Dos caminos que vuelven a encontrarse

Carlos Revilla Maroto
En el vasto árbol de las ideas de izquierda, pocas ramas han sido tan cercanas —y al mismo tiempo tan distintas— como el socialismo democrático y la socialdemocracia. Ambos nacen del tronco común del pensamiento socialista, ambos reivindican la justicia social y la democracia, y ambos rechazan el autoritarismo. Sin embargo, su diferencia radica en la meta final y en la forma de relacionarse con el capitalismo.
A finales del siglo XIX, el movimiento obrero europeo se articuló alrededor de la Segunda Internacional, inspirada en las ideas de Karl Marx y Friedrich Engels. Pero pronto surgió una corriente reformista, encabezada por Eduard Bernstein, que comenzó a cuestionar el determinismo económico del marxismo clásico.
Bernstein sostenía que la evolución del capitalismo había demostrado una mayor capacidad de adaptación de lo que Marx previó, y que era posible avanzar hacia el socialismo por medios democráticos y graduales.
Ese planteamiento dio origen a la socialdemocracia, que a inicios del siglo XX ya se distinguía del socialismo revolucionario. Para Bernstein y sus seguidores, el objetivo seguía siendo una sociedad socialista, pero el camino sería el parlamento, las reformas y la expansión de los derechos sociales.
Tras la Primera Guerra Mundial y especialmente después de la Revolución Rusa, la socialdemocracia europea rompió definitivamente con el marxismo revolucionario.
Mientras los partidos comunistas adoptaban la dictadura del proletariado como medio para abolir la propiedad privada, los socialdemócratas defendían la democracia pluralista y la economía mixta como instrumentos para alcanzar el bienestar colectivo.
Con el tiempo, esa posición se consolidó: después de 1959, en el Congreso de Bad Godesberg del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), la socialdemocracia renunció formalmente al marxismo y aceptó la economía de mercado como base legítima, siempre que estuviera regulada por el Estado y orientada al bien común.
A partir de entonces, su objetivo ya no fue reemplazar el capitalismo, sino corregirlo garantizando justicia social, igualdad de oportunidades y redistribución mediante impuestos progresivos, servicios públicos y negociación sindical.
En cambio, el socialismo democrático, por su parte, mantuvo un vínculo más directo con el ideal socialista original.
Sus defensores —como Michael Harrington en Estados Unidos o Aneurin Bevan en el Reino Unido— creen que la democracia política debe ir acompañada de democracia económica. No basta con votar cada cuatro años si el poder económico sigue concentrado en pocas manos.
El socialismo democrático no busca abolir toda propiedad privada, pero sí socializar o democratizar los medios de producción esenciales, por medio de cooperativas, empresas públicas o modelos mixtos donde los trabajadores tengan voz y participación real.
Su propósito es reemplazar gradualmente el capitalismo con una economía democrática, sin recurrir a la violencia ni al autoritarismo.
En la práctica, esto significa que el socialismo democrático puede mantener el mercado, pero subordinado al control democrático y al interés colectivo.
Por eso, figuras como Bernie Sanders o movimientos como Democratic Socialists of America (DSA) insisten en que su lucha no es solo por reformar el capitalismo, sino por superarlo.
En resumen, la diferencia fundamental está en el horizonte al que aspiran:
| Concepto | Meta principal | Actitud ante el capitalismo | Instrumentos |
|---|---|---|---|
| Socialdemocracia | Humanizar el capitalismo | Lo acepta y lo regula | Estado de bienestar, impuestos progresivos, derechos laborales |
| Socialismo democrático | Democratizar la economía | Lo considera transitorio | Cooperativas, propiedad social, control democrático de la producción |
Después de los años sesenta, la socialdemocracia asumió que el objetivo no era llegar al socialismo, sino mantener un capitalismo civilizado. En cambio, el socialismo democrático sigue considerando que la desigualdad estructural del capitalismo no puede eliminarse solo con reformas.
En los años noventa, con la globalización y el auge neoliberal, la socialdemocracia giró aún más hacia el centro. Surgió la llamada “Tercera vía”, promovida por Tony Blair en el Reino Unido y Gerhard Schröder en Alemania: una adaptación del pensamiento progresista a la economía de mercado global.
Ese modelo priorizó la eficiencia, la innovación y la responsabilidad individual, pero redujo el papel redistributivo del Estado.
El resultado fue un éxito electoral, pero también un vaciamiento ideológico. Muchos votantes percibieron que los partidos socialdemócratas ya no ofrecían una alternativa real al neoliberalismo. Ese desencanto abrió espacio para el resurgimiento del socialismo democrático, especialmente entre las nuevas generaciones.
Hoy, frente a la crisis ambiental, la desigualdad y la concentración del poder económico, los límites entre ambas corrientes vuelven a ser objeto de debate. La socialdemocracia busca recuperar sus raíces; el socialismo democrático intenta actualizar su propuesta sin caer en utopías inviables. Ambos coinciden en un punto esencial: no puede haber democracia política sin democracia social.
La diferencia, al final, no está tanto en el punto de partida como en el destino.
Caso Zohran Manadani
El recién electo alcalde de Nueva York Zohran Mamdani se declara socialista democrático o socialdemócrata, pero sus propuestas parecen socialdemócratas.
Analicemos un poco.
Mamdani está vinculado a la organización Democratic Socialists of America (DSA) según su ficha biográfica. Su plataforma incluye medidas típicas de la izquierda, como el congelamiento de rentas para vivienda asequible, buses gratuitos, guardería universal, impuestos más alto a millonarios, etc.
Es cierto que muchas de sus propuestas pueden identificarse con lo que tradicionalmente se llama “socialdemocracia”. La socialdemocracia, busca reformar el capitalismo para hacerlo más justo, con un fuerte Estado de bienestar, sin necesariamente eliminar el mercado o la propiedad privada mayoritaria. Algunas de las propuestas de Mamdani entran claramente en ese marco de “hacer el capitalismo más justo”. Esto puede dar la sensación de que, en la práctica, su agenda está más cerca de la socialdemocracia que de un socialismo radical que busque reemplazar por completo el capitalismo.
Ideológicamente Mamdani se declara socialista democrático, aunque sus propuestas (y las posibilidades reales políticas en una ciudad como Nueva York) parecen más inmediatas, reformistas y menos radicales en el sentido de querer abolir el mercado o la propiedad privada — lo que lo acerca funcionalmente a la socialdemocracia.
Resumiendo, se puede decir que él es un socialista democrático, porque él lo dice explícitamente, pero al mismo tiempo muchas de sus políticas podrían clasificarse como socialdemócratas, porque se insertan en la lógica de reformar el capitalismo, no —al menos por ahora— de reemplazarlo enteramente.
Algunas de sus propuestas principales
Basado en fuentes oficiales y cobertura periodística:
- Propone congelar los incrementos de renta en los apartamentos regulados (rent-stabilized) de la ciudad.
- Quiere la gratuidad de los autobuses (“free buses”) en la ciudad como parte de aliviar costos para los trabajadores.
- Plantea universalizar la guardería para menores de 6 semanas hasta 5 años.
- Aumentar impuestos a las corporaciones más rentables y a las personas de ingresos muy elevados para financiar sus propuestas.
- Crear tiendas de comestibles propiedad de la ciudad (un enunciado de su página “Zohran for NYC”).
- Combinar vivienda pública, vivienda asequible y ampliación de la oferta privada inmediata para vivienda “asequible”.
Entonces, ¿qué tan socialdemócrata o socialista democrático es su programa?
Aquí vamos con el análisis, columna por columna:
| Propuesta | ¿Se alinea más con socialdemocracia o con socialismo democrático? | Comentarios |
|---|---|---|
| Congelar rentas y aumentar vivienda asequible dentro del marco urbano | Socialdemocracia | Esto es típico de la socialdemocracia que busca “mejorar” el capitalismo mediante regulación, subsidios, vivienda pública o mixta, sin necesariamente eliminar el mercado. |
| Gratuidad de autobuses urbanos | Híbrido, pero más socialdemócrata | Es un avance fuerte del Estado en servicios públicos, lo cual podría inclinarse hacia lo “más que socialdemócrata”, pero no implica una transformación radical de economía. |
| Guardería universal (0-5 años) | Socialdemocracia | Es un clásico Estado de bienestar: igualdad de oportunidades, servicios públicos universales. No implica control de medios de producción. |
| Impuestos altos a los muy ricos y corporaciones para financiar servicios | Socialdemocracia | Esta clase de redistribución es central en la socialdemocracia. No necesariamente cuestiona la propiedad privada o el mercado por completo. |
| Tiendas de comestibles públicas operadas por la ciudad | Hacia socialismo democrático (pero aún moderado) | Esto introduce un elemento de propiedad pública y control de mercado en cierto sector. Podría considerarse un “paso” hacia una economía más socializada, aunque limitado en escala. |
| Su autodefinición “democratic socialist” + respaldo DSA | Socialismo democrático (ideológicamente) | Ideológicamente se declara como tal, lo cual indica intención de cambiar cosas estructurales, no solo reformas superficiales. |
Vemos que en la práctica, muchas de sus propuestas son de tipo socialdemócrata: mejorar y expandir el Estado de bienestar, regular mercados, redistribuir recursos, ampliar servicios públicos.
Hay algunos elementos más “radicales” (por ejemplo, tiendas públicas, congelar rentas) que podrían apuntar hacia un socialismo democrático real, pero no se observa que esté planteando la desaparición del mercado, la entrega masiva de medios de producción al cooperativismo o la abolición de la propiedad privada, al menos con lo que se ha hecho público.
En una ciudad como Nueva York, políticamente realista, es más factible ejecutar políticas de tipo socialdemócrata que un cambio radical hacia una economía socialista completa.
Por tanto: Sí él es socialista democrático en nombre y visión; sí algunas políticas lo reflejan; pero la mayoría de su plataforma y lo que es políticamente plausible se ajusta al modelo socialdemócrata.
Podemos decir que Zohran Mamdani es un “socialista democrático en aspiración”, que está operando (o propone operar) en un marco que mayoritariamente corresponde a la socialdemocracia. Sus ambiciones podrían llevarlo hacia algo más radical, pero hasta ahora su programa se ve como una “versión fuerte de socialdemocracia” más que una estrategia para abolir el capitalismo.
De socialistas a liberales
Cómo el lenguaje suavizó la izquierda estadounidense
En la política estadounidense, las palabras son mucho más que etiquetas, son armas. Desde la presidencia de Franklin D. Roosevelt (FDR), los políticos progresistas han aplicado políticas cercanas a la socialdemocracia, pero evitando a toda costa el término socialismo. En su lugar, adoptaron una palabra más digerible para el público norteamericano: liberal.
Cuando Roosevelt asumió la presidencia en 1933, Estados Unidos vivía el colapso económico más profundo de su historia. Para rescatar el país, lanzó el New Deal, una serie de programas que ampliaron el papel del Estado: seguridad social, regulación bancaria, empleo público, derechos laborales y protección a los desempleados.
Era, en los hechos, un programa socialdemócrata, similar a lo que años después aplicarían los gobiernos laboristas británicos o los socialdemócratas escandinavos. Pero en el clima político de la época, socialismo era una palabra maldita.
Roosevelt, pragmático y hábil comunicador, nunca se llamó socialista. Prefirió el término liberal, que en Estados Unidos comenzó a significar algo distinto a su sentido clásico: no un defensor del libre mercado, sino un promotor de la intervención del Estado en favor del bienestar colectivo.
El cambio semántico fue profundo. Mientras en Europa o América Latina “liberal” se asocia con la libertad económica y el mercado, en Estados Unidos se transformó en sinónimo de “progresista” o “centroizquierda”.
| En Europa / América Latina | En Estados Unidos |
|---|---|
| Liberal = partidario del libre mercado, Estado mínimo | Liberal = progresista, estatista moderado, promotor del bienestar social |
Así, el “liberalismo” de Roosevelt fue, en realidad, un socialismo democrático con otro nombre. Una forma de decir “más justicia social” sin pronunciar la palabra prohibida.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el macartismo convirtió cualquier simpatía con el socialismo en sospecha de traición. Académicos, sindicalistas y artistas fueron perseguidos, despedidos y censurados bajo la acusación de ser “comunistas”.
En ese ambiente, ningún político con aspiraciones podía declararse socialista sin firmar su propia condena. El término liberal se consolidó como la etiqueta protectora para quienes creían en la redistribución y los derechos sociales, pero no querían ser tachados de enemigos de la patria.
Durante décadas, en la política estadounidense, “liberal” fue el refugio semántico de la izquierda democrática.
Hubo que esperar hasta el siglo XXI para que el término socialist reapareciera sin vergüenza en el discurso público.
El senador Bernie Sanders fue el primero en hacerlo con éxito nacional. En sus campañas presidenciales de 2016 y 2020 se autodefinió democratic socialist, reivindicando abiertamente una tradición que se remontaba al New Deal y a los derechos sociales básicos: salud universal, educación gratuita, impuestos progresivos, fortalecimiento sindical.
Su movimiento inspiró a una nueva generación: Alexandria Ocasio-Cortez, Zohran Mamdani y otros miembros de los Democratic Socialists of America (DSA). Ellos hablan de “democratizar la economía”, pero dentro del marco del pluralismo y las instituciones. Sus políticas son, en el fondo, socialdemócratas con acento estadounidense.
Recuadro histórico
Del New Deal a Bernie Sanders: una línea de continuidad
| Época | Figura clave | Rasgo principal | Término dominante |
|---|---|---|---|
| 1933-1945 | Franklin D. Roosevelt | Estado de bienestar, regulación, derechos laborales | Liberal |
| 1960s | John F. Kennedy / Lyndon B. Johnson | “La Gran Sociedad”, derechos civiles, Medicare y Medicaid | Liberal progresista |
| 1980s-1990s | Bill Clinton | Giro al centro, “Tercera Vía” | Moderate Democrat |
| 2010s-2020s | Bernie Sanders, AOC, DSA | Recuperación del lenguaje socialista, políticas de bienestar universal | Democratic socialist |
En Estados Unidos, los términos socialismo y comunismo fueron demonizados durante tanto tiempo que incluso hoy son usados como insultos por la derecha. Donald Trump, por ejemplo, llama “comunista” a cualquiera que proponga impuestos a los ricos o transporte gratuito, como hizo recientemente con Zohran Mamdani, alcalde electo de Nueva York. Pero esa acusación es falsa y deliberadamente engañosa: sus propuestas se parecen más al Estado de bienestar escandinavo que a la economía planificada soviética.
La historia política estadounidense demuestra que las palabras pueden ocultar o suavizar las ideas. Lo que en Suecia o Alemania se llama socialdemocracia, en Estados Unidos se bautizó como liberalism para sobrevivir al clima ideológico del siglo XX.
Hoy, con nuevas generaciones más abiertas y un electorado menos marcado por la Guerra Fría, el término socialismo democrático vuelve a ser pronunciable. Tal vez, después de casi un siglo, el país esté listo para reconciliarse con la palabra que siempre temió, pero cuyas ideas ya había practicado desde Roosevelt.
Porque, al fin y al cabo, como decía FDR:
“La prueba de nuestro progreso no es si añadimos más a la abundancia de quienes tienen mucho, sino si proveemos lo suficiente a quienes tienen poco.”
Difícilmente una frase más socialista —o liberal, según se mire.
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