Camilo Rodríguez Chaverri
Soy más viejo que la república de Belice. Lo que antes se conocía como Honduras Británico, nació como país en 1981. Antes, era una colonia inglesa, parecida a algunas de las Antillas.El ex ministro de Cultura, Manuel Obregón, me dijo algo muy cierto sobre la costa caribeña centroamericana: es un país aparte. Así es. Nuestro Puerto Limón, nuestro Puerto Viejo y nuestro Cahuita se parecen más a Colón, Panamá; a Bluefields, Nicaragua; a Belice o la costa caribe hondureña; o a Flores, Guatemala; que al resto de Costa Rica. Eso cabe igual para todos los sitios mencionados. Bluefields se parece más a Limón que al resto de Nicaragua.
El único país donde eso no se cumple a cabalidad es Belice, porque Belice es absolutamente caribeño. Parece una isla del Caribe que fue robada y unida a la fuerza a la masa del Nuevo Continente. Se parece más a Jamaica, Aruba o Curazao que a Costa Rica, Honduras o El Salvador.
Aunque fui a Belice con otro fin, nunca puedo desprenderme de mi afición por los templos.
En Belice City, la ciudad más grande, me encontré un paisaje variopinto, una colección variadísima de templos católicos, anglicanos, metodistas y hasta un templo hindú.
La ciudad fue destruida por un huracán en 1961, razón por la cual, el gobernador de entonces decidió construir una ciudad nueva, Belmopán. Para ponerle nombre a esa ciudad nueva, hicieron un concurso. Alguien se ganó mil dólares por su propuesta. La palabra Belmopán surgió de la suma de la palabra Belice más la palabra Mopán, que es el nombre del río que recorre la ciudad. Eso parece realismo mágico.
Belmopán està en el corazón del país, entre las dos ciudades más grandes, Belice City y San Ignacio. (Ambas ciudades son más pequeñas que Guápiles. El país tiene 350 mil habitantes). Belmopán fue inaugurada en 1969.
Entre Belmopán y San Ignacio, que está a pocos kilómetros de la frontera con Guatemala, me encontré los templos más lindos para mi gusto: los templos católicos de los pueblos de Saint Edmond y San Martín de Porras, así como el templo anglicano de Santa Hilda.
En la ciudad de Belice, el más llamativo es un templo anglicano que tiene más de doscientos años.
Pero en Belice el verdadero gran templo lo construyó Dios, y está en el mar cristalino, en el Caribe, en las montañas inhóspitas, en los ríos puros. Algunos de los parajes de selva más puros y peligrosos del mundo están en Belice. Aquí no más, cerquita de Costa Rica, hay un santuario natural tan puro como nuestro Corcovado, pero en el Caribe. A un brinquito de nuestro país está esa suma de Aruba y Limón, de Curazao y Colón, con arquitectura victoriana y una luz especial sobre la vegetación densa y el mar turquesa.