Abolición militar y el derecho a la Paz

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto

Por primera vez este 1° de diciembre de 2020 se aplica la Ley N° 9803 que reforma el Código de Trabajo al declararlo el “Día de la Abolición del Ejército” como feriado de pago no obligatorio; como era el próximo martes se traslada o adelanta para este lunes 30 de noviembre; que conforme a la Ley N° 9875 modifica mediante una norma que adiciona el transitorio al artículo 148 del Código de Trabajo y así todos los feriados se trasladan para los días lunes con el fin de reactivar la economía, promover el turismo, ante los efectos de la emergencia nacional provocada por la pandemia del coronavirus covid-19; en realidad es importante uniformar los feriados y así se puede disfrutar de un fin de semana largo.

La conmemoración significativa e histórica de la abolición del ejército de Costa Rica como institución castrense militar hace 72 años inicia toda una cultura de Paz; ya que al darse la supresión de todas las fuerzas armadas, se llevó a cabo en el antiguo Cuartel Bellavista que hoy es sede del Museo Nacional, el acto simbólico e histórico de parte de don José Figueres Ferrer Presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República, cuyo objetivo fue destinar los recursos económicos al mejoramiento del desarrollo social y económico del país; en especial a la educación y cultura, así como ha servido para fortalecer la salubridad pública, etc. Posteriormente en la Constitución de 1949, la Asamblea Nacional lo eleva a rango Constitucional.

El Artículo 12 Constitucional expresa: “Se proscribe el Ejército como institución permanente. Para la vigilancia y conservación del orden público, habrá las fuerzas de policía necesarias. Sólo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares; unas y otras estarán siempre subordinadas al poder civil: no podrán deliberar, ni hacer manifestaciones o declaraciones en forma individual o colectiva.”

La Sala Constitucional desarrolló en su jurisprudencia el concepto del Derecho a la paz así: “En otra sentencia refiriéndose a los valores fundamentales de la identidad costarricense: “…pueden resumirse …en los de la democracia, el Estado Social de Derecho, la dignidad esencial del ser humano y el sistema de libertad”, además de la paz (artículo 12 de la Constitución Política), y la Justicia…” (ver sentencia N° 1313-93). Lo anterior, evidencia que el derecho a la paz tiene en el sistema costarricense un reconocimiento normativo que se deriva, no solo del texto de la Constitución Política, sino de los Tratados Internacionales ratificados por nuestro país, un reconocimiento jurisprudencial derivado de las sentencias emitidas por la Sala Constitucional; y sobre todo un reconocimiento social, conforme al sentir y el actuar de los propios costarricenses.

Ahora bien, la construcción de la paz, como lo afirma cierta parte de la doctrina europea, constituye una tarea abierta cuyo logro responsabiliza y compromete a cada habitante del país, y en especial, a quienes ejercen el poder dentro de los Estados. De ahí que sobre las autoridades del Gobierno recae el esfuerzo mayor de alcanzar, mantener y consolidar la paz del país, aunado a la finalidad de fortalecer las relaciones de cooperación pacífica entre todos los pueblos. Por ello, la búsqueda de la paz en un Estado no solo se circunscribe al ámbito interno, sino también externo, de modo que aquella sea respetada por los demás Estados.” (Sala Constitucional Voto N° 2008-14193)

Recordemos que posteriormente a la abolición del ejército militar; se dieron varios eventos entre los años de 1950 a 1955; donde algunos calderonistas y comunistas que habían sido derrotados en la Guerra Civil de 1948; conspiraron contra el gobierno de la República; se dieron arrestos el 11 de agosto de 1950 ya que tenían informes de que se preparaba un movimiento revolucionario; “se informó que el jefe de los presuntos revolucionarios era Víctor Wolf. Para julio de 1954 un grupo revolucionario partidario del ex presidente Calderón Guardia tomó la casa del Resguardo en la Boca del río Sarapiquí y se parapetó en dicho lugar con fuerza; entre los integrantes estaban Claudio Mora Molina era el jefe, Rodrigo Pacheco Musmani, Julio Callejas Tamayo, Fernando Fonseca Tortós, Rodrigo Arauz Bonilla, José Joaquín Quirós entre otros; luego huyeron hacia Nicaragua y pidieron asilo político.

En enero de 1955 exilados calderonistas invaden el país desde Nicaragua; que recibían el apoyo del Gobierno de Anastasio Somoza García, quien quería ayudar a derrocar a su enemigo don Pepe Figueres; las relaciones entre ambos países eran tensas y de mucha tirantez, incluso Somoza culpaba que el atentado contra su vida unos meses antes se había preparado en Costa Rica con el conocimiento del gobierno costarricense. Somoza facilitó a los emigrados costarricenses el campamento militar de Coyotepe para que se organizasen e hiciesen sus entrenamientos; cuyo jefe militar del grupo revolucionario era el mayor Teodoro Picado Lara, nombrado según se decía por el propio Somoza; y se contó también con la colaboración de algunos miembros de la Guardia Nacional de Nicaragua. (Fuente: Libro “Hechos Militares y Políticos.” Rafael Obregón Loría. Págs. 348, 349,350 y 351)

Todos estos eventos de índole militar; se hicieron en momentos en que ya se había abolido el ejército militar; aún así fue necesario llamar a las reservas de excombatientes para ir a combatir a las zonas de conflicto, y poder así defender al Gobierno y la Institucionalidad. Más adelante en 1983, a raíz del conflicto militar en Centroamérica y los problemas en la zona fronteriza con Nicaragua; el presidente de la República Luis Alberto Monge (1982-1986) firma el decreto de “La Proclama de Neutralidad Perpetua y No Armada de Costa Rica en los conflictos bélicos”; siendo la culminación del proceso de desarme unilateral y voluntario iniciado por Costa Rica en 1949; y con base en la Carta de las Naciones Unidas que establece la obligación para los Estados miembros de abstenerse de recurrir a la amenaza y al uso de la fuerza contra la integridad territorial, la soberanía o la independencia política de cualquier Estado. Precisamente han pasado 37 años luego de esa Proclama.

En 1987 se da el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al Presidente de la República Oscar Arias (1986-1990), por su excelente interposición de buenos oficios y facilitador de la firma de la paz en Centroamérica; esto consolida aún más la identidad de paz de la sociedad costarricense; que prefiere la civilidad, el pacifismo a la hora de resolver sus problemas tanto internos; como abogar por la paz en los conflictos internacionales. Podemos afirmar que nuestra identidad de paz está en el ADN del ser costarricense. Por lo que es claro que el país debe privilegiar el Derecho a la paz en todos los ámbitos. Esto convierte a Costa Rica en un referente mundial; primero por la abolición del Ejército militar y luego por la tradición y cultura de la paz como un valor superior.

Finalmente, en días recientes el Presidente de la Asamblea Legislativa Lic. Eduardo Cruickshank, presentó el proyecto de ley N° 22.289 para declarar “Héroe de Paz” al Expresidente de Costa Rica José Figueres Ferrer, por su decisión de abolir el ejército hace 72 años; indica: “Se declara Héroe de Paz a José Figueres Ferrer, por su gesta heroica de abolir el ejército como institución permanente en Costa Rica.” En la exposición de motivos de la iniciativa de ley, se indica que el mundo suele distinguir como héroes a aquellos hombres y mujeres que protagonizan extraordinarias gestas militares en defensa de la patria. Para el legislador, con la abolición del ejército, es preciso que el concepto de héroe o heroína nacional cambie y tome una “nueva dimensión” para que, el heroísmo nacional se establezca con base en grandes gestas o hazañas “a favor de la paz y no a favor de la guerra” (Fuente Allan Madriz/EP internet).

Esperemos que se haga realidad la aprobación de este proyecto de ley del acto valiente y victorioso de un General triunfador de una guerra civil y que procede a abolir las fuerzas militares; esto es extraordinario y trasciende la historia de la humanidad y se fusiona en el alma de los costarricenses.

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