La metáfora de la prosperidad desde la mirada de las oportunidades…

Si no mide lo medible, no va en la línea correcta”…

Caryl Alonso Jiménez

Caryl Alonso

Posiblemente el ideal del progreso y prosperidad contemporánea hoy en día se entiende como la medida macroeconómica para comparar el crecimiento y buen rendimiento de los países. Pero esta idea evolucionó desde la promesa religiosa (salvación y tierra prometida), hasta la secularización del pensamiento y el Estado (justicia, progreso, bienestar, riqueza).

Es verdad que la visión del mundo occidental está basada en la suma de los volúmenes financieros anuales de los países, pero que jamás será parte de la comprensión ciudadana y sus números nunca reflejarán el bienestar de la sociedad.
Seguramente por eso en el Informe Stiglitz-Sen-Fitoussi (2009), Recomienda medir el bienestar y el progreso más allá del Producto Interno Bruto (PIB). El informe buscaba medir las implicaciones sociales en las trayectorias futuras. Sus principales recomendaciones se centraron en medir el bienestar de los ciudadanos, calidad de vida y sostenibilidad.
Una de sus afirmaciones poco discutidas por los economistas expresaba que, “Lo que medimos afecta lo que hacemos. Si medimos algo mal, haremos algo mal. Si no medimos algo, se descuida, como si el problema no existiera”. Una sentencia que revela en toda su crudeza la verdad del modelo económico y bienestar.

Un recorrido por el pensamiento de algunos teóricos, como Jeremy Benthan y Stuart Mill, quienes asumieron que la prosperidad era sinónimo de felicidad hacia el bienestar colectivo. Max Weber y Talcott Parsons lo asumieron como la organización eficiente sociedades racionales. John Maynard Keynes lo asocio al Estado de Bienestar, empleo, salud, educación y seguridad. Friedrich Hayek, y Milton Friedman, explicaron que la prosperidad esta generada por mercados libres sin la intervención estatal.

En una apretada síntesis, la idea de progreso y prosperidad, se puede entender mejor en Estados democráticos, con libertad individual, con Estado de derecho y social, confianza pública y sostenibilidad.
Pero, ¿Cómo situar un ejemplo de progreso y prosperidad? Uno de los más sorprendentes fue la audacia de Jan Koum (1976), ucraniano migrante que llegó a california con su madre en 1992 a los 16 años. Llegó sin fortunas y viviendo de cupones para alimentarse cada día y al parecer, construyó el imaginario de una realidad que debía cambiar para siempre sus vidas…

Posiblemente el relato no tenga ningún significado para la vida en Centroamérica, excepto porque sin saberlo, todos o casi todos, mantenemos la alerta minuto a minuto de la mensajería móvil. Ese invento que modificó el comportamiento cotidiano. Herramienta extraordinaria que revolucionó la manera de emprender cada día la travesía diaria a causa de un bendito mensajito de WhatsApp…

Koum, es el inventor de WhatsApp, la mensajería instantánea que transfiere más de diez millones de mensajes diarios, y que Facebook en el 2014 compró a Koum por la suma de $US. 19,000 millones de dólares.
Por qué viene el caso de Koum para abordarlo de desde el progreso y la prosperidad. Seguramente porque la democracia y el Estado de derecho son líneas claves del Estado y el gobierno (Majone, 1993). Son cuatro las claves más importantes e incontestables:

  1. Un Estado (público y privado) con libertades individuales donde la competencia solo tiene como límite la regla y control para que no se abuse de la codicia y la manipulación.
  2. Una institucionalidad capaz de construir y animar la cooperación privada y pública hacia el desarrollo de canales de ascenso social para la ruta del desarrollo y crecimiento.
  3. Reglas claras para todos… e instituciones públicas a prueba de fallas de la justicia, seguridad, educación, salud e infraestructura y dinámicas de desarrollo, crecimiento y el bienestar…
  4. Un Estado que erige y fortalece la justicia y cuando es implacable para mantener el comportamiento social sin mediar más que el sentido de bienestar y libertad.

Koum difícilmente hubiera creado WhatsApp en Centroamérica… no hay cupones para alimentarse, los niños son excluidos y crecen a merced de la confusa imitación del desarrollo ficticio que pasa en imágenes de la realidad ampliada, y a veces en la franja gris de la sociedad.

Quienes logran estudiar, a veces no tienen ni por asomo la oportunidad de un empleo que favorezca la creatividad para impulsar eso que, con elevada resonancia llaman el sentido de la innovación y la predisposición disruptiva, palabras de fecundo significado tecnológico, pero distante.

¿Cómo construir un modelo de prosperidad y oportunidades? Aunque parezca una compleja respuesta: construyendo canales de ascenso social, salud, educación, vivienda y empleo. Amparado con ese potente enfoque de la nueva arquitectura económica y esa elevada moral empresarial que está construyendo la responsabilidad social.

Uno de los mejores ejemplos son los países nórdicos con una férrea lealtad a la democracia, al vigoroso capitalismo y política fiscal, con instituciones de justicia sólidos, empresarios visionarios, políticos limitados en el poder y un claro Estado social (Abrahamson, 2007). Pero ¿Queremos parecernos a países con progreso y prosperidad…? O, ¿es un postre emocional del sí se puede, para tranquilizar colectividades…?

Entonces, ¿A Cuántos Jan Koum estamos dispuestos abrirles la puerta de las oportunidades? Los canales de ascenso social no son automáticos, requieren decisión, política, audacia y valentía. ¿Quieren de verdad construir escenarios de progreso y prosperidad…? Entonces, ¿Por qué no pactar la ruta y empezar ahora…?

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