Egipto 25 de enero de 2011: cuando todo se hizo posible

Tomas Gub y Julien Salingue

Egipto 25 de enero de 2011: cuando todo se hizo posible

El 25 de enero de 2011, es decir menos de dos semanas después de la huida del dictador tunecino Ben Alí bajo la presión popular, la población egipcia sale masivamente a la calle. Como escribió entonces Le Monde, “Egipto ha conocido, el martes 25 de enero, una jornada de movilización hostil al régimen actual sin precedentes en la historia reciente del país”. Dieciocho días más tarde, Hosni Mubarak, en el cargo desde hacía más de 30 años, dimitirá.

Egipto presenta rasgos similares con Túnez y con los demás países que serán tocados por el levantamiento regional: régimen autoritario, corrupción y clientelismo, desigualdades sociales y paro masivo, etc. A finales de año 2010-2011 e impulsada por diferentes organizaciones de la oposición política, a estos fenómenos estructurales se le añade una protesta cada vez más fuerte al proyecto de transmisión hereditaria del poder planteado por Hosni Mubarak, que ya no dejaba ninguna duda sobre su voluntad de transferir el poder a su hijo Gamal. Una mezcla particularmente explosiva, en un contexto más general de removilización social y de emergencia de una nueva generación militante.

Un levantamiento que viene de lejos

La juventud jugó un papel decisivo en el desencadenamiento de la revolución del 25 de enero. Masivamente afectada por el paro, tanto su sector diplomado como el que no lo estaba, la juventud no soportaba ya la arbitrariedad del poder y la censura. La juventud era, por otra parte, más apta que las generaciones precedentes para comprender los nuevos medios de comunicación y esquivar las considerables trabas al derecho de expresarse y de organizarse.

Pero si Mubarak fue echado, también lo fue particularmente porque el movimiento obrero entró masivamente en acción. Los levantamientos no cayeron del cielo, por milagro de Facebook o de Al-Jazeera. Estuvieron precedidos por una ola de luchas sociales en las que las movilizaciones obreras jugaron un papel decisivo: a partir de 2004 en Egipto, con una aceleración entre 2006 y 2010.

El retorno de los movimientos sociales

El comienzo de los años 2000 está marcado por un aumento de la liberalización de la economía egipcia, en particular a partir de 2004 con el gobierno dirigido por Ahmed Nazif que acelera la venta de empresas públicas, privatizando hasta 17 de ellas. Esta política está en gran parte dirigida por miembros del gabinete de negocios cercano al hijo de Mubarak.

A comienzos de los años 2000 ya tienen lugar las primeras manifestaciones significativas. Estas movilizaciones coinciden con el comienzo de la segunda intifada palestina en septiembre de 2000 y luego la guerra de Irak en marzo de 2003. De la denuncia de la violencia israelí y de la injerencia de Estados Unidos en la región, las consignas de los y las manifestantes se deslizan hacia reivindicaciones de política interna. Fue a partir de 2004 cuando el movimiento Kifâya! (¡Basta!) llevó estas críticas a la calle y a los medios.

Un sindicalismo en mutación 1/

La central sindical única egipcia (ETUF) estaba profundamente integrada en el aparato estatal: dirigentes nombrados por el gobierno, a menudo cuadros del partido en el poder. De 1962 a 1986, el presidente de la ETUF fue también Ministro de Trabajo… Tras haber intentado durante mucho tiempo construir una oposición interna, hubo militantes que finalmente decidieron construir nuevos sindicatos. Tras una huelga masiva y victoriosa, los y las trabajadoras que recaudaban los impuestos sobre la propiedad de la tierra crean en 2007 el primer sindicato independiente. El poder se ve obligado a reconocerle en 2009. Otros sectores le seguirán: personal técnico de salud, personal asalariado en Educación. Estarán en la iniciativa de la creación de la primera central sindical independiente el 30 de enero de 2011 (ver más adelante).

Nuevos grupos políticos

Los nuevos grupos políticos que aparecen al comienzo de los años 2000, como Kifâya en 2004, La juventud por el cambio y Campaña popular por el cambio en 2005, son reagrupamientos amplios en los que coinciden opositores a Mubarak que van de la corriente nasseriana a la islamista. Como confirma uno de los fundadores de Kifâya, “el primer objetivo era llegar a tener la confianza de la gente, de la población. El objetivo era crear un movimiento popular en la calle. […]. En Kifâya no hay ideología predominante, es un movimiento abierto. Hay socialistas, comunistas, liberales, nasserianos, hermanos musulmanes e independientes”. Una coalición heterogénea pero que se une en su oposición al régimen de Mubarak, como la multitud que invadirá las calles a partir del 25 de enero.

El tiempo de la revolución

Inspirados por el éxito del levantamiento tunecino, militantes egipcios, hombres y mujeres, lanzan un llamamiento a una jornada de la cólera el martes 25 de enero. Son en particular miembros del Movimiento de la Juventud del 6 de abril, grupo prodemocracia creado en 2008 en apoyo al movimiento de huelga de los y las trabajadoras del textil de la ciudad de Mahalla, y no eligieron al azar la fecha: el 25 de enero es una jornada festiva nacional en Egipto, el Día de la policía, que conmemora el levantamiento de la policía egipcia contra Gran Bretaña en 1952.

Una movilización histórica

El llamamiento se extiende como un reguero de pólvora y decenas de miles de manifestantes, hombres y mujeres, se encuentran en las calles con consignas como “contra la tortura, la pobreza, la corrupción y el paro”. Estas cifras hay que compararlas con los pocos centenares de participantes habituales en las manifestaciones políticas; además, hecho nuevo, hay manifestaciones en la mayor parte de las grandes ciudades de Egipto. En El Cairo, más de 15.000 personas convergen hacia la plaza Tahrir.

La policía interviene con violencia, detiniendo a mucha gente que se manifestaba. El poder intenta imponer un toque de queda, se bloquean las comunicaciones (internet y teléfono) y la principal fuerza de oposición, los Hermanos Musulmanes, no se asocia a la protesta en los primeros días. Pero nada detiene la ola de fondo que comenzó a expresarse el 25 de enero: “El viernes 28 de enero, día festivo semanal, el movimiento se amplía. En El Cairo, a la salida de la gran oración, los cortejos muy nutridos llegan al centro de la ciudad y la plaza de Tahrir, que se vuelve el epicentro de la protesta. Las consignas piden el fin del estado de urgencia en pie desde hace 30 años, la convocatoria de elecciones libres, la dimisión del rais. El puente Qasr al-Nil, que lleva a la plaza Tahrir, es entonces teatro de escenas inéditas, inauditas: la multitud desarmada hace retroceder a los cañones de agua de la policía” 2/

Tahrir: símbolo y encrucijada

La mayor parte de las grandes ciudades egipcias son alcanzadas, pero la atención se concentra principalmente en la capital, El Ciro, y en la plaza Tahrir, convertida en símbolo y encrucijada de la protesta. Ocupada día y noche por centenares y luego por miles de manifestantes después de que la policía se retirara de las calles el 28 de enero, Tahrir se convierte en un lugar en el que se experimenta la autoorganización a gran escala: autoprotección, servicios médicos, distribución de alimentos, limpieza, oficina de objetos perdidos, espectáculos, reuniones políticas permanentes, etc. Ciudad en la ciudad para algunos, pulmón de la revolución para otra gente, Tahrir es también el lugar en el que convergirán más de un millón de manifestantes el 1 de febrero (en la marcha del millón), así como una fuente de inspiración para otras ciudades, desde Alejandría a Suez, pasando por Port-Saïd.

La gente trabajadora en acción

Más allá de las ocupaciones y manifestaciones diarias, que juegan un papel esencial en el mantenimiento de una presión permanente sobre un régimen cada vez más agotado y fisurado, fue la movilización de los y las trabajadoras, y en particular de la clase obrera egipcia, lo que marcó un salto adelante en la movilización. El 30 de enero, en Tahrir se anunció el nacimiento de la primera central sindical independiente. En la semana del 7 al 13 de febrero, las huelgas se multiplicaron en el textil, la salud, la educación, los hidrocarburos, la electricidad, conductores y conductoras de autobuses y trenes, etc. La parálisis gana poco a poco el país y se producen movilizaciones inéditas, como cuando la gente sin techo de Port-Said incendió el edificio del delegado del gobierno reclamando alojamiento decente. Para el ejército egipcio, que posee una parte importante de la riqueza nacional del país (más del tercio según la mayor parte de las estimaciones), la situación se vuelve altamente problemática, tanto desde el punto de vista de la seguridad como del económico. Consiguientemente, va a abandonar de una forma progresiva a Mubarak.

Mubarak: un discurso, una salida

El jueves 10 de febrero, el dictador egipcio se dirige a la población en una alocución televisada, una semana después de haber explicado a ABC que no podía dimitir “por miedo a que el país cayera en el caos”. Declara haber oído la cólera popular, pero pretende mantenerse en la presidencia hasta las elecciones previstas en septiembre, a la vez que delega sus poderes a quien acaba de nombrar vicepresidente, Omar Suleiman, hasta entonces a la cabeza de los servicios de información egipcios. Este discurso es vivido como una provocación, recibe una enorme pitada en la plaza Tahrir, y contribuye a movilizar aún más para la manifestación gigante prevista para el día siguiente, el viernes 11 de febrero.

Ese día, centenares de miles de manifestantes invaden de nuevo las calles de las ciudades egipcias. En El Cairo, se dirigen hacia el palacio presidencial y el edificio de la televisión estatal. El ejército egipcio comprende que la situación se le escapa de las manos y que no hay vuelta a la calma sin la salida del dictador: a las 17 h, Omar Suleiman anuncia la dimisión de Hosni Mubarak.

18 días después del 25 de enero, el pueblo egipcio gana una batalla esencial. Lo que vino después demostrará que desgraciadamente aún está lejos de haber ganado la guerra. Pero esos 18 días históricos siguen presentes en los espíritus, y el dictador Sissi lo sabe, y tras haber intentado recuperar la memoria del 25 de enero de 2011 de la conciencia colectiva en Egipto, intenta ahora hacerla desaparecer.

https://npa2009.org/actualite/international/egypte-25-janvier-2011-quand-tout-est-devenu-possible

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

1/ Según el dossier “Égypte” de la revista Solidaires International, n°7, novembre 2011, https://www.solidaires.org/Solidaires-In….

2/ Delphine Pagès-El Karoui y Leila Vignal, “Les racines de la “révolution du 25 janvier” en Égypte : une réflexion géographique”, EchoGéo [En ligne], Sur le Vif, puesto en la red el 27 octobre 2011, http://journals.openedition.org/echogeo/….

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