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Carlos Revilla M.
crevilla@expreso.co.cr
Dos hechos que parecieran no tener relación, muestran dos visiones muy diferentes sobre un tema en el que me interesa profundiza un poco. Estos hechos son el reciente viaje a México del candidato presidencial de Liberación Nacional Johnny Arara, y la incorporación del Partido Comunista de Chile (PCCH) a la coalición «Nueva Mayoría» de ese país.
Comienzo hablando de la «Nueva Mayoría» que está formada por el Partido Socialista, Partido por la Democracia, Partido Demócrata Cristiano, Partido Comunista de Chile, Partido Radical Social Demócrata, Movimiento Social Amplio, Izquierda Ciudadana, Independientes. Todos partidos y movimientos de centro, centro-izquierda y de izquierda y tiene de candidata a la presidencia a Michelle Bachelet.
Esta coalición propone una transformación gradual y efectiva del actual modelo socioeconómico de Chile con un ambicioso programa, que se puede resumir en una reforma profunda a la educación asegurando calidad y gratuidad, una reforma tributaria que sustente cambios en salud, educación, vivienda, cultura y manejo del medio ambiente entre otras áreas prioritarias, así como una nueva constitución “partiendo de 0”s. El programa fue trabajado con equipos técnicos y recorriendo el país discutiendo con gente de todas las tendencias, como lo enfatiza la propia candidata.
Por cierto hoy domingo son las elecciones en Chile y se pronostica una amplia victoria de la Bachelet.
En Costa Rica Johnny Araya viajó con una comitiva a México, supuestamente para inquirir detalles del «Pacto por México» que se implementó en ese país, formado con los puntos coincidentes de las diversas visiones políticas, que comprometa al gobierno y a las principales fuerzas políticas dispuestas a impulsar un conjunto de iniciativas y reformas, para realizar acciones efectivas para que el país mejore. La idea de Araya es impulsar algo parecido aquí. Dentro de la agenda en México estaban reuniones con personeros del partido gobernante PRI y el PAN.
Bueno hasta aquí bien, pero ¿cuál es la relación de los hechos?
En algunos países de América Latina (se da en otros lugares también) con las condiciones necesarias se han logrado concretar alianzas y coaliciones de los sectores progresistas. El caso más emblemático es el del Frente Amplio de Uruguay y ahora la coalición Nueva Mayoría en Chile.
Leyendo el plan de gobierno de Johnny Araya, uno encuentra una propuesta muy progresista (socialdemócrata). Siendo esto así, uno esperaría más afinidad con otros propuestas o partidos también progresistas.
Pero, curiosamente, ahora que viajaron a México, no se reunieron o por lo menos no lo informaron, como si lo hicieron con el PRI y el PAN, con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el partido de Cuauhtémoc Cárdenas, el incansable luchador por hacer un México más democrático e inclusivo. En ese sentido, hubiera sido una muy buena señal reunirse con él, líder histórico mexicano y del PRD, y de un gran simbolismo, o por lo menos con autoridades del partido.
Es importante recordar que el PRD es miembro de la Internacional socialista, al igual que el PLN. Como nota al margen, tuve el honor de conocerlo y hacer una entrevista para Cambio Político en la reunión de la IS celebrada aquí en Costa Rica.
Entonces uno pensaría que hay una afinidad con el PRD de México, pero me duele decirlo, últimamente el PLN está más cerca ideológicamente del PRI y del PAN, que del PRD.
Esto se refleja aun más en los últimos gobiernos del PLN (Arias y Chinchilla) cuando los referentes extranjeros en América Latina han sido los Ex presidentes Uribe de Colombia y Calderón de México y Santos actual presidente; los tres representantes de la más rancia derecha y extrema derecha de la región. Incluso para Laura Chinchilla el expresidente Uribe de Colombia es un héroe (nos lo dijo en una entrevista).
En cuanto al actual PRI, en el poder en México con Peña Nieto, habría que dar más tiempo para poder opinar si es un nuevo PRI democrático o se mantiene a la vieja usanza. Reconozco que ha comenzado con algunas buenas señales y otras no tan buenas, pero bueno esto es normal.
En Costa Rica, el asunto es más complicado de lo que parece. Por cuestiones históricas que vienen desde la Revolución del 48 y haber peleado en bandos contrarios, los comunistas siempre han visto con recelo al PLN y esto ha hecho imposible un acercamiento. Más recientemente las acusaciones —ciertas o no— de que el PLN abandonó la socialdemocracia por el neoliberalismo y se hizo de derecha, aleja toda posible entendimiento incluso con el PAC, otro partido progresista importante. Los socialistas del Frente Amplio (FA) son aun más beligerantes en contra del PLN. El tema de la corrupción que se le achaca al PLN es otro punto significativo.
También el progresismo y la socialdemocracia han sido por lo general adeptos en el diseño macro y en el nivel de la negociación por su alta afinidad con las políticas públicas y el manejo del estado. Sin embargo encuentran problemas a la hora de implementar medidas prácticas cuando las políticas públicas se transforman en leyes y acciones que comprometen el bien de la mayoría y que entran al mismo tiempo en conflicto con la rentabilidad del capital. ¿Cuáles son los espacios para ceder? ¿Quiénes determinan esos espacios? ¿Los que ostentan poder en el sector público o en el sector privado? Fijar un punto de equilibrio en la intersección de los dos sectores ha sido siempre un desafío complejo para las fuerzas del progresismo y la social democracia.
Así que, es prácticamente imposible una alianza progresista al estilo Chile o Uruguay. Incluso veo muy difícil que se logre algo parecido al «Pacto por México», pues los sectores sociales y sindicales también adversan fuertemente al PLN y lo que ellos llaman sus políticas neoliberales.
En la parte positiva —suponiendo el triunfo del PLN en las elecciones— si se puede iniciar un acercamiento con el resto de fuerzas progresistas para comenzar a generar confianza mutua. Eso si, por parte del PLN, se debe pasar de las palabras a los hechos.
Me cuesta creer en pactos. ¿Quién con quién? ¿A qué costo? Primero se debería ganar y luego ver que pasa.