Luis Paulino Vargas Solís
Por supuesto, los jueces pueden cometer errores y a veces los cometen. Pero, la verdad es que, en general, cuando deciden dejar libre a alguien no es por gusto ni por torpeza, sino porque no se presentaron pruebas suficientes o el asunto no ameritaba encerrar a la persona. Y agradezcamos que así sean las cosas, porque, de otra manera, usted mismo podría terminar en la cárcel tan solo porque usted le cae mal a un político poderoso.
Aparte lo cual, aquí aplica lo de “datos matan boconada”. Simplemente no es cierto que el problema se origine en que “sueltan” a los criminales, como falsamente lo afirma Chaves. La evidencia demuestra que eso es falso. Veamos:
- Entre 2022 y 2025, la población carcelaria creció un 27,1%, en un lapso durante el cual la población total de Costa Rica creció solamente un 2,7%. Esto lo elaboro a partir de datos brindados por el ministro de Justicia ante una comisión legislativa.
- Ya en 2024, la tasa de encarcelamiento en Costa Rica era la quinta más alta de América Latina. Al ritmo al que nos movemos, pronto podríamos escalar posiciones en ese horrible ranking (datos de un informe de la UNA).
- A nivel mundial nuestra tasa de encarcelamiento (número de personas encarceladas por cada 100.000 habitantes) nos ubica en un muy deshonroso lugar 22 (datos de World Prison Brief).
- La sobrepoblación carcelaria se acerca al 30%: a agosto de este año había 129,5 personas en presidio por cada 100 lugares de capacidad efectiva disponible (datos tomados de un informe de la Defensoría).
No, el problema no es que se suelte a los criminales. Esa es una mentira conveniente y cobarde, por parte de un presidente que jamás asume responsabilidades ni jamás ofrece respuestas serias frente a nada.
El problema es que la expulsión de los jóvenes del sistema educativo, la terrible escasez de empleos decentes y la frustración asociada a la marginalidad social, la falta de oportunidades y la desigualdad, están creando las condiciones para que el crimen organizado tire el anzuelo y capture a miles de muchachos, que, lanzados a la mortífera espiral de la delincuencia y el narcotráfico, causarán mucho daño a la sociedad, al tiempo que destruyen sus propias vidas.