Voz populi, vox dei

Ágora*

Guido Mora
guidomoracr@gmail.com

Guido Mora

NNo se sabe con certeza, si fue Hesiodo, el poeta griego del siglo VIII A.C. o Alcuino de York, quien fuera el consejero del emperador Carlomagno para la gran reforma educativa medieval, el que acuño el aforismo latino que reza “Vox populi, vox Dei”: La voz del pueblo es la voz de Dios. Lo cierto es, que el pasado 1 de abril, los costarricenses se manifestaron mayoritariamente a favor de Carlos Alvarado, candidato del Partido Acción Ciudadana. Todos, incluso quienes no lo apoyaron, estamos en la obligación de obedecer la voz de Dios.

¿Cómo llegamos hasta aquí? Este proceso electoral se caracterizó por el uso de algunas empresas encuestadoras e «influencers» de redes sociales, que pretendieron «orientar» la voluntad popular para favorecer a un candidato o partido político particular.

En la primera ronda, celebrada el 4 de febrero, todos apuntaban a que, primero Juan Diego Castro y luego Fabricio Alvarado, serían quienes se enfrentarían en el balotaje con Antonio Álvarez. Al concluir la jornada electoral, acertaron con el candidato de Restauración Nacional, pero estuvieron lejos de predecir la ausencia del candidato liberacionista.  Al pretender imponer sus preferencias, perdieron fineza en el análisis y se les atrofió el «olfatímetro político».

La sublevación de los de abajo: la primera revolución de las crayolas. Usando la expresión de Carlos Revilla, el 4 de febrero se produjo, desde mi perspectiva, la primera «revolución pacífica». Armando Vargas se refirió a este fenómeno social, como la «Rebelión de los excluidos». Miles de costarricenses manifestaron su malestar, mediante el sufragio, por el impacto de la ejecución, durante más de veinte años, de políticas neoliberales, valle centralistas, que concentran los beneficios del bienestar económico en la zonas centrales del país, excluyendo o distribuyendo menos beneficios en las costas y zonas periféricas. Según datos del INEC, el 11,6% de la pobreza se concentra en zonas rurales, mientras que el 7,1% se concentra en zonas urbanas, lo que refleja que los hogares en zonas rurales requieren muchos más recursos que los que se ubican en zonas urbanas, para superar la línea de la pobreza.

En esta primera ronda, los más pobres, ubicados en las zonas costeras —del pacífico y el Caribe—, y en las regiones Chorotega, Pacífico Central y Brunca, en donde según el mismo Instituto se concentra la pobreza extrema, se manifestaron mayoritariamente a favor de la propuesta del Partido Restauración Nacional. La protesta permitió a esta agrupación, elegir a 14 diputados que, en principio, han quedado debiendo a la opinión pública, por su silencio y ausencia en el proceso electoral, ante la presunta falta de preparación; el desconocimiento de los procedimientos parlamentarios y de la realidad económica y social del país.

La presencia de sectas evangélicas neopentecostales en estas zonas y su influencia entre los más pobres, consolida un resultado que catapulta la candidatura de Fabricio Alvarado.

Por otra parte, la falta de coherencia y la ausencia de propuestas y candidatos atractivos en los «partidos políticos tradicionales», fueron causantes de la mayor derrota política que recuerde la historia reciente de Costa Rica.

La «carrera de caballos» se desplaza de los preferidos de “influencers” y encuestadores, a los elegidos por el pueblo.

El reacomodo del escenario político nacional. De un lado, Liberación Nacional, acompañada de los sectores conservadores, se deja arrastrar por el revanchismo. Como lo he expresado en pasados escritos, la ausencia de una adecuada lectura política de la realidad nacional por parte de la cúpula liberacionista y la preeminencia de los intereses particulares, sobre los nacionales, les conduce a optar abiertamente por la opción que encabeza Restauración Nacional. Entregan no sólo las banderas políticas, sino también las ideológicas, al apoyar una opción que enarbola entre sus propuestas, incluso el ataque a los valores democráticos y el desconocimiento de los Derechos Humanos.

La derecha económica conservadora, ante la derrota de su representante, Álvarez Desanti, se reconoce en su aliado estratégico, los propulsores de la Teología de la prosperidad y, conjuntamente con los siervos de estas sectas, hacen frente común, instrumentalizando el discurso religioso, para su beneficio político. Esta receta es la misma que han aplicado estos grupos en otras naciones de Latinoamérica, para acceder al poder político.

En el otro extremo, el resultado de esta primera ronda provocan el despertar de miles de costarricenses, alrededor de 300 mil, que se integran en un grupo denominado Coalición Costa Rica, quienes pasan de la presencia en las redes sociales, a la partición política activa. Se comprometen a impulsar la candidatura de Carlos Alvarado y hacen un llamado a combatir la amenaza democrática que representa la propuesta religiosa fundamentalista encarnada por los grupos conservadores. Este dato es significativo, en un universo en que la mitad de los electores costarricenses son jóvenes (1,6 millones), con edades entre 18 y 39 años.

La respuesta social, el trabajo político y el discurso articulado de Carlos Alvarado, acompañado del fuerte arraigo de los valores democráticos entre los votantes costarricenses, se pone por encima, una vez más, de las manifestaciones de “influencers” y los datos de los encuestadores, provoca el mayor bautizo político que se ha realizado en este país, desde 1948.

Aproximadamente 1,3 millones de votantes, otorgan un nuevo mandato al Partido Acción Ciudadana y a su candidato Carlos Alvarado Quesada: Voz populi vox Dei, el Soberano dictó su voluntad. La voz de Dios, del verdadero y no instrumentalizado, se decantó a favor de un nuevo Gobierno del PAC.

Lo que sigue: La responsabilidad que enfrenta Carlos Alvarado no es nada desdeñable. Del resultado de su gestión depende el fortalecimiento o la desaparición del Partido Acción Ciudadana. Aprovechar esta segunda oportunidad es indispensable para los intereses partidarios.

Pero el compromiso no se queda allí.

El peligro del fortalecimiento y la participación de las sectas neopentecostales apenas se asoma. Hoy es una realidad en naciones como Guatemala, en donde han construido un terrible fracaso político o en Brasil, Panamá, Honduras o El Salvador, en donde siguen ganando adeptos.

La necesidad de mediatizar e intervenir las comunidades más pobres del país, pasa también por la obligación democrática de no permitir la creación y la coexistencia de ciudadanos costarricenses de primera, segunda o tercera categoría.

Los programas y proyectos de desarrollo económico y social, deben ser más equitativos e inclusivos. Esta es una tarea que tenemos pendiente y que debemos emprender, como sociedad, lo antes posible.

Paralelamente, se deben fortalecer los valores democráticos, en todos los niveles de la educación pública, privada, formal e informal.

La canalización de los esfuerzos y el compromiso de miles de ciudadanos, dentro y fuera de Coalición Costa Rica, deben de canalizarse a realizar intervenciones sociales y políticas, que procuren atenuar, optimizar y multiplicar los esfuerzos y los recursos públicos, en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.

Es indispensable emprender, de manera impostergable, estos esfuerzos políticos y económicos, para bien del futuro de la democracia política y el fortalecimiento de la democracia económica en Costa Rica.

Liberación Nacional, por su parte, está en la obligación de revisar lo actuado y comprometerse a poner, por delante de los intereses partidarios, de sectores o grupos políticos y económicos, el interés por Costa Rica. Como partido, es corresponsable del estado de cosas presente y eso, aunque quienes integran su cúpula deseen obviarlo, los costarricenses se lo han recordado en los últimos procesos electorales, en que ha sido derrotado contundentemente.

A futuro, debemos asumir el compromiso, como Nación, tal como se indicaba en la Segunda Proclama de Santa María de Dota, de volver a declarar una guerra contra la pobreza, proponernos luchar por el bienestar del mayor número y dedicarnos, como hermanos, a construir una patria sin miseria.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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Un comentario

  1. Luis Fernando Díaz

    «Revolución de las crayolas». Verificar fuente, creo que Revilla lo hizo.

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