Luis Paulino Vargas Solís
Pues el caso es que no, los chavistas han preferido disimular la actitud pecaminosa del ministro y sus tragos de más, porque así lo han dispuesto sus idolatradas divinidades terrenales Chaves y Cisneros, quienes han dicho y recalcado que Zamora sigue de ministro y que no hay fuerza humana ni telúrica ni atmosférica que pueda moverlo del puesto.
En fin, ya sabemos que la mansedumbre y la ciega obediencia ante sus amantísimas deidades, son bellas cualidades que adorna la testuz de la fanaticada chavista. Y el hecho de que el ministro Zamora haya incurrido, a vista y paciencia del planeta entero, en un uso evidentemente fraudulento de recursos públicos, para referirse a una cuestión de naturaleza estrictamente personal, no cambia un ápice la opinión del chavismo. Al menos no, mientras no haya ninguna señal en contrario de sus santidades Cisneros y Chaves.
Eso sí, debemos admitir que el exceso de copas no es aquí el único pecado que hoy debamos atribuir al señor ministro. Todo indica que hubo otro pecado, una culpa muchísimo más grave dentro del escalafón de lo pecaminoso, así establecido en las tablas de la ley de las deidades Chaves y Cisneros.
Es el “pecado nefando”, o bien, y para mejor entendernos, aquello mencionado en el Levítico: “el hombre que yace con otro hombre…”. En fin, que ustedes entenderán a qué me refiero, ya que, por mi parte, y conociendo cuán pudorosos son los chavistas, yo agradecería que no se me solicite entrar en detalles.
El mozalbete de 25 años que el ministro quiso llevarse a su cuarto de hotel, asegura que hubo violación. El ministro asegura que no hay tal, pero lo dice insinuando, con toda claridad, que aquella noche no fue solo una noche de copas, que, en cambio, fue también una noche loca, y que aquella locura incluyó la ejecución del “pecado nefando”. No sabemos cuántas veces las paredes de aquel cuarto de hotel fueron testigo de tan terrible pecado (no olvidemos que, según el Levítico, ese pecado se paga con la muerte), pero todo indica, a juzgar por las insinuaciones del mismo Zamora, que sí acaeció.
Los chavistas, que han bebido de su celestial amo Chaves las enseñanzas de una homofobia enfebrecida, ¿están dispuestos a disimular tan gravísima falta cometida por el señor ministro sin cartera? Es muy difícil de creer, pero parece que sí…al menos hasta tanto las deidades Chaves y Cisneros no indiquen otra cosa.
Desde luego, yo no tengo cómo saber cuál de las dos versiones es la verdadera, pero me late que quien dice verdad es el muchacho, no el ministro.
Primero, porque múltiples indicios así lo sugieren. Segundo, y principalmente, porque para cualquier hombre admitir haber sido violado por otro hombre es motivo de un escarnio público tan implacable, que resulta altamente improbable que ninguno quiera presentar una acusación de tal magnitud si no fuera porque es muy real.
Todo indica que el ministro sin cartera deberá enfrentar dos tipos penales: violación y uso fraudulento de recursos públicos.
Bien merecido, por cierto.
Pero al chavismo ni fu ni fa. Es bien conocido que su umbral de tolerancia frente a la corrupción es infinito, siempre que sea la corrupción de este gobierno.
– Economista jubilado