Julio 24, 2025
Por Juliana White
NACIONES UNIDAS – Los vehículos eléctricos están avivando una crisis ambiental y humanitaria en la República Democrática del Congo (RDC). Las actividades mineras que hay detrás de este cambio en el sector automotor causan deforestación, contaminación, inseguridad alimentaria y prácticas laborales abusivas.
La publicidad presenta a los vehículos eléctricos como una opción ecológica para salvar el planeta. En Estados Unidos, estados como California y Nueva York incentivan a la ciudadanía a optar por lo verde y ayudar a sus ciudades dejando de lado los vehículos a gasolina.
En California, las autoridades intentan promulgar una legislación para alcanzar 100 % de ventas de vehículos de cero emisiones para 2035. En el otro extremo del país, en Nueva York, se implementó el programa Drive Clean Rebate, que facilita un descuento de 2000 dólares en la compra o arrendamiento de un vehículo eléctrico.
Los gobiernos promueven la venta de vehículos eléctricos porque ayudan a reducir el daño causado por los combustibles fósiles. En Estados Unidos, las emisiones en la automoción se redujeron alrededor de 66 %. En China, país que domina la producción y venta de vehículos eléctricos, se redujeron entre 37 % y 45 %.
Sin embargo, los consumidores no saben seguramente que los vehículos eléctricos benefician principalmente al ambiente en las regiones más ricas.
El aumento de la demanda de vehículos eléctricos y baterías de iones de litio genera, en cambio, destrucción y explotación en los países más pobres, como es el caso de la RDC.
Uno de los minerales clave para fabricar baterías de iones de litio es el cobalto. La RDC es el principal productor mundial de cobalto extraído, con un asombroso 75 %. Para satisfacer la alta demanda de este mineral, la RDC se convirtió en un foco colmado de explotaciones mineras industriales y artesanales.
“El auge en la demanda de baterías de iones de litio ha incrementado dramáticamente la demanda mundial de cobalto, y se prevé que la producción de cobalto en la RDC se duplique para 2030”, planteó un portavoz de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a IPS.
“Como las minas industriales no logran satisfacer la demanda, esto ha fomentado la expansión de la minería artesanal y no regulada”, añadió.
Las minas artesanales a pequeña escala (ASM, en inglés) son operaciones informales y escasamente reguladas para extraer minerales. Repartidas por todo el país, estas minas recurren a la explotación de trabajo infantil, utilizan herramientas manuales rudimentarias y desatienden los protocolos de seguridad.
“La minería artesanal también puede provocar conflictos, ya que se producen enfrentamientos entre las operaciones mineras tradicionales con licencia y las ASM por el acceso a los minerales”, explicó Lamfu Yengong, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace África.
“Aunque es difícil encontrar estadísticas precisas sobre el número real de mineros artesanales en el África subsahariana, se estima que solo en la RDC hay entre 200 000 y 250 000, responsables de hasta 25 % del cobalto extraído en el país”, añadió en un diálogo con IPS.
El crecimiento de la minería también está devastando el medioambiente. Las minas requieren grandes extensiones de tierra para operar. Al excavar, se forman fosas que liberan polvo y productos químicos tóxicos al aire y contaminan los cursos de agua cercanos.
Las minas de cobalto suelen contener minerales sulfurosos, que pueden generar drenaje ácido. Este proceso se produce cuando los minerales sulfurosos se exponen al aire y al agua.
El ácido sulfúrico es extremadamente nocivo: vuelve el agua no apta para el consumo humano, mata la vida acuática y genera proliferación de algas. El contacto con el ácido provoca irritación cutánea, quemaduras y problemas respiratorios; la exposición prolongada incrementa el riesgo de cáncer.
La deforestación, la erosión, la contaminación del suelo y de las fuentes de agua, los altos niveles de ruido, el polvo y el humo derivados de la minería afectan la vida de la población congoleña y de la fauna silvestre. Muchos mueren o se ven obligados a desplazarse de zonas que antes eran prósperas y ahora solo alimentan explotaciones guiadas por el lucro.
“La minería en la RDC está arrasando con el corazón de la cuenca del Congo, uno de los principales sumideros de carbono del mundo, dejando ríos envenenados, paisajes deforestados y ecosistemas devastados”, dijo Yengong.
Y añadió: “Lo que antes eran selvas exuberantes ahora está marcado por una extracción sin control, que amenaza la biodiversidad, acelera el cambio climático y priva a las futuras generaciones de su patrimonio ambiental”.
A pesar de contar con más de 197 millones de hectáreas de tierras cultivables, la RDC es uno de los países con mayor inseguridad alimentaria. Más de 25 millones de personas sufren la falta de acceso a alimentos.
Las actividades mineras solo agravan la crisis del hambre, ya que los contaminantes del suelo y del agua dificultan el cultivo. Los recursos forestales también desaparecen a medida que se desbrozan más terrenos para abrir nuevas minas.
A esto se suman los efectos del cambio climático. Los patrones meteorológicos se han alterado drásticamente, lo que vuelve impredecibles las lluvias. La fuerte dependencia de la agricultura de secano y las prolongadas sequías afectan gravemente el suministro de alimentos.
La extracción de minerales para baterías de iones de litio impulsa una destrucción masiva y graves violaciones de derechos humanos en la RDC. Sin embargo, suspender la minería no es una solución sencilla: muchas personas dependen de estas actividades para mantener a sus familias.
Organizaciones como la OIT, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) trabajan activamente en soluciones sostenibles para evitar más explotación y daños en la RDC.
“Para mejorar la salud de quienes viven o trabajan cerca de las minas, la OIT está apoyando la implementación del esquema de seguro de salud universal (Couverture Santé Universelle, CSU), que busca brindar cobertura a toda la población, incluidos los trabajadores del sector minero y sus familias”, afirmó la OIT.
“El paquete de beneficios incluirá consultas generales y con especialistas, hospitalización, medicamentos y vacunas esenciales, procedimientos médicos y exámenes, atención maternoinfantil, cuidados paliativos y traslado de pacientes entre centros”, añadió.
El Pnuma está elaborando planes para minimizar el impacto ambiental de la minería en colaboración con el gobierno de la RDC.
“El Pnuma trabaja junto con el gobierno para desarrollar un plan nacional de extracción de minerales como el cobalto, centrado en reducir los efectos ambientales de la minería”, dijo Corey Pattison en un comunicado del Pnuma.
“También exploramos si las instituciones locales e internacionales pueden ayudar a resolver los conflictos en torno a la extracción de minerales mediante mecanismos como el reparto de ingresos y la resolución de disputas”, añadió.
El PMA intenta aliviar el problema mediante inversiones en programas de resiliencia. Estas actividades buscan desarrollar capacidades en las comunidades para mejorar la seguridad alimentaria a largo plazo. Se incluye capacitación en manejo de pérdidas postcosecha, alfabetización, negocios y mercadeo colectivo.
También colabora estrechamente con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para reducir los impactos ambientales negativos.
En toda la RDC se llevan a cabo iniciativas de reforestación. El PMA informó que, en 2022, 3850 mujeres en las provincias de Ubangi del Norte y del Sur plantaron árboles.
La crisis en la RDC no debe implicar el fin de las baterías de litio ni de los vehículos eléctricos. Científicos trabajan en nuevas soluciones para fuentes de energía más limpias y eficientes. Entre las baterías en desarrollo figuran las de sodio-ion, silicio-carbono y litio-azufre. Incorporar nuevas fuentes podría reducir la presión sobre los recursos de la RDC, al disminuir la necesidad de cobalto.
Un informe de ONU Comercio y Desarrollo (Unctad) sugiere que las técnicas y tecnologías de minería sostenible son otra vía para reducir el impacto ambiental. Sin embargo, los cambios significativos dependen del gobierno de la RDC y de sus funcionarios, quienes deben aplicar normas más estrictas para mitigar el daño que afecta a la población.
Según la OIT, la Responsabilidad Social Empresarial se hizo obligatoria tras la adopción del código minero de 2018. Las empresas deben invertir el 0,3 % de su facturación anual en proyectos de desarrollo comunitario.
A su vez, esta obligación permite rastrear con facilidad los ingresos de las empresas mediante mecanismos de transparencia como la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI).
Si bien la RDC ha promulgado regulaciones ambientales y participa en programas de apoyo, su historial de instituciones débiles y conflictos complica los esfuerzos de ayuda. La inestabilidad generalizada limita gravemente la aplicación y el cumplimiento de las políticas.
“La transición mundial hacia energías limpias no debe costar vidas congoleñas ni bosques”, dijo Yengong.
Y concluyó: “Los minerales críticos bajo el suelo de la RDC alimentan la economía mundial, pero las personas que viven sobre ellos siguen siendo de las más pobres y explotadas. Las verdaderas soluciones climáticas deben priorizar los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, poner fin al lavado verde y garantizar justicia, no solo extracción”.
T: GM / ED: EG