Birmania, las guerras del opio

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Guadi Calvo

Uno está tentado de decir que el opio desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad ha sido gran protagonista en muchas guerras y en otras, actor secundario. Casi en tantas como el oro y el petróleo, antes de cualquier otra razón, excepto la religión, aunque finalmente todo siempre termina en la economía… estúpido.

Desde que los británicos decidieron acaparar la distribución y producción del opio indio, que se producía en los Estados de Madhya Pradesh, Rajastán y Uttar Pradesh, en la década de 1830 para exportarlo a China y así equiparar su déficit comercial con el Imperio Celeste, provocado por las grandes importaciones de té, seda y porcelana.

Si bien el opio llegaba a China desde el siglo XV, era solo utilizado en la medicina tradicional, por lo que su consumo era poco frecuente debido a ser un producto escaso y caro.

Con este mecanismo, Londres, más allá de la prohibición en 1839 por parte del gobierno chino, consiguió corregir la balanza comercial, sin importarle que las altas tasas de consumo, generaran gravísimos problemas sociales y de salud en China, lo que finalmente derivó en lo que se conoció como las Guerras del Opio del siglo XIX, dos entre 1839-1842 y 1856-1860. Las que terminaron con una China totalmente sometida y obligada a abrir totalmente sus puertos al opio, a la pérdida desde 1842 hasta 1997 de la isla de Hong Kong y una población con altísimos índices de adicción, para la victoria en 1948 de Mao Zedong; se estimó que había cerca de veinte millones de adictos.

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, Washington utiliza dos oficinas antecesoras de la CIA, la que se fundaría recién en 1947, para el control del “Triángulo Dorado”, un área ubicada entre Tailandia, Birmania y Laos, a donde se habían mudado desde India los grandes plantíos de adormidera, a donde se concentraba también la elaboración y distribución a escala mundial del opio.

Los Estados Unidos, tras su involucramiento en la guerra de liberación de Vietnam, en 1965, un conflicto iniciado por Francia en 1946, incrementarán la producción y el tráfico, desde el “Triángulo”, para financiar las operaciones más oscuras en torno a esa guerra. Para comienzos de los años setenta, con una dotación cercana todavía al pico máximo de su presencia, medio millón de hombres, unos treinta de ellos ya eran adictos a la heroína, producida en Laos.

Investigaciones periodísticas revelarían que altos mandos de las fuerzas norteamericanas junto a la CIA utilizarían al Nugan Hand Bank de Sídney para el lavado de lo producido no solo por el narcotráfico, sino también del de armas, el que finalmente terminaría quebrando en 1980. Fundado en 1973, con solo ochenta dólares, por Frank Nugan, un multimillonario australiano, quien aparecería extrañamente suicidado, y un ex agente de la CIA, Michael Jon Hand, quien desde entonces se había mantenido prófugo hasta 2015.

Durante toda la guerra de Vietnam, particularmente en los momentos de la mayor presencia norteamericana (1968), la gran producción de opio que ya se había trasladado de India al Triángulo Dorado a comienzos del siglo XX, la producción se mantuvo en sus máximos niveles.

Una vez más, el centro de sembrado y producción de opio se trasladaría a Afganistán, fenómeno que se convertiría en la principal fuente de financiación de los muyahidines durante la guerra antisoviética (1979-1992), lo que se continuó utilizando para la guerra civil, que siguió a la retirada soviética entre los talibanes y los señores de la guerra, la que se extendió hasta la llegada de los norteamericanos en 2001 y a lo largo de los siguientes veinte años, hasta la victoria de los mullahs de agosto de 2021.

Con las fatwas promulgadas por los mullahs contra todo lo que implique el negocio del opio, la producción afgana se redujo a niveles desconocidos en los últimos cuarenta años, según un informe de Naciones Unidas, un noventa y cinco por ciento. Habiendo reducido las hectáreas de cultivo para la amapola de doscientos treinta y tres mil a finales del 2022 a menos de once mil apenas un año después.

Lo que no está siendo gratuito para el gobierno del nuevo Emirato Islámico ya ha generado importantes protestas y refriegas con los productores, que han experimentado sustanciales pérdidas de ganancias.

En lo que el opio representó no solo la mayor, sino por mucho la única, fuente de ingresos, al punto de convertirse en el primer exportador mundial.

Con la victoria del talibán, los rígidos conceptos religiosos de los mullahs se impusieron al pragmatismo de las necesidades económicas, por lo que otra vez el epicentro mundial de la producción de opio cambió.

Un nuevo horizonte para el opio

El colapso político tras el golpe del primero de febrero de 2021 precipitó a Birmania a una guerra civil entre el Tatmadaw (ejército birmano) y más de una docena de milicias étnicas, políticas, religiosas y regionales.

El conflicto amenaza a cinco años de iniciado con la desintegración del país, tironeado por diferentes potencias (India, China) y, obviamente, los Estados Unidos, que aspira a bloquear la influencia y las fuertes inversiones de Beijing, no solo en la junta militar, sino también con la comandancia de algunas de las milicias insurgentes, particularmente las del norte, como la Alianza de las Tres Hermandades (3BHA), formada por el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA), el Ejército de Arakan (AA) y el Ejército de Liberación Nacional de Ta’ang (TNLA). Además de apoyar a las milicias del Estado de Shan, fronterizo con la provincia china de Yunnan.

Es en este contexto que los cárteles de la droga han comenzado, como alguna vez ya ha pasado, a alentar a los agricultores birmanos, desbordados por la crisis económica, lo que les ha acarreado la guerra, a incursionar en la producción del opio. Convirtiendo a su país en 2023 en el primer productor mundial. Con un promedio de mil ochenta toneladas promedio al año, mientras que la producción afgana se encuentra en las trescientas toneladas. Lo que representa de mil millones de dólares a dos mil cuatrocientos millones de la divisa norteamericana.

Según un informe emitido por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el crecimiento de los cultivos ilegales en Birmania ha sufrido un incremento, alcanzando cerca de un veinte en poco más de un año. Tras varios años de descenso. Proceso que se detuvo a partir del 2020, empujado por el aumento de su precio a nivel mundial, a consecuencia del bajante en la producción afgana.

Las hectáreas de adormidera, con cerca de cuarenta y cinco mil hectáreas en 2024, han pasado a cincuenta y tres mil este año. Lo que ha convertido a Birmania en el mayor productor mundial de dicho estupefaciente. Empujado por la drástica disminución del opio afgano. Mientras se estima que los plantíos birmanos continuarán extendiéndose.

Los mayores aumentos en el cultivo se registraron en el este del estado de Shan, que ocupa cerca de la cuarta parte de la superficie del país, salpicado de barrancos y elevaciones tapizadas de espesas selvas. Con el aumento de un treinta y dos por ciento, es la mayor factoría de opio de Birmania, representando cerca de la mitad total de su territorio.

Entre las nuevas regiones conquistadas para el cultivo del opio aparece, por primera vez, Sagaing, en el noroeste del país, con 552 hectáreas, con la “ventaja” de tener frontera con los Estados indios de Nagaland y Manipur, lo que podría facilitar su exportación.

En este contexto de guerra y disgregación, por otro lado, el Tatmadaw prepara las elecciones generales para el veintiocho de diciembre, proyecto que ha recibido críticas desde su mismo anuncio.

En este contexto, se cree que los resultados que se conocerán en enero serán totalmente amañados a favor de los partidos afines a la junta, mientras los principales líderes opositores se encuentran encarcelados, desaparecidos o en el exilio.

Esta es una medida desesperada del Tatmadaw, intentando legitimarse frente a la opinión pública internacional. Mientras que a nivel global ninguna nación parece estar interesada en que la guerra se resuelva, a pesar de que el claro vencedor de esta guerra parece ser el opio, como siempre, no importa dónde se libre.

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