Aportes para el sector agropecuario

Bernardo Jaén

Bernardo Jaén

La seguridad alimentaria en estos tiempos debe ser un imperativo de cualquier gobierno tenerla en su programa. Su enfoque es motivo de discusión, no solo entre diversos pensamientos ideológicos si no entre personas con orientaciones políticas e ideologías afines. Asegurar la disponibilidad y el acceso de los insumos alimenticios necesarios para la vida de nuestros habitantes es una tarea estratégica de todo gobierno.

Así mismo está probado que nuestro país no tiene los microclimas, suelos, topografía y extensión necesarias para producir todos los commodities y otros productos que consumimos, tanto para alimentación animal como humana, en términos sostenibles.

Así que considero que la discusión no está en si debemos abrir o no nuestro mercado, si debemos o no cambiar de estrategia comercial, si debemos o no firmar tratados de libre comercio con el mundo. Esta estrategia ha demostrado ser exitosa, solo que ha sido implementada de forma parcial y excluyente. Nos ha faltado ser más agresivos en la demanda por el cumplimiento de los acuerdos por parte de los países socios comerciales, así como en la presencia amplia y permanente en foros, ferias y mercados de nuestro interés. No es posible querer abrir mercados a la distancia o con la presencia de un funcionario limitado en recursos, tanto de apoyo como financieros.
Así mismo los acuerdos tienen que considerar cláusulas que permitan cambiar, temporalmente, las condiciones pactadas para la importación cuando el producto en cuestión o el país esté pasando por una grave crisis como la de ahora, por ejemplo.

En este proceso hemos dejado descubiertos segmentos de productores y sistemas de producción que no tienen la capacidad o no están orientados a participar en el mercado internacional. Es así que la producción familiar, la producción para el mercado local, la producción con sistemas ancestrales y artesanales han sido excluidas del sistema.

Hemos carecido de una estrategia integral de la producción nacional, que considere los diferentes sistemas de producción, escalas y mercados. Reestructurar la institucionalidad pública del sector agropecuario y pesquero, incorporar en el diseño de la operativización del programa sectorial del gobierno al sector privado y académico, evaluar regularmente su desempeño y resultados, incorporar al sector financiero en el proceso, son algunos de los imperativos para contar con la visión y el compromiso de los diferentes actores del sistema. Contamos con una institucionalidad fragmentada, descoordinada, disminuida y a la defensiva. Se ha refugiado en reclamar lo que fue y en la carencia de personal, de recursos financieros, de atención por parte del gobierno.

Para fortalecer el mercado interno, hay que establecer una red que asegure la apertura de ferias del agricultor en centros de población importantes en todo el país, que brinde capacidad de almacenamiento y conservación de los productos para mantener su calidad e inocuidad, apoyar la gestión de logística y distribución, facilitar el financiamiento de capital de trabajo con garantía prendaria respaldada con seguros, modernizar la gestión del PAI (Programa de Abastecimiento Institucional del CNP) para que el mismo sea eficiente y amplíe su capacidad de demanda y de oferta de forma sostenible.

Es imperativo que el sistema financiero oferte líneas de crédito y apoyo financiero que no esté bajo las condiciones definidas por la SUGEF, para que no esté obligada a responder a una visión comercial del crédito, de rendimiento de cartera y sí de desarrollo, que implica valorar el riesgo con criterios diferentes, en términos de condiciones, plazos, recuperación y condiciones para ser sujeto de crédito.

Si bien cada vez más hay líneas de crédito diferenciadas por producto, no llegan a ser personalizadas, no consideran las condiciones específicas del solicitante. Así mismo el crédito debe considerar el costo de la asistencia técnica, experimento que se desarrolla en el programa de crédito para ganadería con el SBD (Sistema de Banca de Desarrollo), el Banco Nacional de Costa Rica, el IICA y el INA.

Debemos fortalecer los sistemas de producción diversificada de pequeña escala, dirigida al autoconsumo o bien al mercado comunal, local, así como a la producción con técnicas ancestrales y artesanales, que no necesariamente cumplen con los estándares de inocuidad internacionales pero que no atenten con la salud de las personas y de los animales. Para esto se requiere un marco regulatorio, canales de mercadeo y comercialización específicos y por supuesto, condiciones de apoyo financiero, técnico e institucional diferenciados.

Para la producción orientada a terceros mercados, el acuerdo con el sistema bancario nacional para negociar plazos, condiciones, tasas y garantías, de forma novedosa, así como una política agresiva de firma de protocolos y certificados sanitarios con terceros mercados y la presencia en mercados estratégicos a través de Comex-PROCOMER y el Ministerio de Relaciones Exteriores, cada uno en su ámbito de acción.

Es necesario dar atención y respuesta diferenciada a cada sector, estudiar las regulaciones internas para que les permitan incursionar en productos y mercados complementarios, facilitar la ampliación de la cartera de productos generados a partir de una misma materia prima, facilitar el aprovechamiento de los subproductos generados por la actividad productiva, resolver la discusión con otras instituciones, como el Ministerio de Salud y el Ministerio de Ambiente, para su correcto uso, disposición y aprovechamiento. Debemos buscar el aprovechamiento de los subproductos generados para su uso en el sistema de producción de tal forma que puedan bajar los costos de producción o bien diluirlos con mayor variedad de oferta.

La discusión valoro debe centrarse en el aprovechamiento del valor agregado país que hemos construido a través del tiempo, con esto me refiero a la seguridad social y laboral, a la educación, a la protección ambiental, a la fortaleza en la salud, tanto pública como privada, tanto humana como animal, a nuestra capacidad de certificar nuestros procesos y productos, a la institucionalidad construida y a las reglas establecidas que nos permiten participar y competir en un mundo globalizado. Hemos sido reconocidos por organismos internacionales y países socios comerciales como un país serio, capaz, con capacidad creativa y que respeta y cumple lo que firma, lo que genera confianza.

Debilitar los logros en el campo de seguridad laboral, social, sanitario y educativo sería el peor error que cometeríamos como país. Darle la espalda a la producción destinada al consumo nacional y de pequeña y mediana escala nos liquidaría como sociedad. No ajustar la normativa regulatoria para la producción, el financiamiento y la comercialización condena al empresario al fracaso.

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