Monólogos con Pelé *
Lina Barrantes Castegnaro
El Teatro Variedades, fue declarado Patrimonio Histórico-Arquitectónico de Costa Rica, el martes 30 de noviembre de 1999. Desde entonces, tal y como lo establece la ley, sus propietarios, fueron responsables de su cuido y mantenimiento. En caso de infringir ese mandato, la pena sería de cárcel.
En diciembre de 2013, al terminar su última función, Carlos Jinesta Urbini, pidió unos minutos al público, para sacar del alma un sentimiento: luego de 100 años de pertenecer a la Empresa Teatral Urbini, el teatro había sido vendido al Centro Costarricense de Producción Cinematográfica (Centro de Cine). La familia Jinesta, había accedido a rebajar mas de un 50% del precio del avalúo, para así garantizarse que el Teatro seguiría siendo una sala de espectáculos durante el resto de la vida.
Tiempo atrás, la Municipalidad de San José había estado igualmente interesada en su adquisición para convertirlo en Teatro Municipal, sin embargo, dificultades burocráticas habían impedido esta compra.
Años de cariño me unen a Carlos Jinesta, lo cual de alguna manera, me hizo ver al Variedades, como al pariente de un amigo cercano. La certeza de su preservación me llenó de alegría, tanto como costarricense, josefina, como por el vinculo afectivo con el teatro mismo.
Sin embargo, el tiempo transcurrió y para sorpresa de quienes nos habíamos alegrado de la adquisición del Centro de Cine, el teatro continuaba cerrado. El cuido, que la familia Jinesta había dado al edificio, hoy, cuando el propietario somos todos los costarricenses, se convirtió en abandono. El Ministerio de Cultura argumentaba la necesidad de hacer estudios, de conocer el estado de sus entrañas, falta de dinero para repararlo, malas condiciones. En fin, el Centro de Cine, fue gastando en otras cosas, el presupuesto que podía disponer para ponerlo a funcionar de nuevo. Incluso, compró el parqueo que se encuentra detrás, no sé si en la idea de mantenerlo como parqueo para los funcionarios (con lo cara que es la tierra en San José, parecería presumido y absurdo). Hoy, 5 años después de tenerlo en abandono, las autoridades parecieran haber logrado su cometido: ahora si, el Teatro Variedades no está en estado de funcionamiento. Ahora si, se requiere una inversión grande para restaurarlo, ahora si no estamos en el momento de abrirlo y hacer ahí el Festival de Cine, de ofrecerlo al Festival de Cine Europeo, o a cualquier otro Festival, o premier de película nacional. Ahora si el abandono y el descuido en el que ha incurrido el Estado Costarricense, pone obstáculos al funcionamiento normal de una sala de cine, que mientras estuvo en manos privadas funcionó perfectamente, fue cuidada, restaurada, y disfrutada por muchos costarricenses.
La propuesta que se está dando a conocer por medio de la prensa, es que se demolerá la totalidad del interior del Variedades para construir ahí una Cinemateca. ¿Por qué habrán decidido que una Cinemateca no puede convivir con la Sala del Variedades? La respuesta es que quieren construir adentro dos o tres salitas diminutas. De esas que sobran en todos los cines. Sacrificando no solo la sala grande sino el interior del edificio patrimonial, y violando, como solo ellos pueden hacerlo por disposición de ley, la declaratoria de patrimonio, que nunca fue de la fachada, fue del edificio completo.
Pero lo más curioso, es que un edificio patrimonial, como dijimos al principio, mientras es privado no puede abandonarse, cuando es público pareciera que sí. Mientras es privado no puede demolerse, cuando es público, pareciera que sí. Aunque la ley diga lo contrario. Este caso parece confirmar que la ley puede ser violada por quien la promulga.
Unos días atrás ICOMOS hace una denuncia curiosa: nos llama la atención sobre varios edificios patrimoniales que parecen padecer de una discreta voluntad estatal de ser condenados a una violenta transformación. Mencionan el Hotel Costa Rica, el Teatro Nacional (con su tramoya y tornillo sin fin maravillosos), y por supuesto el Variedades.
¿Será que ciertamente hay esa voluntad en varias oficinas del Ministerio de Cultura?
* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.
Así es el divino gobierno de éste país…
¿No se puede hacer una campaña? Organizar eventos y cosas así para conseguir fondos y defender el edificio, restaurarlo a como es. Compartiendo cine y teatro. Si la «ley» no va a protegerlo, nosotros al menos, tenemos que intentarlo.
Lina, no cabe a engaño. El Estado y ciertas dependencias que deberían procurar realizar las funciones que son su razón de ser ( Patrimonio ) no están cumpliendo a cabalidad, y es evidente que más bien utilizan criterios y artimañas para socavar los fines de conservación del Patrimonio arquitectónico y otros inclusive. Hay ciertas personas con tendencias e intereses que sea han hecho campo en puestos que deberían dejar – o sacarlos – pues van en contraposición con los de la mayoría de costarricenses. Bien haría la ministra e incluso el presidente en poner atención a este tema, pues nuestra historia – ya de por sí devaluada – se pierde entre este montón de contemporaneidades que surgen y aquellos que la pregonan, usurpando nuestra herencia y nuestra idiosincrasia misma.