Una oportunidad para reflexionar, sobre la Teología de la Liberación
Ocean Castillo Loría
Parte II
VI
¿Qué hemos dicho hasta aquí?:
- Gutiérrez, define quiénes son los pobres; y de seguido, se enfoca en la espiritualidad y fe, de esos pobres, en su fundamento teológico.
- El también conocido como “El Pacto de las Catacumbas”, inspiró directamente a teólogos, como Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Pablo Richard, Jon Sobrino y Enrique Dussel; así como obispos de la talla de Oscar Arnulfo Romero (El Salvador), Pedro Casaldáliga (Brasil) y Samuel Ruiz (México).
- El sacerdote Gustavo Gutiérrez, veía el sufrimiento del inocente en su país de origen, de ahí, la pregunta que guiará su práctica y reflexión teológica: ¿Cómo comprender a Dios en el sufrimiento del inocente; cómo comprender a Jesús resucitado en un mundo donde las personas debido a la opresión mueren antes de tiempo; cómo encontrar a Dios liberador en un mundo donde falta fraternidad y solidaridad?
- Seamos claros: Gustavo Gutiérrez, fue denigrado eclesiásticamente, muchos decían que, la intención del teólogo, era justificar hasta la violencia guerrillera en América Latina. Tales argumentos, permitían “lanzar una cortina de humo”, de nuevo, sobre el “régimen de cristiandad”, del que ya hemos hablado: en muchas partes del mundo, la iglesia, siendo parte de las injusticias y las opresiones, pero “viendo para otro lado” (Juan Pablo II en Chile, con Pinochet; la tensión dentro de la comunidad de fe, de Marcial Maciel etc.). además, mostramos múltiples ejemplos de la persecución y sanciones a los teólogos de la liberación, durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Valga decir que, en esa tensión, Benedicto XVI, insistía en que, el Concilio Vaticano II, “era solo pastoral”, con lo que, debilitaba sus resultados: entre ellos, la Teología de la Liberación. Para Gutiérrez, esto es falso: “El Concilio Vaticano II, es el Concilio más teológico de todos, en la historia de la iglesia”, llegaría a decir. La tesis del alemán y la refutación del peruano, demuestran la difícil aceptación del Concilio.
Incluso, Gutiérrez, decía, por ejemplo, que en el documento del Sínodo del 20 aniversario del Concilio Vaticano II (1982), no se veía ningún afán conservador o restaurador. Ya desde ese momento, el inca decía que, no se puede culpar al Concilio, de lo que en el mundo sucedería después (Ya siendo Papa Emérito, Benedicto XVI, diría que, hasta los resultados del Concilio, alimentarían desordenes posteriores).
Esto es interesante, tal parece, que, por lo general, el catolicismo, sacraliza las estructuras existentes, pero, cuando conviene, las desacraliza. De toda suerte, por ejemplo, en muchas ocasiones, cuando las estructuras son sacralizadas, terminan formando parte de lo que podríamos llamar, “el sistema de dominación – opresión” (Por ejemplo, las instituciones de colonización, de los siglos XVI y XVII).
En esta línea, si vemos la teología de Gutiérrez, nos daremos cuenta que, se esfuerza por pasar de “un cristianismo sacral” (Que legitima el sistema ya mencionado), a anunciar y concretar (Cuando menos parcialmente), el Reino de Dios, que vendrá de forma trascendente (Y decimos nosotros, de forma total), en el futuro.
Así, la Teología de la Liberación, implica un cristianismo social (Favor no confundir con la presunta ideología de los partidos “evangélicos” en Costa Rica), que anuncia y prepara el Reino de Dios en este mundo.
Dicho esto, aprovechemos pues, para hacer el siguiente señalamiento: véase que, por ejemplo, en el conservadurismo de partidos, como “Nueva República”, hay en el fondo una idea de “un orden fijo”; implícita o explícitamente, “ese orden, es querido por Dios”, de igual manera, es “su voluntad”, la dominación – opresión, que de ese orden se derivan. 
En oposición, Gutiérrez, propone un cambio de estructuras: económicas, políticas y sociales; pero no desde el marxismo, sino, desde el Evangelio, esto, para servicio de la humanidad, sobre todo, de los pobres.
Resumida así, la tesis central de la Teología de la Liberación, se entiende por qué ha alimentado movimientos de promoción social y de concientización, que han surgido y surgen en América Latina y en el mundo.
Es pues, este modelo teológico, un programa de transformación del pensamiento y de la vida cristiana, esto, poniendo por encima de la teoría, la praxis: de nuevo: “la praxis”, es el “acto primero”, la teología, “es el acto segundo” (Y diría Leonardo Boff: “el primer paso de la teología, debe ser la oración”).
Con este aporte inmenso, para muchos, Gustavo Gutiérrez, se convirtió en una figura venerable del pensamiento católico, y esto, nos lleva al quinto punto, que ya hemos expresado en este amplio ensayo: con el Papa Francisco, y podríamos agregar, con “Dilexit Te”, de León XIV, la Teología de la Liberación, tiene un reconocimiento más que básico. Además, el día del entierro de fray Gustavo, se hacía público, el mismo reconocimiento de su iglesia diocesana del Perú.
Ese reconocimiento, ya tenía gran peso en la esfera internacional desde antes: por ejemplo, Gustavo Gutiérrez, fue parte de la connotada revista “Concilium”, donde compartió, con los más importantes teólogos, de la segunda mitad del siglo XX:
- Boff.
- Congar.
- Duquoc.
- Elizondo.
- Fiorenza.
- Floristán.
- Kung.
- Manazan.
- Metz.
- Moltmann (Del que también se cumplió un año de su fallecimiento, el pasado 3 de junio).
- Rahner.
- Schillebeeckx.
- Schüssler.
En otro orden de cosas, el modelo teológico del inca, ha cubierto a un numeroso conjunto de teólogos y teólogas: ya hemos citado a muchos, ahora a algunos, nos vamos a permitir retomarlos y a otros, mencionarlos por primera vez:
- Juan Luis Segundo: ya hemos dicho, que él venía trabajando en una teología liberadora, desde los inicios de las reflexiones de Gutiérrez; de ahí una primera sistematización del modelo liberador, esto, en su libro: “De la sociedad a la teología”; además, dirá que hay proyectos históricos, que están cercanos al “Reino de Dios”, esos proyectos, son aquellos que buscan cotas de justicia, fraternidad, igualdad y reconciliación en la humanidad. este gran teólogo, hizo un esfuerzo inmenso, por sistematizar los pilares centrales de la Teología de la Liberación: evidencia de ello, son dos de sus profundos libros: “Teología Abierta para el Laico Adulto” y, “Jesús de Nazaret ante el mundo de hoy”.
- Leonardo Boff: ya hemos hablado de este teólogo brasileño: después de la salida del ministerio católico, continuó enseñando y escribiendo, pero desde fuera de las estructuras eclesiales, así, pasa a ser una figura de la teología laica latinoamericana. En ese rol, son claves sus obras sobre ecología y sobre espiritualidad planetaria. No puede negarse que, sus aportes al tema ecológico, fueron retomados por el Papa Francisco, en su Encíclica: “Laudato Si”.
- Hugo Assman: él dirá que, en el primer mundo, hay una especie de lógica cínica: éste, estaría instalado en la razón moderna, por eso a muchos actores, les cuesta entender que, la razón de la Teología de la Liberación, es, en última instancia, la razón de los pobres; para él, la única salida de las teologías, incluidas las producidas en el primer mundo, es, tomar conciencia de la dependencia y dominación de los oprimidos; a él corresponde también, una de las primeras sistematizaciones de la Teología de la Liberación, en su libro: “Opresión – liberación: Desafío a los cristianos”. Por otra parte, debe decirse que este teólogo, sí asumió de manera consciente el método marxista. Precisamente, Gustavo Gutiérrez, diría que, contrario a las teologías del primer mundo, la Teología de la Liberación, dialoga con los poderes económicos y políticos, que sostienen al oprimido (“La no persona”). Para el peruano, esas teologías, no cuestionaran al burgués ilustrado, ese, cuya calidad de vida, está sostenida por las “no personas”.
- Jon Sobrino: después de la sanción de la que ya hemos hablado, su trabajo se ha centrado en tres ejes: memoria de los mártires, cristología desde las víctimas y la iglesia de los pobres. se dice que, con Francisco, Sobrino es reivindicado indirectamente, por medio de la canonización de Monseñor Romero. Si entramos un poquito en la teología de Sobrino, nos daremos cuenta que, la economía de la salvación, se vive en la resistencia de los pueblos.
- José Comblin: uno de los autores claves en los inicios de la Teología de la Liberación; de ahí, su presencia en 1972, en lo que se conoce como el “Encuentro del Escorial”, donde tuvo espacio de exposición; en algún momento, haría importantes reflexiones sobre los “regímenes de seguridad nacional”; para Comblin, la Biblia y la Tradición cristiana, tienen un mensaje de liberación, pero, al abrazar la filosofía griega, éste se disolvió. Este brasileño, dirá que, la defensa de los Derechos Humanos, es una práctica de la iglesia, reflejada, por ejemplo, en la praxis de Hélder Cámara. Dentro de lo que ya hemos expuesto, este es uno de los teólogos, que dice que la iglesia, no debe apoyar un proyecto político clasista. Para algunos autores, a veces cae en la contradicción de ir: “de una lucha de clases al reformismo”. En la década de los 90, sus trabajos, versaron sobre: “la opción por los pobres”: él dirá que esa opción, es el gran aporte del cristianismo a la antropología; de ahí, que proponga, “un humanismo desde los pobres”. Finalmente, en nuestro caso particular, nos parece valiosísimo, un libro de su autoría: “El Neoliberalismo: ideología dominante en el cambio de siglo”.
- Pedro Trigo: El tono de su obra, es menos polémico, que el de otros teólogos de la liberación; además de ser más sistemático, con él, se ve claramente la articulación de fe cristiana, experiencia humana y, movimientos populares latinoamericanos. Para ello, aborda los siguientes tópicos: antropología teológica, cristología desde la encarnación, una eclesiología desde el pueblo y, el tema de la liberación integral.
- Ronaldo Muñoz: Este teólogo, cumplió el postulado de partir desde la praxis, para hacer teología; esto, porque fue un teólogo de base, pastoral y popular; él partía, desde las vivencias de las Comunidades Eclesiales de Base. Los ejes fundamentales de su pensamiento eran: una teología popular, una cristología de la liberación, una eclesiología comunitaria, el tema de la fe y el compromiso histórico; y una espiritualidad liberadora.
- Pablo Richard: en un momento de su caminar, se preocupó por buscar una mediación adecuada, para una teología históricamente significativa, para América Latina, haciendo una clara distinción entre opresores y oprimidos; a finales de los sesentas y principios de los setentas, insiste en el tema de la racionalidad socialista, es decir, de una praxis revolucionaria, que alimente la teología; luego entraría a profundidad, en el tema de la lectura liberadora de la Biblia; del mismo modo, hablará de la crítica profética, a los poderes económicos y religiosos, así como la esperanza activa en el Reino de Dios; podemos decir que, los principales aportes de este teólogo en el tiempo, digamos, más reciente, fueron en la hermenéutica bíblica liberadora. Los rasgos fundamentales de su teología, son los siguientes: la Biblia como libro de resistencia, una teología desde las víctimas, una crítica profética al neoliberalismo, una relectura de la iglesia y el Reino de Dios y una escatología espiritual y política.
- Juan Carlos Scannone: cumplía una labor crítica dentro del modelo teológico (“Simpatía Crítica”); asimismo, como otros teólogos citados, tuvo su espacio de exposición, en “El Encuentro de El Escorial”; su área de especialización fue lo que se conoce como: “La Teología del Pueblo”, que incidió fuertemente, en el Papa Francisco; en ella, el pueblo, tiene una dimensión histórico – cultural; siendo la mediación teológica, la historia y las ramas de la antropología, cultural y social; como diferencia con Gutiérrez, parece no enfatizar tanto, en la categoría de: “pobre”. Su teología, se centró en la marginación de los pueblos latinoamericanos, al no permitírseles desarrollar su propio proyecto, histórico – cultural. En esta lógica, no es afín a las categorías marxistas; entonces hay un enfoque de la praxis, pero desde los pueblos latinoamericanos.
- Diego Irarrázaval: su principal aporte, fue en Teología de la Liberación Andina y Latinoamericana, sobre todo en cristología inculturada, pueblos indígenas y espiritualidad popular; en estas líneas, rechazó la reducción sociológica del cristianismo, propuso una espiritualidad de reciprocidad y, enfatizó el valor teológico de la fiesta, la danza y la reciprocidad andina.
- Sergio Torres: quien se enfocó en: la praxis como lugar teológico, la iglesia como pueblo de Dios liberador, la teología como proceso comunitario y el diálogo entre fe y transformación social.
Además, ya hemos hablado de una teología feminista latinoamericana de una extraordinaria calidad. Entre las teólogas que podemos citar, están las siguientes:
- Elsa Tamez.
- Ivone Gebara.
- María Clara Bingemer.
- Virginia Azcuy.
- Ana María Isasi – Díaz.
- María Pilar Aquino.
- Nancy Bedford.
Con lo dicho, es claro que, con la Teología de la Liberación, se confirma la edad adulta de la iglesia latinoamericana, esto, en cuanto con este modelo, se depende menos, de un catolicismo occidental romano “desde fuera”.
VII
Como puede verse, la Teología de la Liberación, genera un vínculo entre teología y realidad social: esto lo hace, empezando por el método teológico: tal tesis, nos hace regresar a la historia de la iglesia: en Occidente, la teología se encuentra con la filosofía helenista, a partir del siglo IV.
No queremos cometer errores epistemológicos, por lo que diremos que: a partir de ese momento, la aportación bíblica, con el pensamiento filosófico – teórico, genera un robustecimiento de la teología.
Por su parte, ya hemos dicho que: a partir del edicto de Milán, del año 313, sumado a la caída del imperio romano, se inicia y consolida, lo que, en esa historia, se conoce como “el régimen de cristiandad”, siendo una de sus características principales, el que la jerarquía eclesiástica, desease conservar el poder.
Con esta característica, viene unida una visión jerárquica y sacralizada de la realidad: la teología, sostenía el orden establecido; esto, tanto en el plano económico como político. El asunto es, que para decirlo en términos muy gruesos: la Teología de la Liberación, más que iniciar por la “filosofía pura”, comienza, observando la realidad.
Adentrándose en esa realidad, pero con “los lentes del compromiso hacia la causa de Dios”. Esto lo hicieron los profetas, esto lo hizo, Jesús de Nazaret. Y recuérdese que, Jesús, no era un teórico, no era un escriba; era Jesús, un promotor y un mensajero del Reino de Dios.
Evidenciemos esto, entrando en la Teología Bíblica: el Evangelio más antiguo, es el de San Marcos: en el capítulo 1, versículo 15, leemos: «El tiempo ha llegado», dijo, «y el reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia».
Pues bien, así la Teología de la Liberación, para adentrarse en la realidad, no se ubica desde la filosofía, sino, desde las ciencias sociales: pero ellas, no subordinan la teología, ellas, son: “mediación socio analítica”, para conocer mejor la realidad.
Para dejar el tópico claro desde el principio: en ese adentrarse en la realidad, se descubre que, debe ser transformada, pero esa transformación, debe venir de la escucha de la Palabra de Dios. valga decir (Volvemos a la Teología Bíblica), que, de ahí, también viene la fe: ella, viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10: 17).
Aquí es donde, en el proceso de conocer la realidad, en muchas ocasiones, se usa la teoría sociológica marxista: en este momento, vale la pena hacer una aclaración fundamental: una cosa es la teoría sociológica marxista; y otra la ideología política marxista. Entremos en algún detalle:
La diferencia entre teoría sociológica e ideología política, marxistas, es en los niveles epistemológicos y de objetivos de aplicación: la teoría sociológica es analítica y crítica (Así la usa la Teología de la Liberación): desde esta perspectiva, se usan las categorías de: clase social, modo de producción, lucha de clases etc.
Las características de la teoría sociológica marxista, son:
- Tiene un carácter científico y crítico, no necesariamente militante.
- Busca explicar los mecanismos estructurales del capitalismo y la reproducción del poder.
- Es usada como marco teórico en: antropología, ciencias políticas, economía, filosofía, historia, sociología.
- Puede coexistir, con enfoques no marxistas: estructuralistas, poscoloniales o Weberianos.
Para citar algunos autores representativos, podemos mencionar:
- Marx y Engels: hacen un análisis materialista de la historia, y una crítica de la economía política.
- Althusser: hace una mezcla entre marxismo y estructuralismo, él distinguirá, al “Marx joven”, del “Marx viejo”: el primero, sería filosófico y el segundo, más científico: esto sería clave para muchos teólogos de la liberación: la frase de que: “la religión, es el opio de los pueblos”, corresponde al “joven”; en su madurez, Marx, haría otras reflexiones sobre el tema religioso.
- Poulantzas: hablará del Estado, como relación social: de hecho, valga que contemos una experiencia: conteste al análisis político, este autor, dice que el Estado, “está atravesado por intereses de clase”. Este autor, fue clave en nuestra formación, de uno de los cursos de Ciencias Políticas.
- Ernesto Laclau y Chantal Mouffe: reinterpretan el marxismo desde la teoría del discurso y el posmarxismo.
- Immanuel Wallerstein: adapta categorías marxistas al análisis del capitalismo global y el sistema – mundo. Esto influiría en las tesis del economista y teólogo, Frantz Hinkelammert, sobre todo, en materia del capitalismo como sistema – mundo. En el caso del teólogo bávaro, con este instrumental, profundizará la categoría de “mundo”, en San Juan (Para enterarse, recomendamos el libro: “El grito del sujeto: El teatro – mundo del evangelio de Juan al perro mundo de la globalización”. DEI. 1998).
En materia de ideología: en el campo político el marxismo, es una doctrina normativa y práctica; ella busca transformar la sociedad. Desde la perspectiva más clásica por la vía revolucionaria, esto, teniendo como motor: la lucha de clases, la abolición de la propiedad privada y la construcción de una sociedad sin clases.
Entre las características del marxismo como ideología, podemos citar:
- Tiene el objetivo de orientar la acción política.
- Aspira a la transformación social, de cara a la justicia e igualdad, en materia económica.
- Se expresa en movimientos, partidos y regímenes.
- Reinterpreta las ideas de Marx, para legitimar programas políticos concretos.
Entre los autores representativos, exponemos:
- Vladimir I. Lenin.
- Rosa Luxemburgo.
- Antonio Gramsci.
- Mao Zedong (Conocido comúnmente como: Mao Tse Tung).
- Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara”.
Entonces: una vez más: la teoría sociológica marxista, es usada por la Teología de la Liberación, como una herramienta de análisis social y de conocimiento de la realidad. Como puede verse: Joseph Ratzinger, luego, Benedicto XVI, no entendió esto: dicho, con distintas palabras: el marxismo no es punto de partida, no es presupuesto: es ayuda complementaria, para el conocimiento de las economías y las sociedades.
Así las cosas: la palabra central de la Teología de la Liberación, no viene de la teoría sociológica marxista, ni de ninguna otra teoría sociológica; sino, de la experiencia bíblica, es decir, de la Palabra de Dios: desde el Éxodo, pasando por los profetas, hasta llegar a Jesús de Nazaret (En su vida y su Pascua).
Queda más claro el aporte de Gustavo Gutiérrez: así se le arrebata la teología al conservadurismo; la teología, pasa a ser conocimiento práctico, conocimiento al servicio del Evangelio de Jesucristo, sobre todo, en lo que refiere a la liberación de la humanidad.
Desde esa teología, ya muy desde sus comienzos, América Latina, era vista como: subcontinente de opresión y despojo. Pero, este era solo el inicio del impacto de la Teología de la Liberación, a nivel mundial.
Ese modelo teológico, termina armonizando:
- Pensamiento y vida.
- Teoría y praxis.
- Rigor metodológico y denuncia profética de las injusticias.
- Discurso religioso y ciencias sociales.
- Salvación y justicia.
- Estudio y oración.
- Espiritualidad liberadora y compromiso social.
- Contemplación y acción.
- Amor universal y opción preferencial por las personas y los colectivos empobrecidos.
Con esta síntesis y volviendo a recordar, que el paso inicial, implica: “conocer la realidad”, ese adentrarse en la realidad, es adentrarse en “el reverso de la historia”: es por ese camino que, el Papa Francisco, llegará a hablar de: “la globalización de la indiferencia”: esa indiferencia, es la que nos hace, incapaces de compadecernos ante el clamor de los otros, de llorar el drama de los demás (Ya hemos hablado de los dramas contemporáneos); y de cuidar a las personas más vulnerables, esas que terminan siendo: “los descartables”.
Al comienzo del caminar, en este “reverso de la historia”, lo primero que tiene claro Gutiérrez, es que, América Latina, estaba viviendo grandes transformaciones culturales y grandes injusticias sociales; cuyas consecuencias eran (Son): la miseria y la violencia.
Asimismo, ya hemos dicho que: Gustavo Gutiérrez, diría que, contrario a las teologías del primer mundo, la Teología de la Liberación, dialoga con los poderes económicos y políticos, que sostiene el oprimido (“La no persona”). Para el peruano, esas teologías, no cuestionarán al burgués ilustrado, ese, cuya calidad de vida, está sostenida por las “no personas”:
- Los pobres de carne y hueso.
- Los migrantes.
- Los sin tierra.
- Los hambrientos.
Paralelamente, el sistema de dominación, genera toda una idolatría, de lo que se denomina: “calidad de vida”, el poder, la riqueza. Esto, teológicamente, hace que Dios, se aleje donde no se practique la justicia.
Diría Gutiérrez, que el camino de esa conciencia, comenzó en los 60, y ella, fue muy bien acogida en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en Medellín, Colombia. Este es el contexto, en el que surge e impacta la Teología de la Liberación, esto, en comunidades cristianas, movimientos apostólicos etc.
Pero es de hacer notar, que el peruano decía: “Sin Concilio Vaticano II, no tendríamos Teología de la Liberación. Ya hemos dicho que: esto será clave en su obra posterior, por ejemplo, cuando cita la Constitución del Concilio: “Gaudium et Spes” y “Popolorum Progressio”, de Pablo VI.
En una entrevista de mediados de los 80, expresaría, que, en lo concreto, el numeral 21 de esa Encíclica, donde habla del “desarrollo integral”, fue para él, el punto de partida para hablar de “liberación total”, que es el concepto que aparece en el libro de 1971.
El teólogo suramericano, expone que la Encíclica de Pablo VI, tuvo en principio, en América Latina, un mayor impacto, que las primeras declaraciones del Concilio Vaticano II. De ahí, se alimentaría la presencia de la iglesia entre los pobres. valga decir, que esto trató de ser combatido, en los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Asimismo, indudablemente, la iglesia latinoamericana, tiene más visibilidad, desde Francisco y León XIV.
En esta línea, no puede negarse que la misma Teología de la Liberación, ha sustentado la identidad de esta iglesia y el pontificado de Francisco; esa identidad, ha permitido, muy posiblemente que muchos alejados de la iglesia, ya han regresado a ella.
VIII
Como puede verse, la Teología de la Liberación, impacta la cultura política; en buena teoría, los adherentes a este modelo teológico, no solo participarían en política, basados en las ideologías de la derecha o la izquierda, sino, sustentados en: la coherencia ética, comunitaria y liberadora.
Con esta base, se verían favorecidos los partidos marxistas, socialdemócratas o de izquierda cristiana. Teólogos como Leonardo Boff y Pablo Richard, dicen que, la liberación cristiana, implica, una “praxis histórica”: pero esa praxis, con la idea de la transformación, por ello, la fe, sustentada en este modelo, no es despolitizada.
Regresamos aquí, al porqué, por ejemplo, José Comblin, escribió contra el neoliberalismo, y como vimos muy al comienzo de este trabajo, otros teólogos, como Víctor Codina, criticaban el “régimen de cristiandad”.
En la práctica, muchos miembros de las Comunidades Eclesiales de Base, participaron y participan en movimientos, con fuerte inspiración cristiana y popular:
- En el Brasil, en el PT, confluyeron sacerdotes, obreros, pastoralistas y laicos, formados en la Teología de la Liberación. A Lula, lo apoyaron miembros de la Pastoral de la Tierra y, el Movimiento de los Sin Tierra.
- En Chile, algunos teólogos de la liberación, apoyaron a “la Concertación”, sobre todo, a los demócratas cristianos y a los socialistas.
- En El Salvador, muchos se inclinaron por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
- En Nicaragua, en la primera etapa de lo que se conoce como la “Revolución Sandinista”, importantes sacerdotes, participaron en el gobierno (1979 – 1990): Gutiérrez, diría que, si bien, la Teología de la Liberación, pudo haber colaborado con la creación de “la iglesia popular”, ella, no era, completamente “liberadora”; además, en aquel momento, había cristianos que, se oponían al uso del término: “iglesia popular”, esto, por considerarla una expresión impuesta desde afuera. Aquí, no puede perderse de vista que, Gutiérrez era amigo de Miguel D’ Escoto; esto cambiaría después, cuando el Cardenal Miguel Obando y Bravo, apoyó a Daniel Ortega y Rosario Murillo.
- En otros países como México, teólogos como Samuel Ruiz, José Porfirio Miranda o Eleazar López Hernández, acompañaron a movimientos indígenas, que no siempre se identifican o identificaron con partidos políticos tradicionales, sino, con formas autónomas de poder comunitario.
- Para hablar de países como Argentina, el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo o la Pastoral Villera, tienden al Peronismo (Aquí cabe recordar, por ejemplo, a Carlos Mugica). En Chile y Perú, tienden a apoyar a socialdemócratas o a marxistas.
- En el caso Centroamericano, se ha observado que los simpatizantes de la Teología de la Liberación, son selectivos en la escogencia de los proyectos que apoyan (Cooperativismo, municipalismo, desarrollo comunal).
- En términos del “deber ser”, se supone que la Teología de la Liberación, nos debe llevar a preguntarnos: ¿Qué partido contribuye realmente a la liberación integral del pueblo pobre?
Por otra parte, ya hemos dicho que, el Pontificado de Francisco (2013 – 2025), revalorizó muchos de los postulados de la Teología de la Liberación: su crítica al capitalismo monetarista, su lucha por una ecología integral y el llamado a una fraternidad universal. Esto ha vuelto a inspirar el compromiso político en muchos cristianos. De ahí, en muchos casos, el apoyo del centro hacia la izquierda, del espectro ideológico y a muchos movimientos sociales.
Como puede verse, aquí está presente “La Teología del Pueblo”, que incidió fuertemente, en el Papa Francisco; en ella, el pueblo, tiene una dimensión histórico – cultural; el pueblo es: “sujeto teológico”.
Así, desde las Ciencias Políticas podemos decir que: los adherentes a la Teología de la Liberación, tienden a apoyar una cultura política participativa, con claro signo liberador. Este signo liberador, es propio de la Teología Histórico – Crítica: el poder político, debe ser para servir; y el Estado, como instrumento de justicia.
Autores como Philip Berryman y Christian Smith, han mostrado que, la Teología de la Liberación, politizó moralmente la fe, ello, sustentó a los proyectos políticos de corte socialdemócrata y más hacia la izquierda.
Entonces, como diría Max Weber, hay una “ética de la convicción”, ella es la que se practicaría desde el modelo teológico que estamos analizando y reflexionando; ella, unida a la ética de la responsabilidad (Eficacia política), se concreta en los contextos de exclusión y pobreza.
Así las cosas, contrario a lo que en Costa Rica, conocemos como: “partidos evangélicos”, la Teología de tipo liberador, no produce simplemente: “votantes religiosos” (Que, por cierto, en la presente campaña electoral, están siendo también disputados por el oficialismo); los votantes con compromiso político, en la línea del Magisterio de Francisco y “Dilexit Te” de León XIV, son votantes, ético – políticos, críticos del orden establecido, ello, en el caso costarricense, les hace demandar una democracia social; y no solo política.
Desde la perspectiva de Norberto Bobbio, los adherentes a la Teología de la Liberación, se ubican en el postulado izquierdista de la igualdad, más que, en el de la libertad económica (Derecha).
Si se toman las dimensiones clásicas para el análisis del comportamiento electoral, encontramos lo siguiente:
- Estructuralmente: provienen de sectores: populares, rurales, urbanos, empobrecidos; con fuerte organización comunitaria y sindical.
- Culturalmente: la fe cristiana, implica dinámicas de solidaridad, aquí, reinterpretada en clave emancipadora.
- Ideológicamente: se orientan, del centro hacia la izquierda y más hacia la izquierda.
En el caso de América Latina, actualmente hay una mezcla de demandas económicas y demandas culturales; hay pues, una combinación de cultura – espiritualidad – racionalidad política. Si vemos el tema desde una perspectiva sociológica, nos daremos cuenta que, los adherentes de la Teología de la Liberación, crean “un habitus político religioso” (Pierre Bordieu), desde donde desafían el monopolio simbólico del clero: se crea pues, un campo autónomo de acción política, desde los pobres.
Así, retornando al Papa Francisco, pero desde las Ciencias Políticas, éste recupera categorías de la Teología de la Liberación: con ellas, hay una repolitización de la moral (¿De la ética?) pública; en oposición al economicismo, al neoliberalismo global.
Por otro lado, (Volviendo a la Teología), tras la caída del “Socialismo Real”, y al auge de la globalización neoliberal, tanto las ciencias sociales como la teología, se entregan a una lectura posmarxista.
Esto, lleva a lecturas más allá de la economía, y, a su vez, manteniendo la opción por los pobres; así, Leonardo Boff, Rafael Luciani y Pablo Richard, nos dicen que, la liberación, debía entenderse desde una visión multidimensional (Clase, género, etnia, ecología); entonces: desde un objetivo instrumental, la herramienta marxista clásica, se transforma, en posmarxista; con lo que subraya los elementos relaciones y símbolos del análisis y la reflexión teológica.
Por eso, la Teología de la Liberación, desde la década de los 90, tiene enfoques “interseccionales” y comunitarios; de allí que, en el “Pueblo de Dios”, están los oprimidos (No solo el proletariado); esto puede derivarse del Concilio Vaticano II, Medellín, Puebla, Aparecida y del Magisterio de Francisco.
Y de nuevo, yendo a una Teología Histórico – Crítica (Borg y Crossan), el proyecto de Dios, que iniciara Jesús de Nazaret, se opone a los instrumentos políticos, económicos y culturales, de lo que hoy es el sistema de dominación.
Así las cosas, el análisis económico que, marcó al comienzo la Teología de la Liberación, pasó a ser, una ampliación del lente de análisis y reflexión; se llega pues, a la crítica del sistema de dominación, al “sistema de muerte” (Boaventura de Sousa Santos y F. Hinkelammert). Esto a su vez, amplía la cobertura de la categoría de: “oprimido”: el obrero, el campesino, la mujer, el indígena, el migrante, la ecología.
Entonces, de este modo, se “repolitiza la ética”, y en esa dinámica, se manifiestan diversas ramas de la Teología de la Liberación:
- Feminista.
- India.
- Ecoteología.
En este contexto, a su vez, se han venido dando cambios, en las formas de acción colectiva: precisamente, mientras estamos escribiendo este amplio ensayo, en el IV Congreso de Teología Latinoamericana, que se realizó en Perú (octubre 2025), el periodista Raúl Zibechi, expuso que, el mundo no se puede seguir leyendo, desde las formas de emancipación y lucha, de las décadas de los 70 y 80.
En esta línea, dice Zibechi que: “la trama de la supervivencia de la humanidad y su reconstrucción está siendo tejida por los pueblos ya sean originarios, negros, campesinos o de las periferias urbanas”. Partiendo de allí, “nuestra tarea es poner los sentidos, el oído, la vista, el corazón en lo que están haciendo los pueblos y encontrar ahí (,) las inspiraciones potentes para reproducir cuestiones similares en nuestros territorios, barrios y pueblos”.
En su opinión, no solo se trata de bajar una idea, un manifiesto o una Encíclica, para que la gente lo entienda, “se trata de dejarnos inspirar para nuestros deseos y corazones (,) para ponernos en contacto con aquellos pueblos que están tejiendo vida, resistiendo a la muerte y tejiendo mundos nuevos, entonces no vamos a dejar de reclamarles y de pedirles a los poderosos, pero sí tenemos que empezar a transitar nuevos caminos que actualmente están siendo creados por los pueblos”.
Entonces, podemos encontrar un camino de complemento, entre el marxismo clásico y el posmarxismo en la Teología de la Liberación: en efecto, se desenmascara, “el pecado estructural”; en el posmarxismo, las estructuras simbólicas, se estudian, cuando producen alienación espiritual y exclusión. Un ejemplo, puede darse al retomar las categorías teológicas de Jon Sobrino: los cuerpos, las tierras, las culturas, se vuelven mediaciones de la gracia.
Y si intentamos una síntesis teórica entre posmarxismo y teología histórico – crítica, nos daremos cuenta que: en efecto, el Reino de Dios es una alternativa: política, económica y cultural; ella, que produce: “una política para el servicio, una economía para la solidaridad y una cultura, basada en la ética del servicio”. he aquí el cruce entre praxis (Marx) y, la misericordia histórica (Gutiérrez).
Además, esa alternativa, puede abrirse ante la democracia, de hecho, se abre más ante ella, que, ante lo que antes se denominaban: “visiones revolucionarias totalizantes”. Actualmente, podríamos decir que, la Teología de la Liberación, propone una radicalización de la democracia plural (Mouffe). Con ello, no se niega la realidad del conflicto (Duverger) y se reconoce que, la justicia es un horizonte inacabado (Conforme al libro del Apocalipsis, la plenitud de la justicia, se dará con la plenitud del Reino de Dios).
Esta perspectiva, coincide con la matriz teológica del Papa Francisco (“La Teología del Pueblo”): la liberación no se impone, se discierne colectivamente; la fe, se hace política, en la escucha del clamor de los pobres, en el cuidado de la Casa Común y, en la búsqueda de concertaciones éticas.
Desde las Ciencias Políticas, podemos encontrar un hallazgo fundamental: “la Teología de la Liberación, se desplazó de la revolución, a la institucionalización de la esperanza”: para ello, participa en procesos democráticos, impulsa movimientos sociales, ejerce una crítica profética (Denuncia lo incorrecto y anuncia la esperanza), del capitalismo global. Desde las tesis de Habermas, podemos decir que: este modelo teológico, plantea: “una racionalidad comunicativa de la fe”. Valga decir que, en lo que aquí hemos definido como la “etapa revolucionaria”, el mismo Fidel Castro, dijo que, “la Teología de la Liberación, es más importante que el marxismo para la revolución en América Latina”.
IX
Balance final
En el Perú, Gustavo Gutiérrez, genera una especie de círculo hermenéutico, éste, basado en la relación: realidad – teología – realidad. Esto, configurará, su reflexión y su vida; de allí, derivará la opción por los pobres, en este ámbito, desarrollará sus dos grandes amores: Dios y los pobres (Diríamos nosotros, el “Dios pobre). De este cuadro, vendrá la Teología de la Liberación.
Luego, de esa Teología de la Liberación, surgirán: “Teologías de la Liberación”, como lo hemos visto en este amplio ensayo. Esto, por cuanto, hay diversas realidades que deben ser liberadas desde el amor a Dios y al prójimo.
También hemos hablado de muchos de los libros de Gutiérrez, y hemos expuesto, puntos en común en esas obras, pero quizás, el común denominador sea: una profunda espiritualidad, enraizada en la vida.
Hemos hablado de la Cristología de la Liberación, desde ella, fray Gustavo, nos dice que: Dios, envía a su hijo: con ello, apuesta a una fe y una conducta, basada en una espiritualidad, que condujera a la justicia.
Desde el “sistema de dominación”, Jesús es un perdedor: termina crucificado. Desde la última acción de Dios, él hace vencer a Jesús, por medio de la resurrección; ese camino, debe ser el de “los perdedores de la historia”, en ese camino, esos “perdedores”, deben hablar de su experiencia de Dios.
Esa experiencia, es la experiencia de Gustavo Gutiérrez, la que concretaba, al preparar la Eucaristía, al preocuparse por todos. Gutiérrez, cumplió su postulado teológico, primero, la praxis; luego la teoría: sus clases, sus conferencias, sus libros.
Él fue, el equilibrio de las hermanas de Lázaro, Marta y María: acción y oración (Lucas 10: 38 – 42). Esto es parte de la memoria del padre Gustavo, que se debe mantener. Por otra parte, en este trabajo, hemos visto la maduración del modelo teológico del dominico; y hasta sus transformaciones.
En 1931, Karl Jaspers, escribe el libro: “La situación espiritual de la época”, en él, dice que: “hay hombres decisivos” o “figuras paradigmáticas”, esto fue Gustavo Gutiérrez, luego de la crisis como oportunidad de crecimiento (Leonardo Boff), después del Concilio Vaticano II y el documento de Medellín.
De lo dicho, parecería que Gutiérrez, es un héroe, pero no hay tal cosa: fue, el teólogo peruano, una figura clave para abrir puertas al futuro; así se mantiene la búsqueda de sentido, en las sociedades desorientadas.
Esto une al peruano, con el argentino Francisco: ambos fueron necesarios, en épocas de incertidumbre. En ambos casos, sus adversarios, han tratado de ignorarlos (Por ejemplo, en el caso del segundo, los conservadores, han saltado para quitar “Fiducia Supliccans”: ya, el jefe de doctrina del Vaticano, ha dicho que, esto no cambiará).
Lo otro que hemos resaltado, es el contexto de persecución que, por mucho tiempo, vivió la Teología de la Liberación. Esto, tanto dentro como fuera del Vaticano (Por ejemplo, hemos hablado del “Encuentro de El Escorial”, éste, tuvo que realizarse prácticamente medio clandestinamente, se estaba todavía bajo la dictadura, ella, perseguía a los movimientos cristianos de avanzada en España).
Es en este contexto, que Gutiérrez propuso el paso de la Teología de la modernidad, a la Teología de la Liberación. En esta lógica, la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia, son ejemplo del cambio de paradigma en América Latina: de la iglesia neocolonial, al cristianismo liberador. Repetimos: esta es una de las cartas de adultez, del cristianismo latinoamericano.
Esto, incluso, llevó al fortalecimiento de las Comunidades Eclesiales de Base: esto fue parte de los logros pastorales de Medellín; hoy, tenemos nuevos desafíos, de los que también hemos hablado. Esto es fruto, entre otras cosas, de la sólida formación filosófica y teológica de Gutiérrez. De ahí, su sabiduría y, su humanismo. Por ello, podemos decir que, el dominico fue: sabio, diligente y amoroso.
En ese contexto, hemos visto que, no aceptaba monolíticamente el marxismo, sino, que reconocía su pluralidad: tal aceptación, como instrumento para, crear una especie de socialismo indo – americano.
Asimismo, hemos observado que, a lo interno de la iglesia, Juan Pablo II y el Cardenal Ratzinger, buscaban una restauración doctrinal conservadora. La iglesia, dará un giro al respecto, con la elección de Francisco (No podemos dejar pasar que, contrario a otros teólogos de la liberación, Gutiérrez, era más suave, con Wojtyla y con Ratzinger).
Solo como ejemplo: de las Comunidades Eclesiales de Base, se fortalece el valor de la madre tierra. Esta y otras tesis de Francisco, como con Gutiérrez, nos compromete con un humanismo más activo, un humanismo sensible, a flor de piel.
A raíz de ello, la Teología de la Liberación se ha diversificado, abordando una “interseccionalidad” de las opresiones y lo que hoy, se llama decolonialidad, profundizando en el diálogo interreligioso, adaptándose a desafíos nuevos, como la “Inteligencia Artificial”, la globalización y las desigualdades anteriores.
Regresando al tema del marxismo, un punto de unión entre éste y el modelo de Gutiérrez, es su objetivo de transformación: una vez más, primero la praxis; luego la teología. De allí, este modelo teológico, es una propuesta de vida abierta, que facilita el intercambio en confianza, con cualquier otra propuesta.
Por otro lado: su profunda reflexión sobre la pobreza y el sufrimiento, ha renovado las bases de la fe, ofreciendo una mirada comprometida ante el sufrimiento injusto, y lo que eso supone para la teología, como análisis crítico de la presencia cristiana en el mundo.
En otro orden de cosas, no cabe duda que, Francisco, estaba vinculado con la Teología del Pueblo y ésta, estaba unida con las semejanzas y las diferencias aquí vistas, con el tronco original, de la Teología de la Liberación y ella, a su vez, unida a las tesis de Juan XXIII y Pablo VI.
Así, cuando Francisco, plantea el tema de la sinodalidad, estaba retornando a las raíces del Concilio Vaticano II. Gustavo y Francisco, eran latinoamericanos de nacimiento; León XIV, lo es por elección. Estas son figuras claves, del catolicismo actual.
Por ello, no en balde, nos parece muy valioso el ejercicio realizado por Eduardo de la Serna, de leer: “Dilexit Te”, desde Gustavo Gutiérrez, por lo que, como parte de este balance final, haremos un resumen de ese trabajo:
- Dios ama a los pobres.
- La centralidad, es su cuidado.
- Lo que en tiempo de Ratzinger como Prefecto y luego como Papa, no “era permitido”, ahora es totalmente abierto y aceptado: la mención en el Magisterio, de Oscar Arnulfo Romero.
- Lo mismo sucede, con el mantenimiento de la tesis de Francisco: “una iglesia pobre y para los pobres”.
X
Posdata
Para los que lo conocieron, Gustavo Gutiérrez, era amigo, compañero y maestro:
- Amigo: acompañaba, consolaba, levantaba, animaba, siempre estaba disponible; su amistad era verdadera: gratuita, solidaria, fraterna, cuidadosa, respetuosa del otro. Él compartía: su fe, su seguimiento a Jesús, su teología; en esa amistad, conducía a la opción preferencial por los pobres y, por tanto, al encuentro con Dios.
- Compañero: reconociendo en los otros, su mismo recorrido, vinculando a los demás a ese camino del “reverso de la historia”, y en ese “reverso”, practicar y orar el: “Venga a nosotros tu Reino”. Ya escribiría: “Hablar de Dios en medio del dolor no es una tarea fácil; es necesario hacerlo desde la solidaridad con quienes sufren, reconociendo que sus preguntas son también nuestras preguntas” (De su libro: “Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente”).
- Maestro: desentrañando los fundamentos de la Teología de la Liberación, él señalaba “el pozo de la fe”, la frescura del Evangelio y su espiritualidad.
Así las cosas, Gustavo Gutiérrez, era sencillo, cálido, claro. Así escribía y exponía: para los marginados, las periferias, los pobres. por ello, tuvo y tiene, adversarios: hace un poco más de un año, un hermano dominico, aprovechando su muerte, criticaba su teología (Ese fraile, obtuvo su doctorado en Irlanda: siendo colombiano, parecía más europeo, que latinoamericano).
Como reza Juan José Tamayo: “Con su muerte la teología cristiana pierde a uno de sus más importantes, creativos y reconocidos referentes mundiales y, la teología de la liberación, acusa la orfandad por perder a quien es considerado el padre del nuevo paradigma teológico liberador en América Latina”.
Esto, nos lleva a un tema profundo, que apenas dejaremos delineado: repetimos: el profetismo bíblico, lee la historia desde el dolor de los últimos y desde la pasión de Dios por la justicia. En el caso del Papa León XIV, éste, retoma el amor de Dios como principio político y espiritual.
De igual manera, desde Gustavo Gutiérrez hasta hoy, hay más profetismo en la teología; pero eso sí, con tendencias: el profetismo, no siempre se escucha desde el centro. ahora, por ejemplo, si leemos “Dilexit Te”, como una continuación del Magisterio de Francisco, podemos decir que León XIV, presenta una madurez profética en el Magisterio Pontificio: la fe, se está pronunciando, desde las “llagas del mundo”.
En la línea de Jesucristo y del Concilio Vaticano II, no se condena al mundo, se trata de “amarlo hasta el extremo, como Cristo lo amó” (Juan 13: 1); es un amor, que, en el momento presente, debe denunciar, el economicismo, monetarismo o neoliberalismo. Pero, además, denunciar: la violencia patriarcal y la exclusión migratoria. Frente a esas denuncias, se debe llamar a una conversión pastoral y política.
Asimismo, gracias a Francisco, la teología de las periferias, ha ido adelante en el Magisterio. Esto, también se ve con León XIV, recuperando el tono profético, en la línea del Concilio Vaticano II; así, Francisco y León XIV, son conjunción entre: imaginación, lenguaje y radicalidad (Teología) y, autoridad, discernimiento y universalidad (Magisterio).
 Cambio Político Opinión, análisis y noticias
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