Guido A. Mora Mora
guidomora@grupoqaisa.com
La lectura de la columna de Carlos Revilla, me motivó a remitir un comentario que había escrito ya hace algunos días y que quiero compartir con ustedes.
Hace unos días concluí la lectura de un libro que me recomendó un buen amigo, intitulado: Algo va mal de Tony Judt. El autor, de origen inglés, es reconocido como el más importante historiador de la Europa del Siglo XX y su obra más reconocida se intitula Posguerra. Una historia de Europa desde 1945, texto que lamentablemente no he logrado conseguir.
En el libro a que hago referencia, Tony Judt realiza un análisis del deterioro de los sistemas políticos, la fragmentación de la sociedad y la pérdida de capacidad de la política, para satisfacer los requerimientos de los diferentes estratos sociales que componen la comunidad postmoderna.
De igual manera, pone en evidencia la estrategia dispersante y deslegitimadora, articulada por los representantes del capital y de los sectores más conservadores y favorecidos de la sociedad, cuyo propósito consiste en desarticular y fragmentar los intereses de la sociedad, privilegiando el interés particular sobre el interés común, provocando con ello la predominancia de la atención de los problemas individuales sobre los sociales, bajo el principio impulsado por el Gobierno Inglés de Margareth Thatcher y secundado por las administraciones republicanas en los Estados Unidos de que “la sociedad no existe, solo hay individuos y familias”.
La pérdida de la dimensión social de la política, la invisibilización de grandes sectores sociales menos privilegiados y la búsqueda, defensa y consolidación de prebendas para grupos sociales menos necesitados, constituye otra característica de la sociedad postmoderna que critica el autor.
Aunado a lo anterior se suma la incapacidad de la izquierda o la social democracia para brindar instrumentos de análisis, críticas sistematizadas u opciones políticas que se constituyan en alternativas reales al asfixiante y constrictor abrazo de las medidas neoliberales.
La pérdida del papel del Estado en el desarrollo y funcionamiento de las sociedades y la transferencia de las obligaciones desde el aparato público hacia las empresas privadas constituyen otra manifestación del impacto de las medidas conservadoras, que impulsan la transferencia de recursos públicos hacia inversionistas privados, quienes en no pocos casos, por incapacidad o desinterés devuelven en el tiempo los servicios al estado, generando transferencias de capital desde el sector público al privado, por más de 30 millones de dólares, como ocurrió durante el proceso de privatizaciones impulsado por el Gobierno de Margareth Thatcher. Estas medidas posibilitaron transferir recursos públicos, pagados por contribuyentes del Reino Unido, hacia inversionistas privados, quienes se beneficiaron del ahorro de todos los ciudadanos de Inglaterra. Esta reseña nos retrotrae el intento realizado por esta Administración para privatizar mediante concesión el tramo de la carretera del Aeropuerto hasta San Ramón, cediendo a la empresa privada la inversión pública y la infraestructura existente, pagada por todos los costarricenses y que se encuentra en funcionamiento a lo largo de esta ruta.
Otro rasgo señalado por el autor es el desinterés creciente de los habitantes por la política y lo político. El deterioro de la imagen del Parlamento Inglés, del Congreso de los Estados Unidos y del cual no se escapa el Congreso en Costa Rica, es el reflejo de la existencia de una clase política cuyo principal interés es la satisfacción de sus necesidades particulares, la ausencia de preocupación por atender los reclamos de sus representados y el deseo de buscar formas de enriquecimiento y adquisición de bienes, que les permita mantener y prolongar el statu quo. Las acusaciones de corrupción, los juicios pendientes contra algunos diputados y hasta la foto de un representante de una comunidad de la Zona Sur de Costa Rica, en que dormía sentado en su curul, reflejan el desinterés y la falta de preocupación por los diputados, por realizar labores que permitan coadyuvar en la discusión y análisis de la problemática nacional, procurando atenuar los yerros de la Administración Chinchilla Miranda.
Finalmente Judt critica a los líderes de la generación de los baby boom, “quienes no son capaces de inspirar al electorado de sus propios países…, no transmiten ni convicción ni autoridad y han traicionado activamente la confianza democrática puesta en ellos…, que no representan nada en particular: que son políticos light”. Sin duda la misma valoración podemos aplicar para las últimas administraciones que han ocupado la Casa Presidencial desde hace unos 12 o 16 años y ni se diga de quienes han ocupado curules u otros puestos de representación en el Poder Legislativo.
El reto de la socialdemocracia, según expresa Judt, en el marco de las sociedades modernas se centra en el hecho de que: “De todos los fines conflictivos y sólo en parte conciliables que podamos conseguir, el prioritario es sin duda reducir la desigualdad. En condiciones de una desigualdad endémica, resulta difícil alcanzar todas las metas deseables.
Si seguimos siendo grotescamente desiguales, perdemos todo sentido de fraternidad y la fraternidad, pese a su fatuidad como objetivo político, es una condición necesaria de la propia política. Desde hace mucho tiempo que se considera que inculcar el sentido de un propósito común y dependencia mutua es la piedra angular de la sociedad”.
Algo va mal es un texto de lectura obligado para quienes, al igual que el suscrito, creemos que existen alternativas de crecimiento económico en que medie la distribución social de la riqueza. Lo recomiendo para quienes deseen ocupar un cargo público a partir del 2014 y para quienes creen que la socialdemocracia continua siento una alternativa de gobierno viable para el mundo en general y para Costa Rica en particular.
Si no pueden conseguir el texto, lo ofrezco digitalizado, por favor solicitarlo a mi correo: guidomora@grupoqaisa.com.