Apliquémosle el verdadero detector de mentiras

Luis Paulino Vargas Solís

Laura

El polígrafo, popularmente llamado “detector de mentiras”, es un instrumento o máquina que pretende determinar si una persona está diciendo verdad o mentira. Se supone que lo logra mediante la detección de registros psicofisiológicos, bajo la presunción, no fundamentada, de que tales registros son indicadores de la sinceridad o falsedad de lo que la persona dice (cuando, en realidad, podrían ser indicadores de cualquier otra cosa). Carece de base científica, sus conclusiones son frecuentemente fallidas y sus márgenes de error son muy amplios.

Excepto el lazo dorado de la Mujer Maravilla, no existe ningún polígrafo confiable (William M. Marston, uno de los creadores del polígrafo, fue, asimismo, creador del personaje de la Mujer Maravilla,).

Yo no sé si la candidata chavista, Laura Fernández, tuvo esto presente cuando, en entrevista con sus periodistas amigos en el canal amigo del chavismo, presentó un supuesto test de polígrafo, como prueba de su honradez y honestidad.

No, eso no es prueba de nada. O, en todo caso, si fuera prueba de algo, solamente sería prueba de la total falta de seriedad de Fernández y de su irrespeto hacia la ciudadanía, un insulto a la inteligencia, y, último término, un gesto deshonesto.

Una persona seria y honesta no incurre en esas tácticas engañosas y falaces.

Si se trata de honestidad, el paso de Laura Fernández en el gobierno de Chaves nos ofrece un test mucho más riguroso y confiable que el tal polígrafo.

Los chanchullos con el aeropuerto de Liberia; el obsceno fiestón con las concesiones de EBAIS a cooperativas en la Caja; las barbaridades cometidas por el amigo del presidente en Gandoca-Manzanillo; las atrocidades del presidente contra las juntas directivas del Banco Popular, la Caja y el Banco Nacional; el escandaloso favorecimiento a los importadores del arroz amigos del presidente; los oscuros manejos alrededor de Dekra y la revisión vehicular; el despilfarro de recursos públicos en obra viales ejecutadas con gran negligencia; los cuestionables negocios en que han metido al ICE y que lo ponen en riesgo de ser aplastado por la competencia; la tolerancia con que se está permitiendo el colapso del transporte público.
Etcétera, etcétera, etcétera…

¿Si tan honesta es por qué nunca dijo nada frente a tan repetitivos actos de corrupción? Ella debió manifestar su desacuerdo e indignación. Y, como acto de protesta, debió renunciar, como lo haría un funcionario o una funcionaria verdaderamente honesta.

Todo lo contrario: apoyó, cohonestó y fue cómplice de todo eso.

He ahí el verdadero detector de mentiras, el test que nos dice cuál es la auténtica calidad moral de esta señora.

Revise también

ips

El auge populista de la derecha en Japón

Agosto 4, 2025 Por Andrew Firmin LONDRES – Las filas para comprar arroz, algo impensable …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *