Benjamin Netanyahu golpea a Irán, pero apunta a Joe Biden

Sylvain Cypel

Benjamin Netanyahu golpea a Irán, pero apunta a Joe Biden

El objetivo principal de la ofensiva dirigida por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu contra Irán es sabotear las negociaciones entre Estados Unidos e Irán sobre el expediente nuclear. Y marca el comienzo de un pulso con la administración de Joe Biden.

El 11 de abril de 2021, menos de una semana después de que Estados Unidos e Irán entablaran conversaciones en Viena para regresar al acuerdo del Plan de Acción Integral Conjunto (Joint Comprehensive Plan of Action -JCPOA) sobre la limitación de la producción de material fisionable iraní, un acuerdo internacional firmado en 2015 y del que Donald Trump sacó a su país en 2018, unas explosiones dañaron gravemente la capacidad del principal sitio de producción de material fisionable de Irán en Natanz. Fuentes estadounidenses han estimado que «miles de centrifugadoras», algunas de ellas de última generación, fueron dañadas. Las autoridades iraníes acusaron instantáneamente a Israel de ser el autor de este acto «terrorista». Israel, esta vez, no intentó enmascarar la realidad de esta afirmación.

La operación israelí pareció a mucha gente «ganadora-ganadora» desde su punto de vista. Porque ¿qué está buscando Israel? Benjamin Netanyahu y su entorno, opuestos desde el primer día a la firma del JCPOA, nunca han ocultado su hostilidad a cualquier forma de retorno a su aplicación ni su voluntad de hacer todo lo posible para hacer fracasar un nuevo acuerdo estadounidense-iraní, sea cual sea su contenido. Por lo tanto, si Teherán continúa las negociaciones con Washington sin reaccionar de forma equivalente, Israel, a falta de reacción de las principales potencias signatarias del acuerdo, se sentirá alentado a continuar sus ataques aumentando su nivel de daño. Si, en cambio, Teherán toma medidas firmes de represalia al nivel del ataque sufrido, Israel argumentará una «amenaza» iraní probada, capaz probablemente de descarrilar cualquier progreso en Viena.

Fortalecer a los conservadores de Teherán

Accesoriamente, la estrategia israelí también tiene como objetivo fortalecer el campo del «no» a cualquier acuerdo en el propio Teherán. Una vez más, cuanto más se estanca la negociación de Viena, más crece en influencia este campo, lo que deja a Israel la esperanza de que en un momento u otro, los líderes iraníes, perdiendo la paciencia, terminen cerrando la puerta de las negociaciones.

El ataque al centro de Natanz constituye el punto culminante de una ofensiva militar lanzada hace tres años por Israel contra Irán. Se llevó a cabo en tres frentes: en Siria contra las fuerzas iraníes y sus aliados, en primer lugar Hezbolá, ya que Teherán evita sistemáticamente participar en una escalada; en Irán, contra el desarrollo de la energía nuclear militar después de la renuncia de Irán a cumplir con los términos de la JPCOA, dieciocho meses después de que el propio Donald Trump retirara la firma estadounidense de este acuerdo, en mayo de 2019. Teherán, de nuevo, reaccionó de una manera muy moderada a los ataques israelíes, como tras el asesinato de Mohsen Fakhrizadeh, el principal oficial científico nuclear de Irán, en noviembre de 2020. Finalmente, en los mares de Omán y de Arabia, frente al Mar Rojo y en el Mediterráneo, Israel ha multiplicado los ataques para hundir a los petroleros iraníes que tratan de esquivar las sanciones estadounidenses.

A finales de marzo, el Wall Street Journal y, con más detalle, el diario israelí Haaretz, revelaron la existencia de esta «batalla naval» entre los dos países. Hasta entonces, Israel e Irán, cada uno por sus propias razones, habían decidido tácitamente mantener en secreto estos enfrentamientos marítimos. Según el periodista israelí Yossi Melman, ningún barco iraní fue hundido, pero muchos fueron lo suficientemente dañados como para cancelar o retrasar sus entregas de petróleo. «Unos 20 petroleros iraníes fueron saboteados. (…) En dos años y medio, el costo estimado [para Irán y sus aliados] superaría los mil millones de dólares» 1/. Después de que se revelaran estas operaciones, Irán reaccionó rápidamente, saboteando dos barcos comerciales propiedad de armadores israelíes en el Golfo, pero de una manera que causó pocos daños, para evitar una escalada arriesgada. Finalmente, el 7 de abril, pocas horas antes de que comenzaran las conversaciones de Viena, Israel golpeó el Saviz en el Mar Rojo, un buque de carga que sospechaba que pertenecía a la Guardia Revolucionaria Iraní.

Cinco días después, se produjo el ataque a las instalaciones de Natanz, cuya dimensión política no tiene parangón con batallas anteriores. Sin embargo, tampoco es la primera vez que Israel ha atacado la capacidad de Irán para producir material fisionable. En 2010, un primer ciberataque diseñado por el Mossad y la NSA estadounidense había permitido que un virus informático, llamado Stuxnet, causara daños significativos a las centrifugadoras iraníes de Natanz y Bouchehr. Esta vez, el ataque es más ambicioso: podría haber causado que Irán perdiera entre seis meses y un año de enriquecimiento de material fisionable (Teherán pone en cuestión esta evaluación). Pero sobre todo resultan muy significativos tanto el momento elegido para este ataque como el hecho de que Israel asumiera su responsabilidad casi públicamente.

Negociaciones que progresan en Viena

El ataque tuvo lugar en plena negociación entre las grandes potencias e Irán. Como escribió el coronel israelí Udi Evental del Instituto Herzliya de Política y Estrategia, Israel quería hacer saber que «eligió el camino de la confrontación” 2/. ¿Y hacerlo saber a quién, precisamente? A Irán, por supuesto, escribe Amos Harel, especialista en asuntos militares y estratégicos de Haaretz, «pero también, y esto es probablemente lo más importante, a Washington» 3/. Este sentimiento es compartido por un gran número de analistas, tanto en los Estados Unidos como en Israel.

El momento del ataque sobre Natanz (una operación que obligatoriamente se debe preparar con mucha antelación y cuyo desencadenamiento depende de circunstancias políticas) no es indiferente, dice Ardavan Khoshnood, analista del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat en Jerusalén. Si, como sospecha y como han informado los medios de comunicación, estadounidenses e iraníes hubieran avanzado en Viena hacia un retorno al respeto mutuo de los términos del acuerdo de 2015, «el ataque a Natanz bien podría ser una reacción a un acuerdo de este tipo ya existente entre Estados Unidos e Irán» 4/, escribe el analista. En otras palabras, el sabotaje de las instalaciones iraníes sería un mensaje israelí dirigido principalmente a los Estados Unidos.

Teherán, como era de esperar, reaccionó al sabotaje de su centro con una serie de medidas. Una, de poca envergadura, se redujo al día siguiente a un ataque de baja intensidad en el Mar Arábigo contra un buque de carga comercial propiedad en parte de un armador israelí. La segunda fue el anuncio de la adquisición de 1.000 nuevas centrifugadoras de mayor calidad que las anteriores para compensar los daños causados en Natanz. La tercera fue más espectacular: Irán indicó que comenzaría la semana siguiente a enriquecer uranio al 60%. Hay que recordar que el acuerdo del JCPOA prohibía a Irán todo enriquecimiento superior al 3,27%. Un año y medio después de la retirada estadounidense de su firma de este acuerdo, Irán también se había emancipado de sus cláusulas al comprometer un enriquecimiento de uranio del 20%. Pero el aumento al 60% es susceptible de cambiar radicalmente la situación: si tiene éxito, a pesar del golpe dado el 11 de abril por Israel, Irán podría producir suficiente uranio enriquecido al 90% para poder fabricar una bomba A en seis meses, según han estimado algunos especialistas. Si este fuera el caso, colocaría a Estados Unidos exactamente ante la muy desagradable alternativa que el JCPOA pretendía evitar: tener que enfrentarse a un Irán ya nuclearizado.

Atar las manos a Pekín y Moscú

¿Tiene Irán los medios para realizar su política? Netanyahu, que sigue gritando que viene el lobo, en realidad está apostando a que no. Y apuesta a que, frente a la amenaza que representa, Israel logrará inclinar a Estados Unidos de su lado. Sin embargo, en Israel igual que en los Estados Unidos, están surgiendo preocupaciones sobre una evolución peligrosa, incluso incontrolada, de la confrontación actual. Amos Harel evoca «un deslizamiento peligroso y continuo hacia una confrontación militar más grave con Irán» 5/ que predice que terminaría, como en 2015, en un fracaso político israelí. En la revista Foreign Policy, la investigadora Maysam Behravesh, especialista en Irán, va más allá. El sabotaje israelí, escribe, podría ser exactamente «lo que los iraníes necesitaban. (…) Este ataque no solo ofreció a Teherán una excusa para instalar centrifugadoras de enriquecimiento de uranio más sofisticadas sin pagar un gran precio político, sino que también ató las manos de Moscú y Pekín en términos de presión sobre Irán para que aceptara un compromiso» 6/.

Se puede replicar que tal endurecimiento también beneficiaría, en primer lugar, a Israel, que no espera nada tanto como un punto muerto en la situación que prolongue el status quo heredado de la administración Trump en la relación estadounidense con Irán. Sin embargo, según la investigadora, el riesgo de que Irán gire hacia la fabricación de una bomba A se está volviendo más tangible hoy en día. Aunque Ali Jamenei, el Líder de la Revolución, ha repetido constantemente que Irán no fabricará su bomba, lo que está sucediendo en este momento «ayuda a producir un apoyo colectivo sin precedentes en Irán para la necesidad de poseer la bomba como último elemento disuasorio. (…) Si el JCPOA colapsa por completo, ya sea debido a la intransigencia estadounidense o a los ataques israelíes, no quedará otro medio que la guerra para contener el programa militar iraní. Si ésta se produce, ¿qué garantía plausible tendremos de que Irán, como resultado, no se apresure a fabricar su bomba? «.

En esta atmósfera de creciente tensión, el informe de evaluación de amenazas de 2021 de la comunidad de inteligencia estadounidense, publicado el 13 de abril, trajo una nota mucho más tranquilizada. Es cierto que fue escrito antes del ataque israelí a las instalaciones de Natanz. Ciertamente, se caracteriza a Irán todavía como una gran amenaza para los intereses regionales estadounidenses, particularmente en Iraq. Pero, con respecto a las cuestiones nucleares, el informe concluye de la siguiente manera: «Seguimos evaluando que Irán no está actualmente involucrado en las principales actividades de desarrollo necesarias para producir un arma nuclear. […] Irán siempre ha presentado su reanudación de las actividades nucleares como una respuesta reversible a la retirada de Estados Unidos del JCPOA y ha declarado que volvería al pleno cumplimiento de sus términos si Estados Unidos hace lo mismo» 7/ . En otras palabras, si la colectividad de inteligencia estadounidense tiene consejos que dar al presidente Biden, es en el sentido de acelerar el regreso al acuerdo de 2015, lo que pondría a los líderes israelíes en una posición muy incómoda.

Este sentimiento de una creciente divergencia entre los intereses estadounidenses e israelíes en el asunto iraní está aumentando enormemente en los Estados Unidos. Recibió una confirmación espectacular en el editorial publicado el día después del sabotaje israelí del sitio Natanz por el Washington Post. Titulado «Los incesantes ataques de Israel contra Irán pueden poner en peligro la diplomacia de Biden», este editorial señalaba «la profunda diferencia entre los intereses estadounidenses e israelíes. Para Israel, el conflicto permanente con Irán es un dato inamovible, no es concebible ninguna distensión [con ese país]. En cambio, si la administración Biden logra volver al acuerdo [firmado en 2015], tendrá las manos más libres para retirar capacidades militares de Oriente Medio y centrarse en el creciente desafío que plantea China» 8/.

Prioridad a China

Esta idea de un vínculo directo entre la solución de la cuestión nuclear iraní y la capacidad estadounidense de gestionar mejor en el futuro la cuestión que le parece primordial, la de la relación con Pekín (y, accesoriamente, también con Moscú), está cada vez más presente en los Estados Unidos. Director del Programa de Seguridad de Oriente Medio, ex alto funcionario del Pentágono y asesor del Secretario de Estado John Kerry en 2012-2013, durante el segundo mandato de Barack Obama, Ilan Goldenberg estima que «volver al acuerdo [nuclear] con Irán es esencial para la política exterior de Biden» 9/.Si éste es el caso, una confrontación radical entre Joe Biden y Benjamin Netanyahu, o cualquiera que ocupe el cargo de Primer Ministro en Israel en el futuro, parece inevitable.

¿Cómo se posicionará Biden? Sólo él es capaz, si se dota de los medios, de derrotar la estrategia de sabotaje de Israel a un acuerdo con Teherán. Hace seis años, Barack Obama, que había sido humillado públicamente en el Congreso por Netanyahu precisamente sobre la negociación con Irán, optó por el menosprecio, la ausencia de cualquier reacción. Netanyahu podía ladrar lo que quisiera pero la caravana de Obama avanzaba sin preocuparse por ello. Y eso es lo que sucedió, con la firma del acuerdo del JCPOA en 2015. Hoy en día, las señales de la Casa Blanca son contradictorias. En primer lugar, parece dividida sobre la cuestión iraní, entre quienes quieren volver rápidamente al acuerdo inicial para poder avanzar en otras cuestiones, y quienes, por el contrario, temen que al volver al acuerdo inicial sin ninguna otra forma de proceso, Washington no obtenga nada más después. Así, el Secretario de Estado Antony Blinken no dijo ni una palabra sobre el ataque israelí a Natanz, pero consideró que la reacción iraní era «provocadora»…

Y es que la relación de Washington con los ataques israelíes parece ambivalente. Muchas personas opinan que, básicamente, la administración Biden cree que son temporalmente beneficiosos para ella. Al debilitarlo, presionan a Teherán para que haga más compromisos y, por lo tanto, esté más dispuesto a encontrar rápidamente un terreno de entente sobre la continuación de las negociaciones. Otras piensan que parte del entorno de Biden está preocupado. Para ellas, Israel ahora ha golpeado precisamente porque las negociaciones en Viena estaban avanzando. Creen que si la oportunidad de volver a la aplicación del JCPOA pasa, puede que no vuelva pronto. Y por lo tanto, esto influya mucho en la continuación del mandato de Biden. Si esta tendencia prevalece, Israel podría conocer días difíciles.

Sylvain Cypel ha sido miembro de la redacción en jefe de Le Monde y anteriormente director de la redacción de Courrier International. Es autor de Les emmurés. La société israélienne dans l’impasse (La Découverte, 2006) y de L’État d’Israël contre les Juifs (La Découverte, 2020).

https://orientxxi.info/magazine/benyamin-netanyahou-frappe-l-iran-mais-vise-joe-biden,4693

Traducción: Faustino Eguberri paraviento sur

Notas

1/ Yossi Melman, “Who’s leaking about the Israel-Iran brawl at sea”, Haaretz, 30/03/2021.
2/ Citado por Amos Harel, “Israel is walking straight into an Iran crisis with eyes wide open”, Haaretz, 14/04/ 2021.
3/ Amos Harel, idem.
4/ Ardavan Khoshnood, “The attack on Natanz and the JCPOA”, BESA Center Perspectives, no. 997, 14/04/ 2021.
5/ Amos Harel, idem.
6/ Maysam Behravesh, “Nuclear sabotage could be what Iran needed”, Foreign Policy, 13/04/2021.
7/ “2021 Threat assessment of the U. S. intelligence community”..
8/ Washington Post, 12/04/ 2021.
9/ Ilan Goldenberg, « Returning to the Iran deal is essential for Biden’s Foreign Policy », entrevista en el canal público NPR, 9/04/2021.

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