Carlos Revilla Maroto
Los primeros quiebres ocurrieron pronto, ya en 1958, Jorge Rossi —una figura clave en la Revolución del 48— rompió con el partido para fundar el Partido Independiente. Su candidatura fue decisiva para dividir el voto liberacionista, lo que permitió la victoria de Mario Echandi sobre el candidato del PLN, Francisco J. Orlich. Fue la primera gran señal de que el partido, aún joven, no era inmune a las pugnas internas.
La década siguiente trajo consigo nuevas divisiones. En 1962, Enrique Obregón se apartó para crear el efímero Partido Acción Democrática Popular (PADP). Luego, en 1966, Frank Marshall, héroe del 48 y cercano al ala más crítica del partido, fundó la Unión Cívica Revolucionaria, agrupación declarada anticomunista.
En 1970, Marcial Aguiluz impulsó el Partido Acción Socialista (PASO), que si bien no alcanzó relevancia electoral, expresó una corriente inconforme con el giro hacia el centro del PLN. Pero el quiebre más significativo de esa época ocurrió en 1973, cuando Rodrigo Carazo, entonces expresidente del Congreso y figura destacada del PLN, rompió con el partido y fundó Renovación Democrática, que participó en las elecciones de 1974. Cuatro años más tarde, Carazo alcanzaría la presidencia de la República al frente de una coalición opositora, la Unidad, confirmando que las disidencias del PLN podían llegar muy lejos.
Hago un paréntesis aquí, para brevemente mencionar que la disidencia de Carazo y su posterior salida, obedece a la convención interna de 1969, donde el partido eligió como su candidato presidencial a José Figueres, y donde Carazo fue su contrincante obtenido el 33% de los votos. Carazo exigió entonces una cuota del 33%, que Figueres no le quiso dar.
El cambio de siglo trajo consigo la ruptura más trascendental en términos programáticos. En 2000, Ottón Solís, exministro y economista del PLN, renunció a la agrupación junto a otros liberacionistas históricos para fundar el Partido Acción Ciudadana (PAC). La nueva fuerza canalizó el descontento ciudadano frente a la corrupción, la desigualdad y el avance de las políticas neoliberales. Aunque el PAC tardó en llegar al poder, la salida de Ottón marcó el inicio del declive estructural del PLN como partido hegemónico.
Ese mismo año, Walter Coto, otra figura liberacionista, impulsó la Coalición Cambio 2000, sin mayor trascendencia, pero como parte del mismo fenómeno de fragmentación. En los años siguientes, otros nombres como José Miguel Corrales, Antonio Álvarez Desanti y Rolando Araya también abandonaron el PLN en distintos momentos, fundando agrupaciones como Unión Patriótica, Unión para el Centro o participando en proyectos personales. Algunos de ellos regresarían eventualmente al partido; otros volverían a salir. La puerta giratoria se convirtió en dinámica recurrente.
El golpe simbólico más fuerte lo recibiría el PLN en 2014, cuando Luis Guillermo Solís, exmilitante liberacionista, llegó a la presidencia bajo la bandera del PAC. Por primera vez, un ex secretario general del PLN gobernaba el país con otro partido, y lo hacía al frente de una agrupación nacida de la crítica a la propia Liberación. Fue una derrota no solo electoral, sino identitaria.
Año | Nombre | Nuevo Partido / Movimiento | Observaciones |
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1958 | Jorge Rossi | Partido Independiente | Dividió el voto liberacionista; facilitó el triunfo de Echandi. |
1962 | Enrique Obregón | Partido Acción Democrática Popular (PADP) | Escisión menor, sin impacto electoral significativo. |
1966 | Frank Marshall | Unión Cívica Revolucionaria | Jóvenes críticos del rumbo del PLN. |
1970 | Marcial Aguiluz | Partido Acción Socialista (PASO) | Cisma ideológico por la izquierda. |
1973 | Rodrigo Carazo | Renovación Democrática | Llegó a la presidencia en 1978 con coalición opositora. |
2000 | Ottón Solís | Partido Acción Ciudadana (PAC) | Cisma más trascendental del siglo XXI; el PAC llegó al poder. |
2000 | Walter Coto | Coalición Cambio 2000 | Disidencia paralela a la de Ottón, con menor alcance. |
2005 | José Miguel Corrales | Unión Patriótica y otras | Disidencia reiterada y crítica frontal al PLN. |
2005 | Luis Guillermo Solís | Partido Acción Ciudadana (PAC) | llegó a la presidencia el el 2014. |
2006 | Antonio Álvarez Desanti | Unión para el Centro | Se fue y regresó al PLN. |
2010 | Rolando Araya | Varios intentos alternativos | Se fue, volvió y se volvió a ir. |
Nota: Las fechas son aproximadas.
También han habido algunos intentos de ruptura interna como el de 1986 con la candidatura de Oscar Arias y su recordado “sin padrinos y sin muletas”, donde casi se da una ruptura con la dirigencia tradicional que apoyaba a Carlos Manuel Castillo, y también inicialmente una llamada “fórmula mágica” de Figueres y Oduber como candidatos a presidente y vicepresidente respectivamente, pero que ocupaba una reforma constitucional, que nunca se dio. Pero al final de cuentas, la sangre no llegó al río. Igualmente el figuerismo, en varios momentos amenazó con hacer casa aparte, incluso se habló de fundar un partido llamado “Figuerismo auténtico”, pero eso nunca se concretó, y una que otra intentona más, pero sin mayor trascendencia.
A pesar de todo esto —rupturas, cismas, escándalos, fugas de cuadros, y la erosión de su marca— el PLN ha sobrevivido. Ha perdido elecciones, ha enfrentado el descrédito de amplios sectores de la población, ha sido blanco de profundas críticas internas y externas, pero sigue ahí. Volvió al poder en 2006 con Óscar Arias, fue competitivo en elecciones posteriores, conserva una estructura organizativa robusta, y aún tiene presencia territorial en todo el país. En un panorama de fragmentación partidaria e inestabilidad electoral, el PLN sigue siendo, para bien o para mal, un punto de referencia.
¿Qué explica esta resistencia? Parte de la respuesta está en su capacidad de adaptación, en su amplitud ideológica y en su historia fundacional ligada al nacimiento de la Segunda República. El PLN ha funcionado más como un movimiento amplio que como un partido ideológicamente rígido, esa ha sido su ancla de supervivencia. Otra explicación es que las crisis siempre crean nuevas oportunidades. También, el PLN sobrevive por su obra de transformación social e instituciones que son un símbolo nacional, en áreas sensibles y claves para el desarrollo nacional.
A casi 75 años de su creación, Liberación Nacional ha demostrado que puede reinventarse una y otra vez. Puede fracturarse, sangrar, perder referentes, incluso la presidencia, pero no desaparecer. Sigue siendo un actor político relevante y, mientras no surja una fuerza verdaderamente nacional que lo reemplace, probablemente lo seguirá siendo.
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