Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
Don Alfonso Carro Zúñiga, nace en Juan Viñas de Cartago el 16 de marzo de 1924. Se gradúa como Licenciado en Leyes de la Universidad de Costa Rica y Doctor en Derecho por la Universidad Central de Madrid, catedrático universitario por más de 35 años, fungió como director de la Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UCR.
Su vida intelectual ha estado dedicada a la generación de pensamiento, especialmente social demócrata, una vocación de estudio dedicada a la academia, fue promotor de la creación de la Escuela de Ciencias Políticas, con el apoyo del rector Carlos Monge Alfaro, adscrita a la Facultad de Derecho, en conjunto con otros ilustres profesores: Rodrigo Madrigal Montealegre, Walter Antillón Montealegre, Rodrigo Fournier Guevara, Eugenio Fonseca Tortós, Pbro. Benjamín Núñez Vargas, Manuel Formoso Herrera y don Carlos José Gutiérrez, que coordinó la comisión en calidad de decano de la Facultad de Derecho de la UCR.
Posteriormente con motivo de la reestructuración propiciada en 1974, en el III Congreso universitario, la Escuela de Ciencias Políticas pasó a formar parte de la Facultad de Ciencias Sociales – incluso antes cuando existió la Universidad de Santo Tomás se llamaba Escuela de Leyes y Ciencias Políticas, en 1849, un hito histórico para la época.
Don Alfonso Carro, en la década de los 90, fungió como rector de la Universidad privada De la Salle, además ha escrito varios libros, artículos sobre asuntos jurídicos, políticos y sociales que son de lectura obligatoria en las universidades. La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-FLACSO- y el Instituto Centroamericano de gobernabilidad -ICG- y la Facultad de Derecho UCR, cátedra de Teoría del Estado otorgan el premio “Alfonso Carro Zúñiga”.
Sobre la función pública ha ocupado diversos cargos de importancia en los distintos poderes públicos, presidente de la junta directiva de la Caja Costarricense de Seguro Social, presidente de la Junta directiva del Patronato Nacional de la Infancia, Ministro de Trabajo y Previsión Social en la Administración Orlich -1962-1966-, redactó personalmente el proyecto de ley de creación del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) creado por ley el 21 de mayo de 1965, cuya misión institucional es: “Una institución autónoma que brinda servicios de capacitación y formación profesional a las personas mayores de 15 años y personas jurídicas, fomentando el trabajo productivo en todos los sectores de la economía, para contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida y el desarrollo económico-social del país.”
Diputado en la Asamblea Legislativa en los períodos de 1958-1962 y 1974-1978, y presidente de la Asamblea de 1974-1975, 1975-1976 y 1976-1977, finalmente fue ministro de Gobernación y Policía en la Administración Monge Álvarez -1982-1986-.
Además en 1966, Carro Zúñiga, como ministro de Trabajo, crea una comisión a efectos de elaborar una ley especial para las cooperativas (existían en el país cerca de 40 cooperativas), y posteriormente el 22 de agosto de 1968 se promulga la Ley de Asociaciones Cooperativas N°4179 en la Administración Trejos Fernández -1966-1970-. También envió a la Asamblea Legislativa, el proyecto de Fondo de trabajo capitalizado y Banco Obrero, el 5 de mayo de 1966, antecedente directo del Banco Popular y de Desarrollo Comunal, creado en la Administración de don José Joaquín Trejos.
Es fundador y firmante del acta constitutiva del Partido Liberación Nacional en la Paz de San Ramón en 1951, y uno de los ideólogos del pensamiento social demócrata costarricense, conferencista en diversos seminarios del PLN, y tuvimos oportunidad de escuchar sus profundas disertaciones en la Catalina –CEDAL-. En 1978, formo el grupo de estudio Fuerza Verde dentro del PLN y alrededor de 300 dirigentes emitieron el manifiesto superación liberacionista “Tres banderas”: Tribunal de honor, congreso del partido, organización democrática.
Sobre su pensamiento político transcribimos algunas de sus ideas:
La vida política, como quehacer humano superior, tiene sus fundamentos, más sólidos en un conjunto de normas y principios éticos- unos de carácter general que regulan la conducta social en su totalidad, otros de naturaleza específica que se refieren preponderantemente a los actos políticos -la libertad, la justicia y la solidaridad- son algunos de los valores éticos que deben regir la vida entera de la sociedad.
No es idea todo lo que sale de la cabeza del hombre. Idea es una síntesis lógica que encierra una visión parcial del universo, lograda por medio del tipo ideal con una metodología determinada. Por eso, generalmente es científica o filosófica, o ambas cosas a la vez. A la ideología, en cambio, lo que le interesa principalmente es justificar o criticar el orden social existente en cada época, para mantenerlo o transformarlo según su propósito. La idea política es primariamente racional y constituye una perspectiva sobre el mundo humano; la ideología es ante todo estimativa y actúa como un motor de la voluntad de los hombres. Ambas impulsan la historia.
Los que desconocen la historia de las ideas políticas ignoran que las más importantes reacciones contra ciertas formas del socialismo, no vinieron del liberalismo o del despotismo, sino del seno del propio socialismo. El fabianismo, Kaustky y Bernstein, que están en la base del socialismo democrático, fueron los primeros más importantes críticos y adversarios del marxismo, que había escogido el camino del colectivismo autocrático.
Esta reacción dio al socialismo democrático tal fuerza intelectual y moral, que hizo de él la más importante trinchera de la Democracia en sus luchas constantes contra el totalitarismo y la deshumanización política que han amenazado constantemente a la sociedad occidental en el siglo XX.
Quizás la más importante innovación del socialismo consistía en que, al atacar el orden económico imperante a fines del siglo XIX, destruyó el muro infranqueable que el liberalismo clásico había levantado entre el capital y el trabajo. La lucha es, a final de cuentas, uno de los medios más eficaces para poner en contacto a realidades que de otra manera quedarían distanciadas para siempre. La verdadera naturaleza del capitalismo quedó totalmente al descubierto con las críticas de los socialistas.
En ese momento se inició un proceso que, a pesar de las apariencias superficiales, ha venido acercando cada vez al capitalismo liberal y al socialismo democrático. Los Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Suecia, Alemania Federal, Austria, Israel y Costa Rica, son algunos ejemplos aleccionadores de ese interesante proceso. La economía mixta, las libertades políticas, el sufragio universal, los partidos políticos, el sentido social de la empresa, la cogestión y la autogestión, los nuevos derechos sociales, son apenas algunos de los frutos democráticos de este acercamiento entre las dos más importantes corrientes históricas de los siglos XIX y XX.
La Democracia encierra, por lo menos, cuatro ideas principales: la soberanía del pueblo, la libertad de los miembros del cuerpo soberano, la igualdad de los hombres, y como consecuencia de lo anterior, la justicia en las relaciones humanas. La Democracia obtuvo esos principios de las dos grandes ideologías antes citadas: el liberalismo y el socialismo democrático. La idea de las libertades humanas es una contribución estrictamente liberal: Locke, Montesquieu, Smith, para sólo citar a los fundadores.
La libertad se convirtió, no en un tema más de la sociedad moderna, sino en su razón de ser; sin libertad para los hombres, no es posible la existencia de ese modo de vivir que llamamos la cultura occidental. Del principio de la soberanía se deriva inexorablemente la idea de la igualdad. Todos los componentes del cuerpo soberano están en una situación de igualdad: hacen la misma renuncia a la libertad natural y reciben la misma libertad políticamente organizada: el “Contrato Social” de Rousseau. Pues bien, las ideas de igualdad y de justicia, son aportes, básicamente socialistas. La Democracia tiene que ser igualitaria; si no lo es, no existe la Democracia.
Las anteriores ideas son parte del sólido pensamiento social demócrata que nos legó el Dr. Alfonso Carro Zúñiga, insigne jurista, escritor, ideólogo, científico político, y que resumimos en esta columna como secuencia y honra de los costarricenses que han dado un aporte a nuestra democracia y vía costarricense.
Hace bien Johnny en recuperar esta gran figura histórica del PLN, quien sin duda fue columna vertebral de la ideología social demócrata moderada, tal vez a la derecha de Oduber (por su lenguaje más cauteloso y menos incendiario) y a la izquierda de Carlos Manuel Castillo (por su beligerancia juvenil en la defensa de los trabajadores y las críticas a la influencia de los republicanos de Estados Unidos). Como compañero de bancada de Daniel, Luis Alberto, Villanueva y Hernán Garrón,recuerdo sus sesudos y productivos debates con mi tío Hernán Cordero Zúñiga (de la bancada echandista) en el Congreso del 58-62. Lo admiro también como académico y fui su alumno en varios de sus cursos. Me cuento entre los seguidores cuando el movimiento de las tres banderas y resiento que a la hora de las definiciones, prefirió evitar el activismo político ante una muy buena perspectiva de liderar una tendencia como pre-candidato.