Ágora
Guido Mora
Tengo la impresión, corríjanme si me equivoco, que desde hace muchos años los grupos más conservadores de Costa Rica, no articulaban un ataque tan sistemático y orquestado en contra de los sectores políticos de la izquierda costarricense, los dirigentes de los sindicatos y los representantes de diversos sectores populares.
Los titulares, comentarios, editoriales, notas y reportajes publicados por La Nación, Canal 7 y REPRETEL, con la ayuda de la imagen teatral y demagógica de Otto Guevara, en contra sindicatos y sectores progresistas de la sociedad, han sido una continua y bien armada campaña orientada a deslegitimar a empleados públicos y organizaciones sindicales. Estos medios se han dedicado a denunciar “la unilateral responsabilidad” de los sindicatos y de los empleados públicos, en la obtención de prebendas y gollerías, de las cuáles han hecho usufructo por muchos años.
No se ha mencionado la responsabilidad política de quienes, como representantes de los costarricenses, han sido elegidos o designados para administrar los bienes públicos, y que también son copartícipes de la anarquía salarial, por haber suscrito, como representantes del Estado, las convenciones colectivas y los acuerdos con estas organizaciones sindicales.
Parece ser que ahora, estos convenios y convenciones colectivas, aparecen por arte de magia y que los representantes de partidos del período bipartidista no son responsables de haber cedido los bienes públicos, para garantizarse los votos, en las elecciones de los últimos cuarenta o cincuenta años.
Surge entonces la pregunta, ¿Por qué no se habían hecho antes estas denuncias?, ¿por qué no es sino hasta ahora, que se hacen públicas estas situaciones?
Dos creo que son las respuestas:
1- Primero por la impericia e inexperiencia del Gobierno, para comunicar y articular las acciones y los mensajes que emitió en la campaña electoral y que no ha logrado concretar durante dieciséis meses de ejercicio del poder. Y no es que se le pida hacer milagros, en un país que está sufriendo una entropía institucional, por la incapacidad de adaptarse a los cambios políticos suscitados en la Era Digital. Esta situación conjuntamente con la articulación del ataque de los sectores conservadores, ha logrado erosionar el disgusto de los costarricenses, ante prácticas inmorales e ilegales, que han realizado algunos representantes de los partidos políticos tradicionales, que generaron y fortalecieron la opción del cambio, representada en su momento por Luis Guillermo Solís.
2- Segundo, la incapacidad de la izquierda de constituirse en una opción realmente costarricense. Los representantes de estos partidos no han reconocido las debilidades y particularidades de Gobiernos latinoamericanos, que han llegado al poder con discursos de izquierda, y que se han transformado en dictaduras políticas, tan malas como las de derecha. Ambas expresiones políticas que sólo inequidad y pobreza han llevado a sus pueblos: Nicaragua y Venezuela son ejemplo claro de esto. Las visitas de Patricia Mora a Nicaragua y las declaraciones a favor de Chaves y el chavismo, obviando la pérdida de libertades y el fracaso económico de esas experiencias políticas, constituye un desastroso escaparate, muestra de la estupidez y la incapacidad de gobernantes, que han deteriorado sustancialmente las condiciones políticas y económicas de estos pueblos.
Esta campaña de por demás, está causando otra importante repercusión: está profundizando la división que se suscitó en la discusión por la aprobación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y las secuelas que dejó el resultado del plebiscito. La situación mencionada es evidente en las redes sociales, donde se manifiesta una acentuada polarización de la sociedad costarricense.
Por otra parte, grupos progresistas que integran los partidos políticos tradicionales, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, por temor a ser señalados o por cálculo político, han asumido una posición cómplice y silenciosa. Incluso las cúpulas representadas en la Asamblea Legislativa, se han aliado a posiciones y acuerpado actitudes del Movimiento Libertario, que no es, ni nunca ha sido aliado de las posiciones políticas, económicas y sociales, que históricamente han impulsado estos partidos políticos.
Hay que tener clara la actitud y estrategia brillante de los sectores conservadores, de consolidar alianzas que en definitiva, solo se orientan a destrozar el Estado Social de Derecho, que han construido conjuntamente Liberación y la Unidad Social Cristiana, desde 1948.
Con esto no justifico los abusos de los sindicatos, ni las prebendas existentes en el sector público. El Estado costarricense no es viable, si no se corrigen esos y otros problemas que aquejan nuestro al Aparato Estatal.
Es el momento de hacer un alto en el camino y adaptar nuestro Estado a las condiciones que ha impuesto la globalización y la Era Digital. De no hacerlo, cometeríamos un grave error.
Sin embargo, es imprescindible que los sectores progresistas y socialmente preocupados, que subyacen silenciosos en Liberación y la Unidad, tomen consciencia de que Costa Rica no se acaba en este Gobierno. Esta Administración terminará en un par de años y cualquier partido político que asuma el Gobierno, necesitará las condiciones necesarias para gobernar y administrar la cosa pública, en medio de negociaciones, consensos y acuerdos, que permitan el adecuado funcionamiento del Gobierno y del país.
El estado de polarización social presente, si no se atenúa y se controla, solo provocará dolorosas rupturas sociales, de las cuales estoy seguro, muchos costarricenses no queremos ser testigos.
Seamos claros, Costa Rica no es un Estado fracasado, como puede decirse de México, Guatemala, El Salvador u Honduras, en donde la cosa pública está condicionada por los delincuentes, los narcotraficantes o la corrupción.
En la sociedad y el Estado costarricense se integran múltiples características positivas, que la han hecho exitosa y diferente del resto de los países latinoamericanos.
Tenemos mucho que resolver y que cambiar, pero las recetas conservadoras, sólo nos conducirán a deteriorar el Estado Social de Derecho, a concentrar la riqueza y a polarizar la sociedad, provocando conflictos que hemos visto en otras naciones hermanas.
La tarea que hay que emprender es inconmensurable, pero entre más rápido iniciemos, menos disrupturas generaremos.
Invito a todos los costarricenses a aclarar nuestra visión para trabajar constructivamente, por las ideas que han hecho grande a nuestra Nación, quitemos de nuestra vista los espejismos económicos, que simulan oasis inexistentes, que invitan a aplicar teorías económicas, que han fracasado y empobrecido a muchas Naciones.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.