Un rincón con historia

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Patrulla de Bares Misión: El Social
Dónde: Avenida 3 y calle 9, costado este del parque Morazán (ver mapa)

El Social

En una esquina de la Avenida 3 con Calle 9 —frente al Edificio Metálico y al histórico Templo de la Música del Parque Morazán— se encuentra El Social, una de esas cantinas-bares que conjugan pasado y presente. Su estructura de paredes de ladrillo, pisos antiguos y ambiente sobrio evoca ese San José de antaño, mientras adentro vibra con la urgencia de la ciudad que nunca se detiene. El local data de 1897, siendo la segunda cantina más antigua l país. Ha sido de todo: bar, restaurante, soda, ventanita, entre otras cosas.

El Social se inserta en un entorno cargado de historia. El Parque Morazán, su vecino inmediato, fue uno de los primeros espacios públicos de la ciudad, diseñado en 1887 cuando la antigua “Plaza La Laguna” fue transformada en parque. Ese entorno —arquitectura patrimonial, calles con memoria, historia urbana impregnada— le da a El Social un carácter especial, ya que no es solo un bar, es un punto de encuentro entre generaciones, entre quienes conocen las historias del barrio y quienes las viven hoy. Entrar ahí es, en cierto modo, pisar un fragmento de la San José antigua, con su nostalgia y sus contrastes.

El Social no pretende ser un garito de lujo, su encanto radica en ser ese refugio para conversar, para encontrarse con amigos, para compartir una cerveza o un cóctel con historia local. Esta esquina, no recuerdo por cuantos años, vio pasar varias encarnaciones de la tradicional “Cantina Morázan”, uno de los lugares con mayor tradición cantinesca de San José. Es realmente un rincón con historia… y también resultó una muy agradable sorpresa en su mueva presentación.

El Social es una mezcla de sobriedad antigua y vibra contemporánea que lo hace entrar a uno en una categoría intermedia —no tan rockero-underground, no tan sofisticado— sino más bien un sitio “justo”, especial para quienes buscan sabor, cercanía y autenticidad.

Lo patrullamos al mediodía, cuando El Social no es el mismo bar bullente de risas y tragos nocturnos, a esta hora es un refugio luminoso, casi suspendido entre el ruido del tráfico y la calma insólita que a veces brota en el centro de San José. La luz cae oblicua desde la Avenida 3 y rebota en las paredes antiguas, mientras el Parque Morazán respira al otro lado de la calle, con sus árboles que filtran el sol como si quisieran regalarle sombra al barrio entero. Los chicharrones (chifrijo) super buenos, acompañados de tortillitas tostadas, aguacate y limón, y además una gran porción de chicharrón de concha; son bastantes en un recipiente tipo bowl.

Adentro, el ambiente huele a cocina recién encendida. Es esa hora en la que las bocas salen sin prisa: patacones, chicharrones suaves, ceviche fresco. En la barra, una pareja de oficinistas comparte un casado que parece más conversación que comida. En una mesa al fondo, un turista revisa un mapa arrugado como quien intenta descifrar la ciudad desde su última cerveza.

El Social al mediodía tiene un ritmo distinto. El DJ está ausente, pero la ciudad toca su propia música con motores, pasos rápidos, voces dispersas, algún silbido. Desde el parque llega el eco metálico Templo de la Música, y por momentos se oye el tañido lejano de una campana, seguramente de alguna de las iglesias cercanas.

Las paredes guardan historias, pero a esa hora parecen más dispuestas a escuchar. El bar funciona como punto de encuentro y como pausa. Es un espacio donde uno puede sentarse, dejar que la cerveza se enfríe en la mesa y mirar, simplemente mirar, cómo San José pasa frente a la puerta. Es una cantina con alma de museo vivo, testigo de generaciones, tránsito de oficinistas, mochileros, pensionados, estudiantes apurados, artistas sin horario. Y sin embargo, hay algo que permanece, esa mezcla rara de intimidad y apertura. Es un lugar que no necesita ser explicado. Solo hay que llegar, sentarse y dejar que el tiempo se acomode.

El menú de El Social gira en torno a platos inspirados en las cantinas clásicas costarricenses —con un pequeño giro creativo que los actualiza, pero manteniendo esos sabores, costumbres y preferencias que caracterizan al tico. Hay chicharrones, patacones, ceviches, bocas ideales para acompañar una cerveza, en un ambiente que no exige etiqueta. Hay gallos de chicharrón, pollo, mechudo (carne), pollo, doble de queso y miga de chorizo. Probamos los patacones, son cinco porciones que vienen acompañados de frijoles molidos, pico de gallo y guacamole, buenos, pero muy arreglados. Los nachos vienen con frijoles molidos, queso bogases, pico de gallo, guacamole, natilla y salsa de queso cheddar; las opciones son con carne mechada, pollo, mixtos y vegetarianos, para todos los gustos; en nuestro caso fueron mixtos y el plato era de buen tamaño. Las yuquitas al mojo, son bastantes, acompañadas de mayonesa y salsa de tomate; estaban deliciosas, bien tostadas. Una patrullera pidió un ceviche de maíz dulce, que parece estaba muy bueno, aunque es un boca pequeña, apenas para entrada.

De noche, la atmósfera cambia, luces tenues, buen volumen de música, y tragos como cócteles elaborados con base de “Cacique” que se han ganado elogios, es así como la clientela destaca la calidad y creatividad de los mix, más allá de lo típico. La oferta de cervezas tambien es generosa, así que en esta oportunidad pedimos una cerveza Ultra.

Los fines de semana, el bar se llena. Hay DJ, ambiente festivo, risas, y a veces hasta una “ruleta de shots”, que la verdad hay que evitar si lo que queremos es un rato tranquilo tomando una cerveza con una boca.

Si andan buscando una experiencia auténtica en el corazón histórico de San José —más original que una discoteca genérica, más vivo que un café, más relajado que un restaurante formal—, El Social ofrece ese equilibrio. Si les interesa la historia urbana, su ubicación frente a monumentos y edificios patrimoniales hace del lugar experiencia tanto cultural como social.

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