A 60 años del primer juicio a los responsables de Auschwitz

Por Sabine Maurer (dpa)

Auschwitz
ARCHIVO – Entrada al campo de concentración y exterminio de Auschwitz, con la leyenda «Arbeit macht frei» (el trabajo hace libre). Foto: Kay Nietfeld/dpa

Fráncfort, 19 dic (dpa) – Al término de la Segunda Guerra Mundial, Robert Mulka, adjunto del comandante del campo de exterminio de Auschwitz Rudolf Hoss, volvió a la vida burguesa casi sin inconvenientes.

Tras ser condenado a un año y medio de prisión por una corte de desnazificación, Mulka volvió a su empresa en Hamburgo y en 1948 ya se había convertido en un empresario exitoso.

«Al igual que los demás acusados en el juicio posterior de Auschwitz, (Mulka) no temía ninguna consecuencia en el futuro», señala la historiadora Sybille Steinbacher, directora del Instituto Fritz Bauer en Fráncfort.

Sin embargo, el 20 de diciembre de 1963, 18 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), comenzó el primer juicio sobre Auschwitz, en el que Mulka y otros 22 responsables del campo de exterminio fueron juzgados por su pasado nazi.

Se trató del mayor juicio por asesinato de la historia jurídica alemana. «Supuso el impulso decisivo para el debate político y social sobre la época nazi», explica Steinbacher.

En el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, los nacionalsocialistas asesinaron al menos a 1,1 millones de personas, en su mayoría prisioneros judíos. Murieron en las cámaras de gas o como consecuencia de trabajos forzados, hambre, enfermedades y otros abusos.

Los juicios fueron iniciados por el fiscal de Fráncfort Fritz Bauer, quien más tarde dio nombre al instituto de investigación así llamado en su honor.

Las investigaciones para llevar adelante el juicio duraron cinco años y la acusación contra los hombres constaba de 700 páginas. Hasta entonces, todos los acusados habían vivido discretamente en medio de la sociedad civil.

Wilhelm Boger, por ejemplo, que mató a golpes a prisioneros en Auschwitz, trabajaba como empleado de comercio hasta su detención. El enfermero Oswald Kaduk era considerado uno de los hombres más crueles de las SS en Auschwitz. Por su parte, el farmacéutico Victor Capesius determinaba cuáles de los nuevos prisioneros estaban aún en condiciones de trabajar y quiénes debían morir inmediatamente en la cámara de gas.

«La misión de Fritz Bauer era asegurarse de que los acusados fueran una muestra representativa de todo el campo de concentración», recuerda uno de los fiscales del juicio, Gerhard Wiese, de 95 años.

Bauer, quien en aquel entonces era el fiscal general del estado federado de Hessen, también fue perseguido durante el nazismo por ser judío. Sin su compromiso, el juicio sobre Auschwitz en Fráncfort no se habría celebrado.

El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, describió a Bauer como una «figura clave» de la joven República Federal de Alemania. Con el juicio de Auschwitz, dijo, Bauer marcó un «hito» y posibilitó el regreso del país a la comunidad internacional.

Más de 200 supervivientes de Auschwitz testificaron en el histórico proceso, que despertó gran interés entre la población germana.

«Durante los 183 días que duró el juicio, acudieron más de 20.000 visitantes y se informó ampliamente en los periódicos», comenta la historiadora. Ninguno de los acusados pudo negar haber estado en Auschwitz, pero sí negaron su responsabilidad o incluso su culpabilidad, alegando que se limitaron a cumplir órdenes.

Tras el juicio, Bauer hizo hincapié en que los acusados no pronunciaron ni una «palabra de compasión».

Un problema para los fiscales en el juicio de Auschwitz fue el principio jurídico que se aplicaba hasta la década de 2010, que debía demostrar que el acusado había cometido un delito concreto. No bastaba para una condena, al menos por complicidad, con que hubiera formado parte de la maquinaria asesina del nazismo.

Así, al final del juicio de Auschwitz, en agosto de 1965, se anunciaron tres absoluciones. Solo seis de los acusados fueron condenados a cadena perpetua por asesinato, entre ellos Boger y Kaduk. Mulka y Capesius fueron condenados a varios años de prisión por complicidad.

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