Ágora*
Guido Mora
guidomoracr@gmail.com
¡Basta ya, los costarricenses estamos hartos!
¡Basta ya!, de falsas promesas; de construir sueños en los sectores más pobres; sueños que terminan siendo quimeras.
¡Basta ya!, de presentar opciones y alternativas que supuestamente benefician a todos los costarricenses, pero se quedan en manos de unos pocos: de los más ricos; de los vivillos o de grupos de empleados públicos que se han agrupado en sindicatos para convertir las instituciones públicas en su coto de caza privado.
¡Basta ya!, los costarricenses estamos cansados de mentiras. Estamos cansados de los candidatos con pasado cuestionado que sólo auguran un futuro dudoso u oscuro para el país.
¡Basta ya!, de promesas incumplidas, de congestionamientos, de tramitología.
¡Basta ya!, de negociaciones que eliminan unas cuantas prebendas, pero generan nuevas gollerías. Del pago de sobreprecios de combustibles, para subvencionar empresas privadas que lucran con la aplicación de asfalto en carreteras, cuyo costo supera las de Europa, pero que sólo duran unos cuantos meses sin huecos.
¡Basta ya!, de cuestionamientos en el manejo de la Ley, que favorece la liberación de delincuentes que sólo regresan a la sociedad a hacer daño, a quienes trabajan decentemente todos los días por este país.
Los costarricenses estamos cansados. El país ya no soporta más. Múltiples sectores han venido manifestando su oposición al mantenimiento de gollerías, sobre el cobro desproporcionado de prebendas que benefician a unos pocos, pero que pagamos la gran mayoría de costarricenses.
La sociedad costarricense está hecha una caldera. Seguimos sufriendo la presión de la situación; pagando precios desmedidos en combustibles y en otros productos y servicios.
Los médicos, de igual manera que ocurre con los sindicatos, sólo les interesa beneficiar su bolsillo, por encima del bienestar del pueblo a los primeros, y del servicio público al que están obligados, los segundos. El bienestar general pasa a segundo plano. Lo único que interesa es el timbre el Colegio, el centro de recreación, el rompimiento del tope de cesantía, más allá de ocho años, la fiesta de fin de año o el bono que cobran algunos por manejar, en el caso de los bancos, el dinero de los costarricenses.
¿Cómo es posible que hayamos llegado a estos extremos?, ¿cómo es posible que la clase política que hoy se esconde y calla sus culpas, vocifere en contra de algunos esfuerzos por limitar estos excesos?, ¿cómo es posible que jerarcas y presidentes ejecutivos hayan negociado, permitido y burlado irresponsablemente a la gran mayoría de los costarricenses, facilitando a estos sectores inescrupulosos meter la mano de manera tan vulgar, en el bolsillo de todos los costarricenses?
Tengamos algo muy claro: los culpables de esta triste realidad son quienes años atrás manejaron el país, ya bajo la bandera de Liberación Nacional, ya bajo la del Partido Unidad Social Cristiana.
Lo que observamos en la actualidad, además del bienestar de quienes se benefician inmoralmente con esas prebendas, es la incapacidad de los actuales gobernantes de luchar contra grupos que más parecen pandillas de delincuentes que grupos de trabajadores. Pandillas que están dispuestas a chantajear o a suspender de manera criminal, desde la atención de los pacientes en un hospital, hasta la realización de trámites y actividades indispensables para quienes desempeñan sus labores.
Ya los costarricenses estamos cansados, Mi impresión es que estamos alimentando la aparición de un loco extremista de derecha, o sencillamente el rompimiento constitucional que están dispuestos a ejecutar grupos, cuyo único interés es su beneficio personal.
Quiero manifestar mi gran preocupación, porque lo que está prevaleciendo en este país, por encima de la buena voluntad para negociar y resolver los problemas estructurales, es la imposición silenciosa pero continua, de los intereses de los grupos más fuertes y articulados políticamente, sobre la población desarticulada, que no logra organizarse para poner un freno a estos excesos.
En el Congreso, contamos con representantes de partidos políticos debilitados, electos a dedo por candidatos que, en algunos casos, no fueron capaces ni de culminar un proceso electoral, pero que dejaron su legado en instancias de poder, donde representan sólo pequeños grupos de interés.
Las próximas elecciones deben llevarnos a reflexionar y a entender, al igual que lo hicieron los ingleses cuando conocieron el resultado de las votaciones para el “Brexit”, que votar si cuenta. Pero que lo más importante es votar de manera reflexiva, evaluando lo que realmente necesita el país, sin dejarse llevar por bonos, latas de zinc, ayudas económicos pasajeras o las falsas promesas y cantos de sirena a que nos tienen acostumbrados los políticos de Costa Rica.
Ya basta compatriotas, es hora de comenzar a pensar en serio, en el futuro de Costa Rica.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.