Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
El fenómeno del abstencionismo ha existido por muchas décadas en Costa Rica. Cada cuatro en las elecciones nacionales se refleja un alto índice de porcentaje de este fenómeno, siendo un comportamiento electoral en crecimiento. En el caso de las elecciones municipales ha sido mucho más alto, donde los ciudadanos (as) de cada cantón o distrito demuestra poco interés de participar en elegir a sus representantes locales.
Según los estudios a partir de 1998 el abstencionismo registra un crecimiento bastante alto con más de 30% del padrón electoral. A la par de lo anterior vino aparejado con el debilitamiento del bipartidismo tradicional (Partido Liberación Nacional y Partido Unidad Social Cristiana) los partidos que han estado en gobierno en las últimas décadas y que tenían la concentración de los votos del total recibido en las urnas electorales.
Podemos afirmar que el sistema de partidos políticos en el país viene hace bastante tiempo en un franco deterioro; falta de credibilidad, pérdida de respaldo electoral y también de una militancia que antes era tradicional -se era liberacionista o socialcristiano “calderonista”-, porque los padres siempre habían pertenecido a un determinado partido; o por ser hijos o nietos (as) de padres que habían participado en la guerra civil de 1948 a favor de don José Figueres o Calderón Guardia.
Sin embargo, con el debilitamiento del bipartidismo, ambos partidos siguen triunfando en las elecciones nacionales; aunque exista un descontento del electorado en la forma de gobernar, actos de corrupción gravísimos, violaciones constantes a los principios éticos y morales, irrespeto al ordenamiento jurídico y las resoluciones de la Procuraduría de la Ética encargada de velar por el cumplimiento a la Ley contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito y demás leyes referente a temas de corrupción o deber de probidad.
Lo preocupante es el mal ejemplo que se da a la sociedad costarricense, cuando se trata de temas que rallan con la falta de ética en la función pública o política; porque los electores observan al partido que está en el poder y juzgan en general a nuestra democracia, que es sostén del sistema de partidos políticos. Entonces, los electores se deben fijar más ahora en un candidato presidencial, que representa al partido político; para saber en realidad cual va a ser su actuación. En algunos casos el candidato trasciende a los partidos políticos que son la maquinaria electoral y los que hacen el trabajo político el “Día E” o día de las elecciones.
Podemos afirmar que parte del fenómeno del abstencionismo va aparejado con el desencanto en la democracia, como sistema para solucionar los diversos problemas sociales, económicos y políticos del país. La falta de decisiones claras y políticas públicas que solucionen los problemas de gestión gubernamental; además de las diversas irregularidades produce en el ciudadano elector un desencanto democrático.
Sobre el abstencionismo Lic. Guillermo Vargas concluye: “el análisis del creciente abstencionismo electoral en Costa Rica nos exige distinguir al menos dos variantes de este fenómeno y a abandonar como razón prioritaria de él a la conclusión simplista que lo iguala a indolente irresponsabilidad. En efecto, es preciso establecer la diferencia entre el “abstencionismo racional” y el “abstencionismo apático”.
El primero es una actitud consciente de silencio o pasividad individual en el acto electoral como expresión de una determinada voluntad política de rechazo al sistema político, a la convocatoria electoral específica o bien a la no identificación con ninguno de los líderes o los programas políticos en competencia electoral. Esta actitud, que considero mayoritaria entre los abstencionistas costarricenses, es obviamente contraria a la visión de una ciudadanía abúlica e irresponsable, convirtiéndose más bien en lo que podríamos llamar un “abstencionismo activo”, un acto de desobediencia cívica o de concreción de su insatisfacción política, por lo que este “abstencionismo racional” no significa abstenerse de la participación política, sino negarse a votar, que corresponde a una actitud o comportamiento político del elector que conscientemente y por fundadas razones opta por no ejercer su derecho al sufragio.
Por supuesto que, al lado de este “abstencionismo racional”, hallamos también –aunque considero que en mucho menor grado- el contrario, el “abstencionismo apático” el que sí es un acto de indiferencia que responde “a la pereza, a la ley del mínimo esfuerzo unida a la falsa convicción de la escasa importancia del voto individual y a la ignorancia de las fuertes consecuencias de la abstención.” (Análisis de nuevas actitudes frente al fenómeno electoral: abstencionismo, no alineamiento partidario y falta de compromiso partidario del votante. Guillermo Vargas Salazar. ¿Hacia Dónde va Costa Rica? Pág. 147
Otros aspectos fundamentales a tomar en cuenta, es el fenómeno de la globalización informática, las redes sociales; el control de la prensa etc., que han permitido tener una mejor visión de los asuntos públicos. Lo que antes tal vez se tapaba o no pasaba a más; ahora la Administración Pública está más expuesta a la opinión pública, por medio del gobierno digital, páginas en internet, que permiten leer los acontecimientos del día a día. El ciudadano (a) reciente una mala comunicación política. Por ejemplo un ministro, un presidente ejecutivo o un gerente deben estar muy al tanto de lo que sucede en su propia empresa o institución. Lo mismo un presidente de la República, debe estar bien informado de las decisiones de su gobierno y no echarle las culpas a otros de sus propias decisiones; o estar buscando “chivos espiatorios” o culpables de sus propias actuaciones.
Por ahora, los partidos políticos tienen la responsabilidad de emitir buenos programas de gobierno, saberlos comunicar a la gran masa de electores (el padrón electoral tiene más de 2 millones de electores inscritos). Los jóvenes representan un alto porcentaje de votantes y nuevos electores que por primera vez van a votar en unas elecciones nacionales y desean que sus ideas sean incorporadas. Los electores no desean más de lo mismo, venir con repetidos programas que no se cumplen; porque están cansados de ser engañados de que algún día se va a dar una solución a sus problemas.
Si queremos que nuestra democracia siga siendo vigorosa, eficiente, que cumpla sus objetivos, los mejores principios y valores, debemos entre todos contribuir a las soluciones; plantear las reformas del Estado que se requiere, la mejor reforma tributaria que permita una redistribución de los ingresos y egresos; buscar la equidad y justicia social entre todos y una mejor educación cívica para todos los ciudadanos (as) sin exclusiones de ningún tipo.
El abstencionismo crece porque cada vez el electorado se decepciona más del fraudulento, injusto, discriminatorio y antidemocrático sistema vigente de elección parlamentaria, y por el deterioro del rol de los gobiernos tanto central como municipales, frente a un crecimiento mercantil, hasta de servicios de salud, educación y seguridad. Todo dentro de un modelo consumista, neoliberal y global, que cada vez es más criticado por la creciente brecha socioeconómica que genera, aunada a la pobreza, el desempleo y la reducción de oportunidades.
El electorado no está desencantado con la democracia. Todo lo contrario, lucha por una democracia auténtica y participativa. De lo que está crecientemente desencantado el pueblo es de un sistema fraudulento establecido para que las diputaciones se asignen a representantes de las cúpulas políticas y no del electorado, así como también de los políticos corruptos que mantienen en funcionamiento ese sistema, y de los gobiernos ineptos que surgen de ellos.
El desencanto con el sistema democrático es un hecho real, porque la estructura del Estado como un todo no está respondiendo, el ordenamiento jurídico necesita reformas,así como la Constitución Política como ley superior y las demás leyes deben responder a las exigencias de la sociedad. La democracia es la expresión de la voluntad general, de la mayoría y del poder que se emana de dicha voluntad. Entonces si los detentadores del poder no responden debidamente con ideas y soluciones concretas y reales, se afecta la democracia. La falta de credibilidad en los partidos políticos, los candidatos, los gobernantes es producto de un ejercicio democrático ineficiente. Concluyo que el electorado le podría cobrar a la democracia sus males, irregularidades e ineficacia etc.