Luis Paulino Vargas Solís
Que ella comunicase, ya es signo de que está asumiendo una importante dosis de poder, pero ¿realmente fue una decisión unilateral suya? ¿Chaves y Cisneros no fueron consultados?
Posiblemente sí fueron consultados, pero, independientemente de eso, todo indica que hay un proceso de transición en el chavismo: el timón podría estar cambiando de manos.
Y, por cierto, eso es algo inherente al propio sistema político de Costa Rica: como el presidente no puede reelegirse en forma sucesiva (y qué maravilla que sea así) ni tampoco las diputaciones, eso hace que, al aproximarse el fin del período, su luz se vaya apagando gradualmente, su poder real se vaya diluyendo con los días.
Creo que Chaves y Cisneros están pasando por ese proceso en este momento. Y eso ha sido especialmente claro en lo que a Cisneros se refiere: en pocas semanas pasó de ser la dictadora superpoderosa, ante cuya voz todo el mundo se inclinaba reverente y humillado, a ser una figura cada vez más secundaria y opaca.
Pero aún queda una pregunta dando vueltas: ¿Laura Fernández querrá asumir efectivamente su posición como la jefa o se resignará a ser la muñequita de ventrílocuo, por cuyo medio habla Chaves?
Recordemos que hay ciertos rasgos inherentes a la naturaleza del chavismo, que son algo así como sus marcadores genéticos. La marca de lo corrupto y desvergonzado, como queda bien testimoniado en las listas de sus candidaturas diputadiles. La marca fascista, como no se cansan de recordárnoslo con sus diatribas de odio e intolerancia. Y, también, el marcador del autoritarismo. A esa gente la palabra “democracia” les dice tanto como el ruido de la lluvia al golpear sobre el techo.
Y un proyecto político con esas características –corrupto, fascista y autoritario –necesita siempre tener un jefe gritón, patán, arbitrario, chabacano, violento, procaz.
Chaves y Cisneros han jugado de forma excelente ese papel. Su performatividad ha alimentado la furia usando el odio como combustible. Y eso les ha dado réditos.
Pero hoy su estrella, como ya dije, podría ir en declive.
Es evidente que Fernández ha tratado de asumir el relevo. Ha tratado de mostrarse gritona, colérica, insolente. A imitación de Cisneros y Chaves.
Lo cual podría ser indicio de que quiere ser “digna” heredera de ese legado putrefacto, a la vez que quiere jugar un rol propio. No la muñeca de ventrílocuo sino la capitana a cargo del navío.
Intuyo que lo está intentando. No sabemos si lo logrará, cuando, en todo caso, el solo intento puede provocar muchas rupturas, resquemores y conflictos.
– Abogado jubilado