Violencia en los estadios, un problema en crecimiento

José Francisco Bolaños

José Francisco Bolaños Arquín

El próximo 16 de enero, inicia el Torneo de Verano de Fútbol de la primera división en nuestro país, es preciso tomar las medidas necesarias para disminuir al máximo la agresión y la violencia en los estadios, que ha venido en aumento en los últimos años.

Un problema mundial, en donde algunos países han tenido que hacerle frente a graves incidentes con saldos verdaderamente lamentables. Costa Rica no ha sido la excepción, por suerte no hemos alcanzado esos niveles, pero existe un peligro latente de que estos hechos así, ocurran.

El 16 de octubre de 1996 en Guatemala, en un encuentro de selecciones nacionales entre los chapines y costarricenses, una avalancha humana en el estadio, provocada principalmente por un exceso en la venta de tiquetes, dejó un trágico saldo de 80 muertos y unos 180 heridos. En febrero de 2012, en Egipto en un partido de fútbol entre los populares equipos, el Al Ahli del Cairo y el local Al Masni, los seguidores de ambos equipos invadieron el campo de juego con la intención de agredir a jugadores rivales; producto de este conflicto el trágico saldo fue de 174 muertos y 136 heridos.

En el mes de mayo en la final del Torneo de Verano 2015 efectuado en el Estadio Rosabal Cordero entre el Club Sport Herediano y la Liga Deportiva Alajuelense, donde se coronó campeón el equipo herediano, la cancha se inundó de aficionados, por lo que el equipo Alajuelense tomó la decisión de no presentarse al acto de premiación, debido a la inseguridad reinante en el estadio.

En el pasado mes de diciembre se dieron dos hechos que deben ser objeto de análisis y toma de decisiones: el primero, el juego de semifinales del Torneo de Invierno 2015 entre Saprissa y Heredia, en la cancha de estos últimos, la afición herediana invadió el campo de juego y algunos jugadores del equipo rival denunciaron que fueron agredidos. El segundo caso, fue el juego final del campeonato entre Alajuela y Saprissa, un jugador alajuelense se quita el zapato y lo lanza a un rival en pleno juego, sin recibir ninguna amonestación.

El fútbol es un juego donde fluye la pasión, la motivación, la fortaleza, el ímpetu, la intensidad y con el calor del juego se dan choques que inevitablemente provocan lesiones, pero debe ser un enfrentamiento bien intencionado. En algunas ocasiones sobresale el juego brusco y artero, con un claro objetivo de lesionar o intimidar al contrincante, lo que en algunas oportunidades es fomentado por árbitros con poco liderazgo, criterio y preparación. También hay jugadores que fingen lesiones o agresiones con la intención de buscar amonestaciones, expulsiones, penales o simplemente perder el tiempo.

Cuando se dan actos violentos en el campo de juego, se puede provocar una actitud similar en el fanático y en grupos organizados dispuestos a empañar el espectáculo e inclusive llevar estos disturbios fuera del recinto deportivo; agravando aún más el problema y con gran costo económico para la Seguridad Pública, al tener que enviar un mayor número de efectivos a la zona para controlar el desorden. En algunas oportunidades, los revoltosos aprovechan el caos para saquear locales comerciales y hacer daños a propiedades.

Por todo lo anterior es necesario asegurar la presencia de policías en los estadios y aumentar la seguridad privada. Se debe mejorar la revisión de los aficionados que ingresan a los recintos deportivos, para evitar la entrada de licor, luces de bengala, armas u otros objetos que puedan lanzar o herir a jugadores o aficionados.

Además, se debe castigar con firmeza a dirigentes, personal técnico, administrativo y jugadores que insultan a la afición y el cuerpo arbitral. Eliminar todo apoyo a las barras organizadas que se formaron al inicio de los años 90, con el propósito de brindar apoyo a sus equipos, pero que en la actualidad han desviado ese objetivo. Se deben tomar medidas para prohibir la entrada a los revoltosos identificados y el cierre de los estadios donde se den estos actos.

Hay que ejercer un mayor control por parte de directores de programas deportivos de dar oportunidad de expresarse a personas que no controlan su fanatismo y emociones, como en el caso de un medio de comunicación en donde un jugador se expresó del árbitro con palabras vulgares y ofensivas, al concluir el juego en el pasado campeonato.

“Mejorar la seguridad, la educación y el respeto, es vital para atraer un mayor número de aficionados a los estadios y generar las condiciones y la confianza para que puedan asistir las familias”.

Administrador de Negocios

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