Alquimia

Conversaciones con mis nietos

Mientras haya esperanza Sancho, habrá futuro” -Don Quijote de la Mancha

Arsenio Rodríguez

Vista desde una perspectiva fija, la vida parece ser intrínsecamente confusa. Los cambios y transformaciones continuos definen la vida. No todas las personas, tribus, países o especies experimentan necesariamente las transformaciones al mismo tiempo, ni con la misma intensidad, al igual que las tormentas no ocurren en todas partes simultáneamente y con la misma intensidad.

Pero los cambios, que ocurren en cada uno, en los habitantes de un lugar, o en un momento de historia, son parte del curso normal de la vida. Una erupción volcánica es destructiva pero fertiliza los suelos, el meteoro que golpeó la Tierra, exterminó los dinosaurios, pero hizo posible la evolución de los mamíferos que culminó en la especie humana.

Los primeros humanos, los cazadores-recolectores, no tenían lenguaje, ni tiempo para reflexionar sobre los cambios que ocurrían, vivían situaciones constantemente desafiantes. Los asentamientos humanos posibilitados por el descubrimiento de la agricultura condujeron a la civilización. La urbanidad concentró el poder, e hizo posible el control humano sobre el resto de la naturaleza y sobre otros seres humanos.

A lo largo de la historia de la humanidad, la estructura organizativa de la sociedad ha ido variando, a medida que se desarrollaban herramientas de producción, comunicación y desplazamiento. Pasando de comunas, ciudades, feudos, reinos, estados-nación, imperios, confederaciones y bloques globales, con diversos tamaños y grados de participación política de sus ciudadanos. La educación de masas, la ciencia y la tecnología, el poder, las supersticiones, las creencias, los líderes y los procesos naturales fueron dando forma a nuestra consciencia global colectiva. La civilización, al igual que un jardín, evoluciona colectivamente, pero sus componentes no están todos en el mismo estado de desarrollo. Algunos elementos están germinando, mientras que otros ya están floreciendo. No hay nada en el universo que no esté en constante movimiento y cambio, todo se da en ciclos, todo. Ese es el diseño de todas las cosas.

Los logros intelectuales e intuitivos de la ciencia han llevado, a la civilización moderna en su conjunto, hacia el reconocimiento conceptual de la humanidad como una sola especie, y a su intrínseca y unitaria relación con todas las formas de vida y naturaleza.

La velocidad de esta transformación ha sido asombrosa. Hace apenas 12 o 15 mil años, tribus aisladas de cazadores-recolectores poblaban el planeta en varios espacios diferentes. Con el desarrollo de la agricultura, la domesticación de animales y la gestión de minerales, evolucionó una nueva era. Hace apenas 600 años los dos hemisferios del mundo conectaron sus culturas y población. Un poco más tarde el uso de la energía para mover la maquinaria y el desarrollo de las ciencias naturales, llevaron a una interconexión de la especie humana a nivel cotidiano, que estableció en el planeta otra realidad, y que comenzó su máxima expresión en el siglo XX y continúa hoy intensificándose.

Durante el curso de esta mezcla y entrelazamiento de la humanidad han ocurrido y siguen ocurriendo momentos terribles; guerras, masacres, inquisiciones religiosas, esclavitud y comercialización de personas, holocaustos, uso de armas atómicas para incinerar ciudades enteras, y profundos impactos ambientales que llevaron al deterioro de la salud humana y los sistemas naturales. Sin embargo, también hubo avances en términos de la consciencia de que todos estamos en el mismo barco.

Yo sospecho que esta lucha, entre niveles de sensibilidad y el comportamiento de cada uno y del colectivo, o sea el proverbial bien y mal, es la tensión que proporciona la energía, para la evolución y el progreso, como lo son el fuego y la molienda de las especies, para la confección de un plato gourmet. El dolor es la lluvia que alimenta los florecimientos.

Vivimos momentos de civilización en los que nuestra consciencia y humanidad nos han permitido percibir que estamos íntimamente interconectados en un continuo de vida, donde nuestra mente nos ha permitido comprender y utilizar plenamente los recursos energéticos y materiales, al mismo tiempo percatarnos de las consecuencias de perturbar el equilibrio existente. Necesitamos, un cambio de consciencia que nos haga darnos cuenta plenamente de que lo que afecta a uno eventualmente nos afectará a todos.

Estamos más allá de los tiempos, donde los efectos de comportamientos narcisistas de los líderes traían consecuencias, solo dentro de los límites de su tribu, país o reinado. Es decir, la locura de Calígula afectaba solo a Roma, pero hoy, personas como Trump y Putin impactan al mundo entero.

La ciencia ha confirmado las enseñanzas místicas de todas las tradiciones espirituales, de que todos estamos entrelazados y hemos adelantado en esta consciencia con: la abolición de la esclavitud, el reconocimiento de los derechos de la mujer, la expansión del acceso de la educación y la salud, la creación de sociedades más democráticas, y la adopción de consideraciones ambientales en las acciones de desarrollo. Pero todo ha ido dándose paso a paso, y siempre ha habido oposición a estos progresos de igualdad. Porque estos cambios hacia la integración humana desafían las tradiciones culturales, que con base en una estrechez de consciencia, cifran el valor de la humanidad, a una nacionalidad, raza, género, o creencia religiosa en particular. Y con miedo al cambio de la integración, crean una resistencia, y un llamado para volver al pasado.

Hoy la lucha personal y colectiva entre nuestros impulsos egoístas y altruistas, que nos lleva a extremos tales como Elon Musk y la Madre Teresa, y a sistemas tecno-económicos corporativos que se centran en las ganancias de sus productos sin importarle la solidaridad humana, reflejan una profunda transformación global civilizacional. Los conceptos de sálvese quien pueda y el de todos somos una familia están chocando a escala global.

Un ejemplo de esta lucha se ve claramente en los Estados Unidos. País que en los últimos 100 años fue lidero polos negativos y positivos en esta contienda; codicia y opulencia vs caridad y desarrollo científico, consumismo vs medio ambiente, racismo vs inclusión y diversidad. Es decir, sus políticas globales eran una manifestación de las cosas buenas y malas que siempre ha exhibido la humanidad. Pero hoy, Estados Unidos está centrando sus políticas oficiales al egoísmo, prejuicio e ignorancia, y excluyendo los avances en la ciencia, la compasión, la conservación de la naturaleza y la diversidad y equidad humana. En Europa y en otros lugares, estas políticas también están creciendo, aprovechándose del miedo de la gente al cambio. Pero en ningún otro país se ha proyectado tanto como en el régimen de Trump.

La civilización humana ha adelantado en su integración y consciencia. Hemos progresado. Desde los orígenes del homo sapiens hace unos dos millones de años, y a partir del nacimiento la civilización con el surgir de la agricultura, la sociedad, el lenguaje escrito, hasta los recientes descubrimientos científicos nos han llevado en los últimos doscientos años a una civilización global. Y todo este proceso a través de luchas constantes, guerras y diferentes puntos de vista.

Pero la culminación de la nueva transformación de la civilización en una humanidad global e integrada requiere un cambio de consciencia, donde el modelo imperante, egoísta, tribal y nacionalista, sea reemplazado por una visión planetaria. Donde las personas tomen consciencia de su interconexión existencial con los demás. Donde los principios de unidad, expresados a nivel declarativo por las tradiciones espirituales del mundo, sean verdaderamente adoptados en el comportamiento diario de individuos y sociedad, en armonía con los hallazgos de la ciencia, sobre el continuo del universo y la vida.

Estos son tiempos de una gran transformación. El universo y la vida son cosas maravillosas, pero tenemos que adentrarnos en sus desafíos y enigmas, para revelar su belleza. Y saber que no importa lo oscuro que esté, el sol siempre volverá a salir, fuera y dentro de nosotros.

… Las posibilidades reales de una nueva humanidad están ocultas para aquellos que sólo miran la superficie de la situación mundial. La característica redentora de la naturaleza humana es que, incluso en medio de fuerzas perturbadoras, existe invariablemente alguna forma de amor.” Meher Baba.

Ojalá siempre busquemos y encontremos ese amor.

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