaica sin otro bagaje que sus 18 años y su amor al trabajo. Se le confió el puesto de pagador, con un sueldo de 40 pesos costarricenses por mes para que se encargara de entregar el salario a los peones ocupados en la construcción del ferrocarril.
La función resultaba penosa y peligrosa por:
- la responsabilidad y riesgo en el manejo de mucho dinero.
- por pagar directamente a gente de toda calaña,
- pagar en sus lugares de trabajo con un clima tropical húmedo y lluvioso.
- andar entre suampos y selvas, enfrentarse o esquivar fieras o alguna especie animal que ponía en peligro la vida humana.
- atravesar lugares insalubres propensos para adquirir alguna enfermedad (donde él padeció de fiebre amarilla).
El joven pagador Lindo, ni se afligió ni se aflojó en su ardua tarea. Siempre metódico, ahorró lo posible. Aún con su bajo sueldo.
Por su espíritu emprendedor y valeroso, le propuso a Mr Keith que le vendiera con facilidades de pago, el modesto Comisariato que había en Matina, ya que deseaba dedicarse al comercio.
Por aquellos días el Presidente Soto estableció la Ley del Cuádruplo, mediante la cual cada peso costarricense debía estar respaldado por veinticinco centavos criollos de plata blanca.
Las implicaciones económicas de esa ley, de acuerdo a la fuente consultada “Historia Ferrovial de Costa Rica» describe:
“entonces vino a robustecerse la producción agrícola y que, con siete pesos costarricenses, hízose posible adquirir en nuestro mercado cinco dólares, o sea, al 140 de cambio”.
Como era urgente darle al Banco de la Unión el stock necesario para esa emisión, y había que traer del puerto los doscientos cincuenta mil pesos en plata, que venían acuñados por troqueles norteamericanos, se comisionó al joven Lindo para que condujese tan valioso cargamento hasta la capital, desafiando todos los peligros del trayecto. Unos trechos en carro, otros en mula y los demás a pie pasó Mr. Lindo con los $ 250.000.00 por las montañas del Atlántico, hasta que logró llegar a San José y depositarlos en el Banco que tanto los ansiaba para movilizar sus billetes.
Este viaje, que ahora no es mayor problema, pero en esa época constituía una proeza, atrajo sobre Mr. Lindo muchas miradas de simpatía y el mismo Mr. Keith no tuvo entonces inconveniente en venderle a luengos plazos el Comisariato de Matina.
Al señor Lindo le bastó ese pequeño Comisariato de Matina para llegar a mover todo el comercio de nuestra zona caribeña; establecerse con almacenes en Limón y en diferentes lugares de la línea y prestarle dedicación al negocio bananero hasta construir un ferrocarril en sus propias fincas —el de Indiana— contratar grandes barcos para poder exportar la enorme cantidad de fruta que producía y extender el radio de sus negocios hasta Jamaica.
Curiosa y misteriosa coincidencia: el 24 de abril de 1889 Mr. Lindo recibió el primer cheque de cuarenta pesos costarricenses que le librara Mr. Keith para satisfacerle el sueldo de Pagador del Ferrocarril; y el 24 de abril de 1909 —a los veinte años justos— el mismo Mr. Lindo vino a recibir, también de Mr. Keith, un cheque por valor de cinco millones de dólares para cancelarle la venta de sus empresas bananeras en Costa Rica, que cubrían entonces veinticinco mil hectáreas y arrojaban una cosecha anual de cinco millones de racimos.
Con esos cinco millones de dólares el señor Lindo dispuso:
- adquirir fincas de café y azúcar en la región comprendida en Quebrada Honda (la antigua Hacienda María del General Tinoco, y El Chis (hacia al Este de Turrialba);
- consagrarse con su hermano don Stanley Lindo al cultivo de 22,5 kilómetros cuadrados de terreno. Hombre de coraje para la brega, se mostró siempre adverso al conformismo;
- establecer con los señores Ernest y Cochenour el Ingenio de los Ángeles;
- transformar todas las fincas que iba comprando en el Reventazón;
- montar beneficios magníficos para elaborar café y nuevos ingenios para refinar azúcar;
- poner tranvías para conectar tan vastas sementeras;
- edificar campamentos para acomodar higiénicamente los centenares de peones que llenan sus planillas;
- imprimir nueva vida a toda esa fértil región.
Todo el dinero que ganó en Costa Rica, gracias al comercio y al banano, lo ha invertido en Costa Rica, con tan asombroso éxito, que ya las últimas estadísticas (1934) le asignan a la Casa Lindo Bros. el primer puesto entre los productores de café —25000 sacos por año— y el primer puesto también entre los azucareros, como que envía a los mercados el cincuenta por ciento de todo el azúcar que se cosecha en nuestro país.
James Ramsay MacDonald Político británico dos veces Primer Ministro del Reino Unido, al conocer la historia de Mr. Lindo dispuso venirse con él a Costa Rica y ser su huésped de honor durante cortos días.
“Cuando el expreso se detuvo en Matina, el ilustre Jefe Laborista fue conducido a un viejo y desvencijado casuchón donde aún se conservan algunos estantes revestidos por la telaraña, un tosco mostrador y el primitivo rótulo que dice:
«Comisariato. Lindo Bros.»
«Aquí comencé a trabajar independientemente», le observó Lindo a McDonald.
Horas después recorrieron las fincas de Juan Viñas donde el cañaveral y el cafeto se pierden en un horizonte obscurecido por el humo de los ingenios; y al llegar la tarde, entraron en la residencia señorial de multimillonario que tiene don Cecilio frente al Parque Morazán.
Acomodado el Premier de Inglaterra en una confortable silla de piel de Rusia, que descansaba al fondo de la regia alcoba, le dijo a Mr. Lindo:
“Estoy pensando en aquellos mostradores de Matina… y en aquella triste barraca donde Ud. hubo de sudar la fiebre amarilla.
Tomado del libro «Historia Ferrovial de Costa Rica» (primera parte) escrito por Joaquín Fernández Montufar en 1939.