Ágora*
Guido Mora Mora
guidomoracr@gmail.com
La corrupción en Costa Rica
Quien venga a decir ahora que la corrupción se concentra sólo en el Poder Judicial, está equivocado.
Lamentablemente en Costa Rica, la corrupción ha venido invadiendo paulatinamente diversos estratos de la sociedad, tanto en el ámbito público, como en el privado.
No debemos perder de vista que el fenómeno de la corrupción tiene dos actores: el corruptor y el corrupto.
Desde que tengo memoria, he escuchado nombres de diputados o exdiputados, magistrados y exmagistrados, gobernantes y militantes partidarios, que se han enriquecido o favorecido aprovechando los vacíos de la legislación, o delinquiendo, para beneficiarse con los recursos de todos los costarricenses.
Algunos de los delincuentes han purgado sus faltas en la cárcel, otros sólo bajan su perfil y se esconden en las sombras, para no ser descubiertos o señalados. Por un tiempo yacen ocultos al lado de sus socios, con el fin de aprovechar la primera oportunidad posible, que les permita volver a hundir sus manos en las arcas del Gobierno Central o de los gobiernos locales, para apropiarse de diferentes formas, de los recursos de todos los costarricenses.
Un significativo grupo de políticos, empresarios y funcionarios se han visto envueltos históricamente, en sombrías historias de corrupción y han salidos impunes o han sido protegidos, para no caer en manos de la justicia.
Recuerdo hace unas décadas, cuando un funcionario se vio envuelto en cuestionamientos y fue vinculado a serias dudas éticas en su accionar. Hoy, el susodicho funcionario, sigue siendo magistrado -y ha sido reelegido reiteradamente, por más de treinta años, en complicidad con algunos partidos políticos-, mediante el uso de prácticas legales pero inmorales.
Afortunadamente, la apertura de la sociedad, las redes sociales y la ejecución de prácticas que fortalecen la transparencia en el funcionamiento de lo privado y lo público, han hecho de Costa Rica una comunidad más abierta, en donde han surgido múltiples obstáculos para ocultar los casos de corrupción.
El problema fiscal y el déficit ético
Durante los últimos años, ha sido moda hablar del problema fiscal y de la crisis económica que puede generar, argumentando que éste es el principal escollo que puede enfrentar el Gobierno y la sociedad costarricense.
Sin embargo, contrario a este criterio, el tiempo nos ha demostrado que el fiscal, es el segundo problema que enfrenta nuestro país. Este -el problema fiscal-, se resuelve ejecutando medidas económicas orientadas a incrementar los ingresos, a reestructurar los gastos y, en unos cuantos años se puede atenuar o superar la problemática que este provoca.
Cabe señalar, en contraposición al problema fiscal, que el mayor reto que enfrenta Costa Rica hoy día es superar un profundo déficit ético. Este déficit ha prevalecido por años en las instituciones públicas y en las empresas privadas y, contrario al déficit fiscal, resolverlo es posible que requiera la ejecución de múltiples medidas formativas y de acciones políticas, a lo largo de muchos años, hasta crear una nueva generación de profesionales, políticos y funcionarios, que escapen a la tentación que provoca la corrupción, en sus múltiples manifestaciones.
La ética en la sociedad costarricense:
Dentro de la sociedad costarricense contemporánea encontramos problemas éticos entre los empresarios, los profesionales liberales -graduados de universidades públicas y privadas-; entre funcionarios de gobierno y de empresas privadas, entre quienes forman parte de la burocracia estatal; en políticos militantes de varios partidos, quienes por años han lucrado con los dineros de los ciudadanos, y aun así continúan ocupando o postulándose para ser electos a puestos de elección popular.
El costo de la corrupción para todos los efectos es sumamente oneroso, según Frank Vogl, cofundador y asesor de la organización Transparencia Internacional, ronda el 5% del PIB mundial, cifra que puede aplicarse, para efectos informativos a nuestro país.
Los problemas éticos y el fortalecimiento de la institucionalidad
Los recientes acontecimientos suscitados en la Corte Suprema de Justicia nos han permitido leer, los últimos días, opiniones de ciudadanos que han solicitado, entre otras cosas, la cabeza de todos los Magistrados que integran la Corte Plena, de diputados u otros miembros de los Supremos Poderes.
Muchas de estas opiniones constituyen un conjunto de disparates y tonteras, de quienes no comprenden que Costa Rica es un Estado de Derecho y que no puede actuarse alejado de la institucionalidad que rige a la sociedad costarricense.
No se debe defender la institucionalidad del Estado costarricense, violentándola, pues caeríamos en el mismo nivel de los infractores y delincuentes.
Ante esta situación, es imprescindible comprender que, contrario a lo que muchos pueden desear, no es posible violentar abruptamente los derechos de los ciudadanos, so pretexto de defender el Estado de derecho.
Si bien es cierto, estamos enfrentando una profunda crisis de valores; no debemos perder de vista que, de esta crisis, quien más debe fortalecerse es la institucionalidad y que para superar esta situación, debemos enfrentar la problemática ejecutando las acciones legales y correctivas orientadas a luchar contra la corrupción y a castigar a los corruptos.
Las medidas a ejecutar deben ser contundentes y deben servir de ejemplo, para evitar que otros caigan en la tentación de incurrir en actos ilegales, ya que la impunidad constituye un aliciente para que estos delincuentes actúen.
Por otra parte, tal como lo señaló el estudio “Corruption as a SelfFulfilling Prophecy: Evidence from a Survey Experiment in Costa Rica”i: “La voluntad de un individuo de participar en comportamiento corrupto es en efecto afectada por su percepción del nivel de corrupción en la sociedad”.
Es imprescindible luchar, desde las instancias institucionales, por disminuir la corrupción y la percepción que de este problema exista en la sociedad. Para esto se requiere mesura e inteligencia, para que Costa Rica salga fortalecida de esta crisis ética, que la ha afectado ya, por varios lustros.
Este es el reto que tenemos como sociedad, las medidas autoritarias, ya hemos visto en que terminan y no queremos para Costa Rica, lo que están sufriendo nuestros hermanos nicaragüenses.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa,comercial y social de la antigua Atenas.