Ocean Castillo Loría
El 5 de agosto de 1962, el mundo guardó silencio… Marilyn Monroe había muerto…
La muerte del ícono del cine ha sido debatida… cada cierto tiempo nuevas biografías sobre ella (Hace dos años se multiplicaron), abordan el tema, pero con cada línea escrita, se aumenta el mito.
La Monroe era una mujer hermosa, pero dentro de sí, las heridas eran profundas…
Marilyn sonreía, pero los vacíos de su psique no podían ser tapados con la rutilancia de Hollywood…
La Monroe siempre quiso escapar por la vía del sueño, por la vía de la fantasía, por la vía de recuperar la niñez que había sido marcada por la soledad…
Es increíble como ciertas frases han marcado la vida de personalidades del cine, de la política, de la historia: tal es el caso de la estrella Marilyn, en cuya casa en Brentwood se lee: “Cursum perficio” (“Aquí acaba el viaje”)
La Monroe… una personalidad que se movió entre la inocencia y la lujuria…
La estrella sexy que huía de sus pesadillas con terror…
La estrella sonriente que dentro de sí, rezumaba tristeza…
Marilyn… deseada por millones, una mujer que solo quería un poco de amor…
Antes de ser la Monroe, Norma Jeane Baker, nació el 1 de junio de 1926 y fue dejada por su madre Gladys en manos de unos vecinos. Ella solo quería sobrevivir, durante el día, trabajando en una tienda fotográfica, en la noche, prostituyéndose en las calles de Los Ángeles, California.
Quizás por estas vivencias de de su madre, Norma siempre quiso huir de su nombre y usó varios otros: Carole Lind, Marilyn Marlowe, Clare Norman. Nombres ficticios, máscaras para buscar vida.
Pero su nombre artístico, se lo pondría un cazatalentos de lo que hoy conocemos como la cadena Fox, Ben Lyon: había muerto Norma Jeane, había nacido Marilyn Monroe, aquella, que habría de morir, el 5 de agosto de 1962.
Todo ser humano tiene un lado brillante o luminoso y un lado oscuro, así lo decía el escritor Truman Capote a quien parafraseamos: en ocasiones, Marilyn parecía una diosa, en otras, parecía una sencilla mujer obrera.
Para muchos críticos Marilyn no pasó de ser “una rubia tonta”…
Para otros, era una mala actriz, una prostituta egocéntrica, una niña malcriada en cuerpo de mujer, una estrella “de paquete” y sin cerebro…
El fotógrafo, Lawrance Schiler, escribió sus memorias, cuyo título en inglés era: “Marilyn and Me”, en las que dice que en una sesión de fotos para la revista “Look” en 1960, le dijo luego de posar desnuda: “… ¿Es eso lo único para lo que sirvo?… Me encantaría demostrar que puedo hacer publicidad sin tener que enseñar mi culo.”.
Monroe corrió en la pista en la que corrieron y corren muchos artistas: la de la autodestrucción, de ella no la pudieron sacar ni sus amantes, ni sus fanáticos, ni la industria de Hollywood, ni sus maridos.
Pero eso no significa que algunos no la quisieran ayudar, entre ellos: Marlon Brando, Clark Gable y Dean Matin…
Monroe es otra de las sacrificadas en el “altar del capitalismo”, tras su muerte, todo lo que tocó su cuerpo, vale millones, los vestidos usados por ella en las películas, “La tentación vive arriba” y “Los caballeros las prefieren rubias”, fueron vendidos en promedio en tres millones de dólares. Hasta unas radiografías de su abdomen generaron millones.
La actriz tiene 52 años de muerta, pero para 1999, la revista “People”, la escogió como la fémina más sexy del siglo pasado… mujer incomprendida, mujer melancólica, mujer misteriosa, mujer poderosa, mujer romántica, mujer seductora, mujer sensual, mujer signada por la tragedia.
Norma Jeane siempre fue niña en cuerpo de mujer, siendo una preadolescente de 12 años, ya parecía una colegiala de 17 que arrebataba de deseo a los hombres…
Bajo el nombre de Marilyn Monroe, la imagen de la artista era la que encarnaba lo que se conoce como “el sueño americano”, una muchacha abandonada, sin el amor de su madre y pobre, que logró el “éxito”.
Pero antes de ese “éxito”, antes de ser Marilyn Monroe, la chica Norma Jeane, era marcada por el abuso sexual de quienes se suponía debían cuidarla. Esto lo dijo la misma actriz en su autobiografía (“My Story”) publicada en 1974.
La madre de crianza de Norma, Grace McKee, le abrió las puertas de la fascinación por el cine, al grado de que Norma fue al Paseo de la Fama, a poner las manos en la estrella de Jean Harlow, ésta fue una actriz malograda, la Monroe también lo sería.
Fue así como Norma, al pasar a ser Marilyn Monroe, descubrió el lado más oscuro de la Babilonia apocalíptica que es Hollywood: la que compra el alma de las personas por 50 centavos y paga más de una centena de dólares por la sensualidad.
Ella misma lo escribiría: “Aquí la castidad de una muchacha es mucho menos importante que su peinado”…
El primer matrimonio de Norma fue a los 16 años, con Jim Dougherty, un marinero con aspiraciones de una vida tranquila. Definitivamente la futura estrella de cine, era demasiada mujer para él. Como la canción (Por lo menos parafraseándola): Jim se fue a la guerra y Norma trabajaba en Radio Plane Company, digamos que armando piezas de aviones.
En aquel momento, quedó atrapada por el lente del fotógrafo, David Conover, quien trabajando para el ejército, tomaba fotos de las mujeres hermosas que trabajaban en las fábricas, cuyas imágenes eran útiles, para consolar las soledades de los combatientes en las trincheras.
El 26 de junio de 1946, Marilyn salió en la portada de la revista “Yank”, se especula que para lograrlo, debió ser cariñosa con algunos y llegar a la cama con otros… así avanzaba la rubia en el mundo del cine y el modelaje.
En diciembre de 1953, salía a la venta el primer número de la revista “Playboy”, estando Marilyn en la portada, trabajo por el que le pagaron quinientos dólares…
Aquí fue cuando la Monroe, escogió el camino de la fama, al cabo de los años, sería víctima de la soledad, sería víctima y victimaria del amor, sería presa del miedo y la inseguridad, pero sobre todo, dominaría los deseos de los hombres.
A los 20 años de edad, Jim, su marido, ya era historia y Marilyn para vivir, se dedicó a modelar para revistas de baja calidad, en ese momento, Darryl F. Zanuck, dueño de 20th Century – Fox, no miraba en Monroe un “producto que valiera la pena para invertir en ella”, pero en 1946, le firmaron un contrato por 75 dólares semanales.
Al año siguiente, la compañía no le pagaba, Zannuck había invertido miles de dólares preparándola, pero solo había aparecido en tres papeles cinematográficos y en uno de ellos su única línea fue decir: “Hola” y en los otros dos, apareció menos de 30 segundos.
Posteriormente, aparecería en dos películas: “Chicas del coro”, y “Amor en conserva”, en esta segunda, saldría por 39 segundos, junto al grandioso Groucho Marx. Gracias a esta película, conocería al hombre que verdaderamente le abriría las puertas del éxito: Johnny Hyde.
Hyde tuvo un romance con Marilyn, aprovechando que estaba separado de su mujer, él “movió cielo y tierra” por su amante, y con él, Marilyn se convirtió en la sensual rubia que proyectaba la pantalla grande.
Pero Hyde también pagó varias cirugías plásticas para “mejorar” a Monroe, su barbilla pasó por el bisturí; de igual manera, logró que le quitaran varias manchas de la cara. Pero Hyde murió como fruto de un ataque cardiaco y Marilyn quedó de nuevo “huérfana”.
En 1952, fue denominada “la mayor promesa de Hollywood”, según la revista “Photoplay”. La publicación estuvo en lo correcto, tan es así, que solo la pequeña Shirley Temple, puede competir con ella en materia de rentabilidad.
En 1953, filmó 3 películas:
• “Niágara”.
• “Los caballeros las prefieren rubias”.
• “Cómo casarse con un millonario”.
En la primera, hizo un destacado papel dramático en una película que era de suspenso, en la segunda bailó, cantó e hizo comedia y en la última, terminó de concretar su estrellato. Al año siguiente, ganó el Globo de Oro, en la categoría de mejor actriz.
Luego vendrían dos películas, no tan exitosas: “Río sin retorno” y “Luces de candilejas”…
En 1955 le vuelve a sonreír el éxito, con “La tentación vive arriba”, donde se inmortaliza la escena en la que la enagua le sube hasta la cintura, por el aire que sale de las rejas del metro, esta es la imagen más sensual en la historia del cine (Solo comparada quizás, por aquella de Sharon Stone, sentada en un sillón en “Bajos instintos”)
Ese mismo año, Monroe estudia en “The Actors Studio”, donde encontró a otra figura paternal: el director de esa academia: Lee Starasberg, a partir de esa formación, participó en dos importantes obras: “>Un tranvía llamado deseo” de Tenesee Williams y “Anna Christie”, de otro gran dramaturgo: Eugene O’Neill.
Pero la bella y exitosa artista era frágil, de una personalidad voluble y las críticas no tardaron en llegar, fue etiquetada como la “rubia tonta” y esto la lanzó a los brazos del escape a través de la adicción a los calmantes.
Fue la época de las impuntualidades de la diva a la hora de las filmaciones, los inmensos pleitos en el plató y las depresiones que la llevaron varias veces a las clínicas psiquiátricas…
Era la época de la decadencia, que fue alimentada por sus subsiguientes matrimonios: uno con Joe DiMaggio y el otro con Arthur Miller (Dignos de otro artículo), esto por no hablar de sus amoríos con los hermanos Kennedy (John y Robert, de donde saldrían otras tantas páginas).
Físicamente comenzó el deterioro:
• La endometriosis que le causaba fuertes dolores.
• La lucha contra la gordura, por medio de lavativas.
• En los ojos se comenzaron a marcar las arrugas.
• Las mejillas también fueron surcadas por las arrugas.
• Una operación de vesícula, le había dejado una cicatriz de 7 centímetros.
El decaimiento de Marilyn, atenazó las soledades de Norma Jeane, las risas de la Monroe, fueron asfixiadas por las profundas tristezas de Norma…
Dicen que desesperada por los juegos de los Kennedy, se detonó en ella el torbellino que la azotó desde niña; y tomando una sobredosis de calmantes, buscó por última vez, reunir a Norma Jeane con Marilyn y ambas, abrazaron la muerte, pidiéndole el cariño que siempre deseó.