A diez años del TLC

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes Castegnaro

El TLC no es lo que nos tiene divididos.
Lo que nos tiene divididos es la pobreza
en que viven 900 000 costarricenses,
es la escandalosa brecha que separa a ricos de pobres,
es la falta de empleos formales que margina a nuestra juventud,
es la desigualdad en el acceso a la educación y a la salud,
es la violencia que siembra desconfianza en nuestras comunidades.
Esos son los abismos que nos separan
”.

Lina Barrantes

Hace diez años, Costa Rica se debatía con enorme pasión entre quienes querían que nuestro país formara parte del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, y los que no lo queríamos.

Una de las características de los costarricenses, es nuestra tendencia a judicializarlo todo. En el pasado se decía somos un país de mas maestros que soldados. Hoy, creo que somos un país de mas abogados que cualquier cosa. Pero además, no sabemos arreglar los diferendos de otra manera que no sea con la guía que nos da la ley.

Hace diez años, los que adversábamos el Tratado, salimos a la calle y recogimos firmas para que la decisión no fuera tomada por el poder político, sino que fuera decidida en un referéndum. Cuando ya el Tribunal Supremo de Elecciones había dado por cumplidos todos los requisitos para llevar a cabo ese referéndum, el Poder Ejecutivo hizo la convocatoria.

Fuimos a una campaña que realmente nos dividió como sociedad. Una campaña en la que se dijeron muchísimas cosas. En mi opinión, vistas hoy con la distancia de diez años, una campaña llena de exageraciones.

De mi lado (del NO) se decía que perderíamos el control sobre nuestros mares. Que no podríamos nunca mas sacar fotocopias de nada (por lo de los derechos de autor), que incluso el agua llovida dejaría de estar bajo nuestro dominio, que el ICE y el INS, dejarían de existir.

Del otro lado, se decía que si no se aprobaba migrarían muchísimas empresas y circulaban nombres de cuales serían (las mismas que igual migraron). Se decía que gracias al Tratado los pobres dejarían de serlo. El país ahora si podría entrar a competir en grandes ligas, alejándonos para siempre de la pobreza.

Dichosamente que los ticos arreglamos nuestras diferencias por vías pacíficas y democráticas, por que todo eso que decíamos todos, lo decíamos con tanta pasión, que si fuéramos mas violentos, esto hubiera podido provocar una guerra. Las familias se dividieron, los almuerzos dominicales familiares se volvían apasionados espacios de discusión. Muchos de mis amigos estaban en el lado del SI, y poco a poco dejaba de ser un tema del que se pudiera ni siquiera hacer una broma.

La realidad es que hoy siento que no hay muchas valoraciones serias sobre el TLC, al menos no me han llegado a la mano. Decir que hay desempleo, como lo leí en estos días en una publicación sindical, no es una afirmación seria: si, hay desempleo, y cuanto desempleo habría si el Tratado no se hubiese aprobado? Realmente me gustaría escuchar a quienes hicieron propaganda de un lado y del otro, reconocer que ni era el Diablo, ni era Dios, y sentarse a valorar en serio que ha pasado, cuanto impacto ha tenido, que hicimos mal con las leyes de implementación y que hicimos bien. Definitivamente, hicimos muy bien con el INS, que es una empresa pública, mucho mas fuerte hoy que hace 10 años. Personalmente siento al ICE muchísimo mas eficiente que lo que era 10 años atrás, así que creo que también ahí –al menos para el consumidor- hicimos bien. La protección al arroz, sigue estorbándome, y que los quesos dos pinos cuesten lo mismo casi los quesos franceses, sigue pareciéndome inaudito. Los electrodomésticos que importamos, no bajaron nunca de precio y siguen siendo carísimos. Que una pantalla, sea tanto mas cara aquí que en Estados Unidos, me parece rarísimo. Mas raro aun, cuando me lo explican como un asunto de tamaño de mercado. Eso es inaceptable. Creo que el Estado dejo de percibir una cantidad importante de ingresos producto de los impuestos que se eliminaron, y que ese beneficio no llegó al consumidor final. Es decir, alguien en el camino, engroso su bolsillo.

Sin embargo, hoy leo estas palabras y me convence la profunda sabiduría que diez años atrás no recuerdo:

El TLC no es lo que nos tiene divididos. Lo que nos tiene divididos es la pobreza en que viven 900 000 costarricenses, es la escandalosa brecha que separa a ricos de pobres, es la falta de empleos formales que margina a nuestra juventud, es la desigualdad en el acceso a la educación y a la salud, es la violencia que siembra desconfianza en nuestras comunidades. Esos son los abismos que nos separan”.

Efectivamente. Muchos de nosotros, los que estábamos honradamente de un lado o del otro, en el SI, o en el NO, teníamos como motivación para hacerlo, creer que era, o no, ese el instrumento para caminar hacia un país mas justo y mas próspero. Hoy, personalmente puedo decir que de haber conocido en ese entonces a Alberto Trejos, negociador del Tratado, como lo conozco ahora, hubiera tenido menos dudas, y hubiera sido menos propensa a creer en muchos de los fantasmas en los que creíamos los del NO. Sin embargo, cuando pienso en la sociedad, en los jóvenes, en los académicos, organizándose para pelear un referéndum contra el poder, y contra el dinero, mi corazón se enorgullece de haber latido NO.

¡Ah! Perdón, olvidaba decir que las palabras que cito, son la reacción del líder del SI, al momento de conocer los resultados favorables a su voluntad del referéndum. Son las palabras de Oscar Arias, entonces Presidente de la República.

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* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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