El giro diplomático de Keir Starmer sobre Palestina

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Tuve en estos días algunos intercambios en redes, sobre la posición del Reino Unido en la figura de su primer ministro Keir Starmer de laborismo, con respecto al posible reconocimiento del Estado palestino en el próximo mes de setiembre. El intercambio nació por la crítica que se le hace a Starmer tanto desde la izquierda como desde la derecha, lo que es algo inusual.

Empiezo poniendo un poco en contexto de que se trata el asunto.

Cuando Keir Starmer asumió el liderazgo del Partido Laborista británico en 2020, pocos imaginaban que, apenas cinco años después, su gobierno anunciaría una posible reconocida unilateral del Estado palestino. Lo que comenzó como una línea dura de apoyo a Israel, especialmente durante la guerra en Gaza en 2023-2024, ha derivado en un reposicionamiento diplomático audaz que plantea nuevas preguntas sobre el papel del Reino Unido en el conflicto más prolongado del siglo XX y XXI.

1. De la incondicionalidad al equilibrio diplomático

Durante los primeros años del conflicto reciente en Gaza, Starmer se alineó sin fisuras con el discurso israelí. Tras los ataques del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamás, fue uno de los líderes europeos más enérgicos en defender el “derecho de Israel a defenderse”. Rechazó repetidamente los llamados a un alto el fuego inmediato, aun frente al creciente número de víctimas civiles y a la devastación en Gaza.

Esta postura le valió duras críticas, no solo desde sectores de izquierda del Partido Laborista, sino también de comunidades musulmanas británicas y organizaciones de derechos humanos. Su silencio ante los excesos israelíes fue percibido como una traición a los principios de justicia y equilibrio que históricamente ha defendido el laborismo.

Pero en julio de 2025, ya como primer ministro, Starmer anunció que el Reino Unido reconocerá al Estado palestino en septiembre, si Israel no cumple con condiciones clave: alto el fuego, acceso humanitario, fin de la anexión de territorios en Cisjordania y avances tangibles hacia la solución de dos Estados. Es un cambio de tono radical, que apunta a un enfoque más balanceado y al respeto del derecho internacional.

2. El reconocimiento como herramienta diplomática

Lo más novedoso no es la intención de reconocer a Palestina —algo que muchos países ya han hecho—, sino el uso de ese reconocimiento como instrumento de presión diplomática. Históricamente, el Reino Unido consideraba ese acto como la culminación de un proceso de paz negociado. Starmer lo ha reposicionado como una condición previa para forzar justamente el reinicio de ese proceso.

Ya no se trata de esperar indefinidamente a que israelíes y palestinos se pongan de acuerdo, sino de crear incentivos y consecuencias. Reconocer unilateralmente a Palestina no es simplemente un acto simbólico: tiene implicaciones concretas en foros multilaterales, relaciones bilaterales y en la legitimidad de las demandas palestinas ante el derecho internacional.

Algunas frases de Starmer:

El Estado palestino no puede seguir siendo una promesa vacía”, advirtió el primer ministro británico ante la Cámara de los Comunes.

La soberanía palestina es un derecho inalienable que no puede estar sujeto a veto permanente”, declaró Starmer en conferencia de prensa.

3. Realismo político ante nuevas presiones

Este giro no es únicamente moral o diplomático, también es político. Starmer ha debido responder a la presión creciente de sectores progresistas dentro de su partido, muchos de los cuales criticaron con dureza su apoyo irrestricto a Israel. Además, importantes figuras laboristas musulmanas llegaron a desobedecer públicamente la línea oficial en 2024, exigiendo un cambio.

En el contexto internacional, el Reino Unido no quiere quedar rezagado frente a países como España, Irlanda, Noruega y Eslovenia, que ya han reconocido formalmente al Estado palestino en 2024. El reconocimiento puede también ayudar a restaurar la imagen del Reino Unido en el mundo árabe e islámico, donde su política exterior ha sido vista durante años como parcial y complaciente con la ocupación israelí.

Además, la Unión Europea y potencias del sur global han incrementado la presión para que las democracias liberales adopten posturas más firmes ante la ocupación y las violaciones a los derechos humanos en Gaza y Cisjordania.

El giro de Starmer refleja un momento bisagra para la política exterior británica. Ya no basta con la retórica de la “paz negociada” si no hay condiciones mínimas de justicia sobre la mesa. Reconocer a Palestina no es solo un acto de simbolismo político, es un intento de romper con la pasividad cómplice que ha permitido décadas de impunidad.

El Reino Unido, bajo el liderazgo laborista, parece dispuesto a asumir un rol más proactivo en la construcción de un futuro equitativo para israelíes y palestinos. Habrá que ver si la amenaza de reconocimiento unilateral surte efecto o si termina siendo el primer paso en una política exterior más justa y coherente.

No crean, el tema es importante porque denota un cambio, del que el Reino Unido es solo uno de muchos casos recientes a favor del reconocimiento del Estado palestino, algo impensable hasta hace no mucho tiempo.

Ya para finalizar, me sorprende que la izquierda le haga el juego a Israel y los sectores conservadores, dado que ambos critican a Starmer por su postura. Lo cierto que es que Starmer lo hace para presionar diplomáticamente y evitar consecuencias negativas sin progreso. ¿Qué me me hubiera gustado más un reconocimiento inmediato y unilateral? pues si, pero al final es un paso, y grande, en la dirección correcta.

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