Encrucijada del PLN: rejuvenecer o fenecer

La política en serio

William Hayden Quintero

William Hayden

Liberación Nacional es el partido más antiguo de nuestra democracia. Va a cumplir el próximo mes de octubre 74 años de existencia. Como todo lo viejo es esclerótico, achacoso, mañoso, conservador y resistente al cambio. Desde el año 1953 ha participado en 18 procesos electorales de los cuales ha ganado nueve y perdido igual número. Entre sus derrotadas más sonadas están las del año 2014, a la vez la más vergonzosa, cuando su candidato presidencial, Johnny Araya por miedo abandonó la campaña electoral en la segunda vuelta. Con Antonio Alvares perdió las elecciones del 2018 con uno de los peores resultados en cuanto a votos obtenidos. Asimismo, volvió a perder en el 2022 con José María Figueres, quien, si bien ganó la primera ronda de los comicios, perdió en la segunda contra el candidato Rodrigo Chaves, no porque este fuera la pomada canaria, sino por un voto de protesta, de castigo, al estar los electores hastiados del PLN y de Figueres y con la corrupción y las cochinadas, reales o imaginarias atribuidos a ambos. Ha disfrutado del poder, pero el poder corrompe y se le señala como un partido corrupto. Tres derrotas consecutivas es una clara señal de su desgaste y del repudio ciudadano.

En cuanto a la Asamblea Legislativa también ha venido perdiendo el caudal de diputados, si bien en número de curules domina el espectro no goza de una mayoría parlamentaria calificada, ha cedido poder y señorío, es una más de las tantas fracciones sujeta a negociaciones para lograr algunos de sus objetivos. Con el pecado adicional de que Rodrigo Arias, del clan de los Arias, tan odiado y vilipendiado por Rodrigo Chaves y sus jaguares básicos, se ha aferrado a la presidencia del Directorio por cuatro años seguidos impidiendo el cambio. Pero no es su culpa, le encanta el poder, es un hábil negociador y se ha encontrado con diputados que votan por él en un marco de oscuras negociaciones e intereses inconfesos.

En síntesis, el PLN ya no es el partido de los grandes estadistas de antaño que lo hicieron grande y victorioso como Figueres Ferrer, Chico Orlich, Daniel Oduber, Luis Alberto Monge. Sus figuras actuales están devaluadas en el imaginario del pueblo, les han perdido el respeto y Oscar Arias con razón o sin razón es odiado, no le perdonan una reelección cuestionada, Paradójicamente los grandes perdedores de las últimas tres elecciones: Johnny Araya, Antonio Álvarez, José María Figueres, en vez de haber sido expulsados, continúan como príncipes feudales, reyezuelos independientes, con una gran cuota de poder individual y colectiva cuando se juntan por intereses propios, están rodeados de grupos de seguidores, aduladores, aprovechados, y da la sensación de ser como los clanes mafiosos que promueven el despotismo, el nepotismo, el favorecimiento, los compadrazgos, los arreglos por debajo de la mesa, las traiciones, la deslealtad y la falta de compromiso partidario. Además, hay muchos caciques provinciales y alcaldes cantonales con su propio peso específico y que quieren seguir disfrutando del poder, así como dinastías de familias heredándose las diputaciones.

Para las próximas elecciones del 2026 el PLN se enfrenta a una encrucijada fatal. Si pierden las elecciones por cuarta vez corren el riesgo de desaparecer. Por esta razón el objetivo inmediato es ganar las elecciones del 2026 y el directorio político apostó todas sus fichas por un candidato no liberacionista a quien le regalaron la militancia, Álvaro Ramos, un profesional joven, con buena trayectoria, excelente y sana persona, bisoño en política e inocentón en las mañas y chanchullos de la sucia politiquería, pero comprometido con el cambio, y puede ser capaz, es difícil, de lograr la tan ansiada victoria electoral que se le escabulle al PLN desde el año 2014.

Pero cometieron un gravísimo error. Ramos no es de las cúpulas y está maniatado. Es un inocente corderito ante las fauces de poder de los lobos reyezuelos y el poder de los alcaldes. Ellos son los que mandan, dominan con sus estructuras de poder y compadrazgos las asambleas distritales, cantónales, provinciales y nacionales, al final de cuentas son los que nombran candidatos a diputados y/o se nombran ellos mismos. Álvaro Ramos perdió el pulso con Johnny Araya en la asamblea de San José. Que irrespeto. Lo está perdiendo con Roberto Thompson y su compinche Nixon Ureña que dominan la asamblea de San Ramón y tienen sus candidatos a diputados. Antonio Álvarez lo irrespeta, se burla de él públicamente, le dice que le quedó grande la camisa de candidato. Sin querer queriendo le están dando armas a los enemigos del PLN y propiciando la derrota.

Además, Ramos está solo. El directorio está acobardado ante los reyezuelos, no tiene poder, es decorativo. Esta es una crisis severa dentro del PLN y a pocos meses de las elecciones y en este panorama de desconcierto e irrespeto se le está dejando la mesa servida al chavismo, y de seguir así, vendrá la cuarta derrota. ¿Qué se debe hacer? Echar a las viejas y desgastadas cúpulas, quitarles sus poderes formales e informales. Que no estorben, que no saboteen. Darle al candidato manos libres para la renovación y presentarse ante el electorado como un PLN nuevo, tener la autoridad de escoger diputados que hagan equipo con él y que comulguen con sus políticas, ideas y programa de gobierno. Si no es así, para que seguir con el desgaste y jalando el mecate del lado de la derrota.

Economista jubilado

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