Lo bueno, lo malo y lo feo: Kolbi y Claro

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes Castegnaro

Lina Barrantes

Lo bueno. Estuve esperando ansiosamente la llegada a mi barrio del sistema fibra óptica del ICE. Durante meses, vi con envidia a quienes ya habían podido trasladarse de TIGO, a Kolbi. Finalmente, hace como un mes, encontré un camioncito con operarios en el poste de la esquina de mi casa, que me dijeron que efectivamente, ya podía contratarlo. La fibra óptica del ICE es algo absolutamente desconocido: el internet no se cae, y la señal es poderosísima. El cable de la tele, me ofrece muchos más canales que el de TIGO digital y su señal también es muy superior. Como si fuera poco, es bastante más barato. Estoy ahorrando como 20 mil colones por mes.

Me han llamado durante estos 15 días, 2 o 3 veces para preguntar si estoy satisfecha con el sistema o si he tenido algún inconveniente. Es decir, el servicio al cliente posterior a la instalación ha sido más que excelente.

Lo malo. En estos mismos días he tenido una experiencia con CLARO. Sucumbí ante la propaganda que dice que comprar un teléfono con ellos es mucho más sencillo que comprarlo con Kolbi. Primera mentira. Además, ofrecen un internet más rápido, y un “paquete sin fronteras” que permite por dos mil colones mensuales, comunicarse gratuitamente no solo con Centroamérica, también con Estados Unidos, Canadá y México. Segunda mentira. Seguía siendo cliente del ICE durante todos estos años de apertura, pero decidí que el teléfono celular de la institución donde trabajo, lo trasladaría a CLARO, para que nadie de la oficina que viaje, quede incomunicado. Mi primera experiencia, fue que comprar un teléfono a nombre de una institución es imposible. Las agencias de CLARO, no lo son, y solo en la central se puede hacer ese proceso, requiriendo un sinfín de documentos. En el ICE, basta con un poder, de menos de 15 días de emitido y la cédula de identidad para hacerlo. Abortada la idea de comprar un teléfono a nombre de la institución que dirijo, decidí comprarlo a nombre mío. Estuve durante hora y media tratando de hacerlo en una de sus sucursales. Suelo quejarme que en el ICE los trámites duran mucho, siempre hay mucha cola para todo. En este caso, yo era la única clienta. Tres personas detrás del mostrador y yo al frente. El tramite se completó en hora y media. Sin embargo el teléfono no funcionaba al salir de la tienda. “Tiene que esperarse, en el transcurso del día estará conectado.” “Cuando este conectado bastará con llamar a *10 y en Servicio al Cliente le conectaran su ‘servicio sin fronteras’ para que pueda usar el teléfono en México.” En ese momento me pareció divertido, que me pidieron un número de teléfono ICE para poder avisarme cuando estuviera listo el mío.

A las 10 de la noche me llamó la vendedora hablando en ese “tu” que usan los que no saben hablar de tu: “te llamo para avisarle que ya puedes proceder a marcar el *10 y conectar tu programa sin fronteras, espero que disfrutes su contrato, en CLARO estamos para servirte a usted.”

Seguí los pasos que supuestamente me posibilitarían al día siguiente utilizar mi número tico para llamar desde México como si estuviera aquí. Llegando a México descubrí que nada de eso era cierto. Ni teléfono, ni internet. Al día siguiente llame al *10 de nuevo y para mi sorpresa eso si funcionaba. Me explicaron que había habido un problema con el sistema, pero que inmediatamente harían un reporte. Al menos en esta oportunidad la persona que me atendió no hablaba en ese TU-VOS-USTED que despierta en mi un instinto asesino.

Debí adivinarlo, al día siguiente seguía sin teléfono y sin internet.

Saliendo de regreso hacia Costa Rica, el viernes a las 8 de la noche, llamo de nuevo al famoso servicio al cliente, advirtiéndole a la persona que me atendió que por ningún motivo quería ver en mi factura los 2 mil colones de su plan sin fronteras, a lo cual ella muy amablemente me respondió que no lo vería, ¡porque no tenía ese plan! Que lo que tenía era una queja, y que ella con mucho gusto anotaría que ya no quería disfrutar del maravilloso plan “Sin Fronteras” de CLARO. Todo parecía un chiste. Le expliqué que ellos no habían sido capaces de darme el servicio contratado durante una semana, y que su empresa vendía mentiras, y que nunca había recibido un servicio tan malo en una empresa telefónica en mi vida. A lo cual en esas respuestas como de autómata, me contestó: haré un reporte sobre lo que usted me indica, gracias por escogernos.

Lo feo. Estas notas son una recomendación a los ticos para que no caigan en la estafa que es CLARO. El resultado es que yo quedo comprometida por dos años en un contrato con una empresa que miente en su publicidad y ofrece un servicio que no puede dar. ¿Cómo lo califico? Una absoluta porquería. Una empresa que necesita mentir ofreciendo algo que no está en capacidad de dar, para probablemente a base de engaños, conseguir robarle clientes al ICE.

Evalúe esta columna: 1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (11 votos, promedio: 4,73 de 5)
Cargando...

* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

Revise también

William Méndez

La verdad incómoda

William Méndez Garita Pretendo llamar a la reflexión en estas cortas líneas sobre el uso …

Un comentario

  1. Rodrigo Jimenez

    Como que la historia se repite en CLARO propaganda maliciosa y engañosa, sistema de computo caídos que no permiten tramites, imposibilidad de resolver problemas. Un gran engaño.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *