Ágora*
Guido Mora
A Costa Rica la aquejan múltiples problemas de impacto nacional.
En los últimos meses, el más sonado es el del déficit fiscal, sobre todo por tener un impacto de corto plazo en las finanzas públicas y en funcionamiento del Gobierno.
Para resolver el problema existen múltiples recetas:
1- Establecer una clausula en la Constitución Política que prohíba generar destinos específicos sin que se genere simultáneamente el origen específico del recurso.
2- Buscar la manera de garantizar los ingresos específicos, para asegurarse cubrir los destinos específicos de recursos establecidos ya en la Constitución Política y otras Leyes y normas de menor jerarquía.
3- Por el lado de los ingresos: generar mayores ingresos al fisco, mediante el impulso y la aprobación de una reforma fiscal progresiva que castigue al evasor y garantice el incremento real de ingresos a la hacienda pública.
4- Por el lado de los egresos: procurar el recorte de programas repetidos o duplicados dentro del Aparato de Estado y la eliminación de gastos que puedan considerarse superfluos o innecesarios.
Los economistas podrán adicionar más o menos ingredientes a la receta, con el fin de resolver de una manera u otra, y lo antes posible, el problema de las finanzas públicas.
Creo, sin embargo, que el problema central del que adolece nuestro país no es un problema técnico o económico.
El problema que aqueja a nuestro país es un problema político, un problema de voluntades.
Los partidos políticos y sus líderes, los del Congreso o quienes los representan, sólo piensan en sus intereses particulares.
Cuando Liberación es Gobierno, el PAC, la UNIDAD o el Movimiento Libertario, para citar las agrupaciones políticas con más trayectoria, se oponen a la aprobación de leyes, impuestos o soluciones que requiere el país para salir de este estancamiento propio de la inercia absurda en que nos encontramos como sociedad.
Ahora que el PAC es Gobierno, los demás partidos, de una forma u otra, se oponen o retrasan la toma de decisiones y la aplicación de medidas orientadas a atenuar los problemas que enfrenta la agrupación que está en el poder.
Esta actitud mezquina y miserable tiene a nuestro país al borde del abismo.
Y como mencioné anteriormente, no es un problema que se observe sólo en el campo fiscal. El mismo problema lo encontramos en la reforma de la educación, que tan a menos ha venido en las últimas administraciones; en el tema de la salud, en el de la infraestructura, en el de seguridad o en la reforma del Estado.
En tanto los partidos juegan con los intereses de todos los costarricenses y postergan para las calendas griegas la toma de decisiones, Costa Rica se nos cae a pedazos y los costarricenses de a pie, todos nosotros, los que no estamos involucrados en política, vemos deteriorarse los índices económicos y sociales, que una vez nos hicieron diferente al resto de Centro América.
Mientras se malgasta el tiempo con discursos demagógicos en los foros políticos nacionales sobre el tema fiscal, los evasores siguen violentando las leyes fiscales, mientras no se resuelva sobre el tema de seguridad, la delincuencia continuará creciendo, en infraestructura, se caerán los puentes y las carreteras se harán pedazos, aunque ahora estén siendo atendidas, porque vienen las elecciones municipales.
En educación, Costa Rica perderá la ventana de oportunidades que se ha sembrado por años. En salud, el sistema seguirá deteriorándose, la Caja Costarricense de Seguro Social se convertirá en un esqueleto, favoreciendo la medicina privada y perjudicando grandes masas de la población más necesitada.
Causa estupor y vergüenza la incapacidad de todos los sectores políticos de tomar acuerdos para atender los grandes problemas nacionales. Es inconcebible que no exista conciencia de la realidad histórica que vivimos y de la urgencia de tomar decisiones y aplicar acciones no para definir la forma en que Costa Rica enfrentará los grandes retos nacionales en el futuro, sino al menos para detener el deterioro impresionante, la ruinosa realidad y la mezquina actitud de los que sólo piensan en los resultados de las próximas elecciones y no tienen la visión a largo plazo, que permita poner a nuestro país en la senda del crecimiento, el desarrollo y el fortalecimiento de nuestro Sistema Constitucional, en el marco de solidaridad y justicia social que ha caracterizado a la sociedad costarricense.
Menudo reto tiene la clase política costarricense, pues si no se generan soluciones reales y acciones eficaces en el corto plazo, continuará el deterioro de la credibilidad en la institucionalidad nacional y en la solución de los problemas en el marco del sistema político democrático.
Esperemos que nuestro país pueda salir pronto de esta larga noche de indecisiones y entendamos que o nos vinculamos a la rapidez de la era digital, o nos atropella la historia.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.