Elecciones 2026: realidades desagradables, conversaciones incómodas

Luis Paulino Vargas Solís

Luis Paulino Vargas

En un primer momento, el estudio de CIEP-UCR divide la población encuestada en dos: quienes dicen que no votarán y quienes dicen que sí lo van a hacer.

Excluyendo a quienes se colocan a sí mismas como personas abstencionistas, la encuesta se dirige, entonces, hacia quienes dicen que sí van a votar, para indagar acerca de sus opciones políticas y sus preferencias electorales.

En este segundo grupo –los que sí van a votar– se observan cosas como las siguientes:

  1. Laura Fernández capta el apoyo de un 30% del total.
  2. Muy a la distancia aparecen Alvaro Ramos con 8%, Ariel Robles con 5% y Caludia Dobles con 4%.
  3. 45% dicen todavía estar indecisos.
  4. Respecto de la encuesta anterior (octubre) el porcentaje de indecisión cae 10 puntos: de 55% a 45%.
  5. Respecto de la encuesta anterior: L. Fernández crece 5 puntos: de 25% a 30%.
  6. En términos netos, podríamos válidamente decir que Laura Fernández captó 5 de los 10 puntos en que disminuyó el porcentaje de personas indecisas.
  7. Pero, además, Laura Fernández crece más que cualquier otra candidatura, y es la única candidatura cuyo crecimiento excede del margen de error.

Desde ahí, los datos podrían reacomodarse de formas diversas con base en distintas hipótesis, más o menos realistas.
Supongamos, entonces, que las elecciones se hacen hoy, lo que inevitablemente, obligará a las personas indecisas a tomar una decisión. Supongamos, además, que quienes hoy declaran simpatizar con determinada candidatura, no cambian de opinión. Supongamos, finalmente, que el porcentaje de abstencionistas no se altera.

Una primera hipótesis: de los 45 puntos correspondientes a indecisos, Ramos capta 20 y Fernández 8, lo cual define una segunda ronda entre esas dos candidaturas.

Una segunda hipótesis: de los 45 puntos de indecisos, Ariel capta 20 y Fernández 8, lo que, de nuevo, nos lleva a una segunda ronda entre esas dos candidaturas.

¿Son esas hipótesis realistas? No, porque no hay nada, en las tendencias reales observadas hasta el momento, que las respalden.

Una tercera hipótesis: Laura Fernández capta 10 puntos de esos 45 de personas indecisas, llega a 40% del electorado y gana en primera ronda.

¿Es eso realista? Sí, es realista porque la realidad misma así nos lo sugiere. Baste reiterar lo que ya comenté: entre octubre y noviembre ella captó 5 punto de los 10 en que se redujo el porcentaje de las personas indecisas.

O sea: hasta el momento, ella es la que, de facto, demuestra más capacidad para atraer a personas indecisas.

Supongamos, ahora, que extrapolamos las tendencias observadas entre octubre y noviembre para formular una cuarta hipótesis. En tal caso, puesto que simplemente hacemos una extrapolación, Laura Fernández se quedaría con la mitad de quienes, habiéndose declarado indecisos, dejan de serlo. En tal caso, ella captaría la mitad del 45% de personas que se dicen indecisas, lo que llevaría su votación total arriba del 50%. O sea: electa en primera ronda con amplia diferencia.

¿Es esta hipótesis 4 realista? Posiblemente sea menos realista que la hipótesis 3, pero no es un escenario descabellado. Bastaría con que Fernández logre atraer a parte de la gente que, en las encuestas, dice apoyar a Chaves, pero que, hasta ahorita, no la está apoyando a ella.

¿Por qué formulo este ejercicio hipotético? Para ilustrar por qué digo que, en este momento, a como están las cosas, L. Fernández podría ganar en primera ronda.

A mí ese resultado no me gusta en absoluto. Todo lo contrario: me alarma muchísimo. Pero aquí yo no hablo acerca de lo que yo quisiera que sea, sino acerca de lo que logro ver que realmente es.

¿Es ese resultado inevitable? No, no es inevitable.

Pero para poder evitarlo, dos cosas son necesarias: primero, eludir el autoengaño negacionista y, segundo, empezar a trabajar en procura de enmendar, corregir y reorientar para enderezar las tendencias electorales.

Sé que, al decir esto, no le caigo bien a nadie. Son cosas que nadie quiere escuchar ni leer. Pero creo que es mi deber decirlas.

Espero no referirme más a esto.

Y, como diría mi madrecita: “que Tatica Dios nos agarre confesados”.

Economista jubilado

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