Rebeca Gutierrez A.
En la historia de la humanidad está plasmada una línea abismal entre hombres y mujeres. Una línea invisible para algunos, pero muy visible para otras. Desafortunadamente, una muestra de esa desigualdad es la violencia, y es que las mujeres han sido violentadas de diversas formas a lo largo de la historia, siendo la muerte la expresión más clara y fuerte. El femicidio no es un invento postmoderno, es una realidad.
No hace falta hacer mente para imaginar las formas más dolorosas para morir, solo hay que echar un vistazo a algunas noticias recientes como lo son violaciones, golpizas e inclusive el empalamiento (cualquier parecido con la edad media no es coincidencia), es decir, la penetración de un objeto que puede ocurrir ya sea por un costado, por el recto, por la vagina o inclusive por la boca y que, según las últimas noticias, muestran los niveles que alcanza la violencia machista y la desigualdad de género.
Resulta ser que desde el siglo V a.C. se utilizaba esta técnica de tortura como forma de escarnecimiento para criminales y enemigos. Tortura, si, que parece mentira que tantos siglos después se siga utilizando. Y lo más estremecedor es el hecho de que al digitar en google la palabra empalamiento, aparezcan casos de nuestra época y contexto: una joven de 16 años en Argentina llamada Lucia, y una mujer de 35 años en Colombia llamada Rosa Elvira, quienes fueron asesinadas de éste modo y en contextos de una brutal violencia sexual.
¿Ven la línea ahora? No faltará quien al leer este artículo diga que los hombres también pueden ser “empalados”. Y sí. Pero el cuerpo de los hombres no es de dominio público, tan público que salir con amigos o llegar tarde del cine pueden terminar en tortura y muerte.
Si ya de por sí la agresión, el acoso, los golpes y la violación son acciones inhumanas, el femicidio es la expresión máxima de la violencia, y se ha convertido en pan de cada día, saliendo a la luz incontables números de casos de actos brutales en contra de la mujer.
Uno de los sucesos más recientes del 2016 fue publicado por CNN y se trata de una mujer de 44 años en Colombia que, no solo fue violada y empalada, sino que también fue quemada en su propia casa.
Analizado desde de un punto de vista en donde por mucho tiempo ha reinado la desigualdad contra la mujer en muchas áreas, la violencia, constituye la discriminación más pura que por más que se ha tratado de tomar conciencia, no ha desaparecido ni parece dar indicios de erradicarse, misma que ha trascendido en el tiempo representando siempre una clara violación a los derechos como personas.
Y ahora, pareciera que, tal y como dice Miguel Lorente, el machismo se adapta a los nuevos tiempos. No basta con golpear, con disminuir, con violar, con matar. La masculinidad tóxica en la posmodernidad necesita torturar para afirmar poder, y ahí, las mujeres llevamos las de perder.
– Estudiante de psicología
Fuentes: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11918210 y http://cnnespanol.cnn.com/2016/11/17/violan-empalan-y-queman-a-una-mujer-en-colombia/