Ágora*
Guido Mora
guidomoracr@gmail.com
No tengo en esta columna de hoy, el menor ánimo a ser irrespetuoso. Al contrario, siempre he admirado y respetado la majestad del cargo de Diputado, Congresista, Representante Popular, Padre de la Patria, o como quiera denominársele.
Creo, como lo establecen los teóricos de la política, que el Congreso es el Primer Poder de la República, en donde deben verse representados todos los sectores sociales del país.
La Asamblea Legislativa es el lugar en donde se formulan, discuten y aprueban las normas que rigen a Costa Rica como país; el lugar sacrosanto en donde se construye el esqueleto jurídico que rige el comportamiento de personas físicas, jurídicas, organizaciones e instituciones públicas y privadas; la instancia que fija la dirección hacia la que debe dirigirse o encaminarse Costa Rica como Nación.
Es justamente por eso, por el respeto que me inspira este Primer Poder de la República, por lo que lamento profundamente el desinterés y la despreocupación con la que eligen sus representantes, los partidos políticos costarricenses, quiénes de acuerdo al Código Electoral, son los únicos que pueden inscribir candidaturas a nivel nacional o provincial.
Y es que lamentablemente a ese Sagrado Recinto han llegado algunos personajes que representan lo más funesto de nuestra sociedad: aprovechados, vividores, sinvergüenzas, personalidades oscuras, representantes de grupos económicos y sociales con dudosa reputación, serviles, alcohólicos, matrafuleros, traficantes, evasores de impuestos, vagabundos e inútiles; especialistas en burlar la ley, hombres y mujeres de todas las edades, de diversas zonas del país y representantes de todos los partidos del espectro político nacional. La presencia de esta amplia gama de personalidades ha conformado la mala valoración y la poca confianza que tienen los costarricenses en esa importante institución.
Después de lo anterior, es necesario hacer la salvedad de que, al Primer Poder de la República, también han llegado DAMAS y CABALLEROS, así con MAYÚSCULAS Y EN NEGRILLA, que han salvaguardado el honor del Congreso.
A pesar de los esfuerzos chabacanos y vulgares liderados por los más corrientes y “polos” protagonistas de la política nacional, que abundan en cada una de las legislaturas, por fortuna una buena cantidad de costarricenses que han pasado por las curules, han llegado a representar a sus comunidades, a luchar por resolver los problemas de sus provincias, haciendo prevalecer los intereses comunales, sobre los personales.
Debo abonar a este comentario qué en la actualidad, existe un poco más de transparencia en el funcionamiento del Congreso. Hace unos años, las maniobras, excesos y abusos que se cometían allí, quedaban entre cuatro paredes, no en balde Parmenio Medina denominó a la Asamblea Legislativa “La casa de los sustos de Cuesta de Moras”. Sin embargo, prevalece la existencia de personas que perjudican la imagen de la Asamblea Legislativa y son una sombra negativa a la labor y a la majestad del cargo que ocupan.
Para citar algunos ejemplos, en la actual Asamblea Legislativa tenemos a un congresista, que conjuntamente con otros miembros de su familia, se han convertido en dependientes económicos del Estado, al que continuamente critican. Contamos con una congresista que aceptó un cargo, que es como aceptar ir a una cena de gala, pero asiste a su curul, vestida con el primer “chuica” que encuentra, además de sostener posiciones trasnochadas e histórica y socialmente rechazadas en Costa Rica y de permitir que su oficina se transforme en un centro de trabajo nocturno, sobre todo a altas horas de la noche. Hemos tenido otros cuestionados por violencia doméstica, que posiblemente acumulan su furia en el Plenario, para ir a descargarla a la casa. Otra que confunde xenofobia con homofobia y, aun así, no sabemos que tiene que ver la xenofobia con el comportamiento de unos extranjeros en algunas playas de Guanacaste. Contamos además con otros “padres”, que se han quedado dormidos en su oficina, después de argumentar que estaban enfermos, pero que, además de hacer el ridículo en su despacho, se animan a tomarse una foto y hacerla de conocimiento público, utilizando para ello las redes sociales. Están también los fundamentalistas religiosos, que no han comprendido que ahora ocupan una curul y no un púlpito. Otro se da el lujo de escribir, en una red social, identificándose con el pseudónimo “Topogigio”, porque fue el apodo que le pusieron en la escuela. Más recientemente alguna cargó la camiseta de un equipo de futbol, para ver si con la bendición del Papa, acababa con la maldición que supuestamente pesa sobre ese equipo de futbol, que no le ha permitido desde hace cincuenta años, volver a ganar un campeonato y, rogando de repente, para que al fin logren encontrar al muñeco supuestamente enterrado en ese campo de juego. Otro más, después el escándalo de los “Panamá Papers”, tuvo la osadía de utilizar tiempo en el Plenario para defender el papel que el Gobierno de Panamá ha desempeñado en este “affaire”.
Estas son sólo algunas joyas que logramos ubicar en el actual Parlamento y que nos obliga a dar la razón a don Beto Cañas, cuando afirmaba, refiriéndose a la política, que “los ocupantes de la gradería de sol se habían metido a jugar el partido”.
Pronto comenzarán los procesos electorales que renovarán las Asambleas Nacionales de los Partidos Políticos, organismos responsables de elegir a los candidatos a Diputado para la Legislatura 2018-2022, una vez más, es indispensable rogarle, pedirle, solicitarle encarecidamente a los integrantes de los Comités Ejecutivos de los Partidos Políticos y particularmente a sus Presidentes, que impulsen un proceso de adecentamiento de la actividad política, estableciendo internamente criterios de selección más depurados y estrictos, para quienes pretendan ser sus representantes ante la Asamblea Legislativa. Los costarricenses necesitamos que recobrar el respeto por el Primer Poder de la República y son los Partidos Políticos, los que pueden y deben preocuparse por seleccionar mejores ciudadanos, profesionales, líderes y representantes comunales, que comprendan que se están postulando a una posición en el Primer Poder del Estado; que no se trata de una fiesta de disfraces y que su labor se mide por la calidad de su trabajo en el Plenario Legislativo y en las Comisiones que integren, de los proyectos de Ley que presenten y del razonamiento y justificación que hagan en cada uno de sus votos.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.
Los candidatos a diputados deben ser elegidos directamente por las asambleas cantonales y luego ratificados por la asamblea general de cada partido con base en criterios de idoneidad definidos previamente en los estatutos del partido y éstos deben incluir una ponderación de criterios de experiencia política ; formación ; antecedentes penales y/o de otra índole ; conocimiento de la realidad del territorio que representa u otros