A propósito del día de Mora y Cañas

Mauricio Castro Salazar*
mauricio.castro.salazar@gmail.com

Almirante

¿De qué Escuela se graduó?

Primero aclaro que no recuerdo si estuve presente en los hechos que relataré, o si me lo contaron o si lo soñé.

Un poco de contexto:

Nicaragua en guerra, Reagan apoyaba «la contra», barcos de la Marina de EEUU patrullaban los mares de la Región, de tanto en tanto recalaban en alguna bahía, porque eran muy grandes para atracar en los puertos de nuestra Centroamérica en llamas.

La llegada de uno de esos barcos —de impactar emocionalmente— era «bien recibida» y mucha gente se peleaba por ser invitado a visitarlos y a los cócteles que «la Embajada» organizaba.

Los hechos:

No recuerdo si fue en 1984 o antitos o despuesito, cuando se anunció la llegada de «un portaaviones Nimitz-class», enorme, una ciudad flotante.

Se cursaron las invitaciones de rigor y de estilo.

El Capitán de Puerto de Puntarenas recibió la suya. Se vistió con su uniforme de gala, que no en pocas ocasiones usaba, solo que esta vez con más medallas para la ocasión: quepis blanco, camiseta blanca, camisa blanca, pantalón blanco, medias blancas y zapatos blancos, charreteras y medallas, muchas medallas y muchas de esas pegatinas que son como rectangulitos de colores que van en las bolsas de la camisa. Una de las medallas causó tremenda sensación…

De verdad que nuestra máxima autoridad marítima impresionaba, no solo a los locales, sino también a los visitantes, tanto así que de repente el Capitán del barco (el Comandante) llamó a su oficial encargado de la traducción —a todas luces latino— y le pidió algo en el oído.

El oficial se acercó al grupo en que se encontraba nuestro Capitán de Puerto, al que todos entre bromas y piropos y lo rodeábamos…y con ese respeto que infunden los militares preguntó en voz suave, lo suficientemente alta que pudimos escucharla todos:

Pregunta mi Comandante que por su uniforme y galones ve que tiene rango de Almirante y para hacerle los honores que se su rango merece y dado que los oficiales de ese rango de la mayoría de las escuelas navales del mundo se conocen y con vergüenza reconoce que no recuerda haberlo conocido me envía con esta pregunta mi señor —dijo:

¿De qué escuela se graduó?

Y nuestro querido Capitán de Puerto sin pensarlo dos veces respondió:

«De la Escuela Mora y Cañas»

El oficial traductor se fue con la respuesta, vimos que la transmitía a su Comandante y rápidamente regresó y de nuevo con voz suave pero audible preguntó:

¿Dónde queda esa escuela, quiere saber mi Comandante?

Aquí en El Cocal —respondió nuestro querido Capitán de Puerto.

Fin de la historia.

La medalla que llevaba en el pecho que más sensación causó fue la de la Virgen de los Ángeles.

* en esos años las Capitanías de Puerto pasaron del Ministerio de Gobernación al Ministerio de Obras Públicas y Transportes, donde todavía siguen bien situadas y desde la abolición del ejército debieron haber estado.

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