
Berlín, 17 abr (dpa) – La Cámara Baja del Parlamento alemán, el Bundestag, decidió excluir a los embajadores de Rusia y Bielorrusia de la ceremonia central que conmemora el octogésimo aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el 8 de mayo.
La medida sigue una recomendación del Ministerio alemán de Relaciones Exteriores, que desaconsejaba invitar a representantes de ambos países en medio de un tenso debate sobre la participación de funcionarios rusos en actos oficiales durante la guerra en Ucrania, iniciada por Rusia.
El Bundestag comunicó que, aunque se invitó formalmente a todo el cuerpo diplomático, se siguió el protocolo habitual al acatar las directrices del Gobierno. «Esta valoración ha llevado, entre otras cosas, a que no se invite a los embajadores de Rusia y Bielorrusia», declaró un portavoz a dpa.
El miércoles, el embajador de Moscú en Alemania, Serguéi Nechayev, asistió a una ceremonia conmemorativa en las afueras de Berlín.
La conmemoración silenciosa en el estado federado de Brandeburgo, cerca de la capital alemana, recordó los combates de Seelow, considerados la mayor batalla en territorio alemán durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Se libró poco antes del final de la guerra y dejó decenas de miles de soldados muertos tanto en el bando alemán como en el soviético.
El acto había suscitado divisiones políticas después de que el Ministerio de Relaciones Exteriores en Berlín emitiera un comunicado en el que desaconsejaba invitar a representantes rusos, una medida que los legisladores regionales de Brandeburgo consideraron un deshonor para los soldados soviéticos caídos.
Según la administración local, no se invitó activamente a los representantes rusos, pero tampoco se impidió la asistencia de Nechayev, que fue recibido con cortesía.
El enviado bielorruso en Alemania, Andréi Shuplyak, también participó en la conmemoración.
Nechayev lamentó la exclusión de los representantes rusos del acto.
«Las consideraciones de la situación política inmediata no deben prevalecer sobre las cuestiones de la memoria histórica y la reconciliación histórica de los pueblos de nuestros países», declaró al periódico prorruso «Izvestia».
El embajador de Ucrania en Alemania, Oleksii Makeiev, criticó la presencia de Nechayev y el hecho de que llevara una cinta de San Jorge, un símbolo soviético de la Segunda Guerra Mundial que cada vez más se ha convertido en un símbolo de apoyo a la política del presidente ruso Vladímir Putin.
Makeiev afirmó que la aparición fue una burla a las víctimas tanto de la Segunda Guerra Mundial como de la actualidad, y mencionó los recientes ataques rusos en Krivói Rog y Sumy, que causaron la muerte de 55 civiles, entre ellos 11 niños.
La recomendación del Ministerio de Relaciones Exteriores, a la que tuvo acceso dpa, indica que los representantes rusos y bielorrusos no deben ser invitados a las conmemoraciones organizadas por el Gobierno federal y las autoriades regionales y locales.
El Ministerio quiere evitar que Rusia instrumentalice la Segunda Guerra Mundial para justificar su guerra contra Ucrania. «Es de esperar que la parte rusa lo aproveche y lo asocie indebidamente con la justificación de su guerra de agresión contra Ucrania», comentó un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Los miembros del Gobierno regional de Brandeburgo, liderado por los socialdemócratas (SPD) y la populista de izquierda Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), ya habían expresado su indignación por la sugerencia del Ministerio.
«Es un acto diplomático —por decirlo con cautela— poco amistoso hacia los descendientes de las personas enterradas aquí», declaró el líder del grupo parlamentario de la BSW, Niels-Olaf Lüders.
«Querer prohibirles que visiten las tumbas de sus antepasados es absolutamente inaceptable», criticó.
A su vez, la diputada socialdemócrata en el Parlamento regional Sina Schönbrunn calificó de «absurda» la recomendación del Ministerio. «Por supuesto que todo puede ser aprovechado, pero para nosotros hoy en día lo más importante es conmemorar a los muertos», declaró a la radioemisora alemana rbb inforadio.
Isla alemana de Helgoland conmemora bombardeo británico de abril de 1945
La isla alemana de Helgoland, en el mar del Norte, conmemorará este Viernes Santo el octagésimo aniversario del bombardeo británico al final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), con la celebración de un oficio religioso, ofrendas florales y una exposición.
«El día del bombardeo de Helgoland sigue siendo un día triste, sobre todo para los habitantes de más edad, y siempre es especialmente conmemorado por la comunidad», declaró a dpa Katharina Schlicht, directora de turismo de la isla.
El 18 de abril de 1945, unos 1.000 bombarderos británicos arrojaron su mortífera carga sobre Helgoland. Al día siguiente, los aviones lanzaron otro ataque aéreo sobre la isla, que había sido convertida en fortaleza por el régimen nacionalsocialista.
Al final, casi no quedaron casas en pie y hubo muchos muertos y heridos. Más de 2.000 personas sobrevivieron en un búnker civil construido en las rocas. «El 18 de abril de 1945 fue el punto de inflexión para Helgoland», comentó Simone Arnhold, directora del museo local.
Cuando por fin se permitió a los habitantes salir del búnker, sus hogares estaban destruidos y tuvieron que marcharse. Las fuerzas militares británicas utilizaron la isla deshabitada como campo de prácticas de bombardeo durante siete años.
El 18 de abril de 1947 destruyeron todas las instalaciones militares con unas 7.000 toneladas de municiones en una operación llamada «Big Bang». Cuando Helgoland fue devuelta a Alemania el 1 de marzo de 1952, la isla no era más que un paisaje de ruinas.
El Museo de Helgoland programó un evento especial para conmemorar el aniversario este año, informó Arnhold, que incluye la presentación de obras del pintor Ben Kamili, nacido en isla en 1969. Algunas de sus pinturas se exhibirán combinadas con una exposición fotográfica.
«Fotografías de calles o parajes de Helgoland de los años 1920 se yuxtaponen a imágenes desde una perspectiva comparable realizadas unos 100 años después», explicaron desde el museo.
«Este cambio basado en catástrofes documenta la vieja y la nueva Helgoland y hace que las claras obras de Kamili aparezcan como la esperanza de un futuro pacífico y alegre», agrega el texto.