Cuando se enfrió la guerra fría

Conversaciones con mis nietos

Arsenio Rodríguez

Parece que en la vida, al igual que en una obra de teatro, el desempeño del papel de lo que cada uno cree que es, solo puede llevarse a cabo mediante un aislamiento del resto de la actuación y del contexto de la obra. Pero a veces de momento, la intensidad del resto de la obra aumenta a tal punto, que ya uno no puede ignorarla, y ésta termina interfiriendo en el aislamiento de nuestro rol cotidiano. ¡Y cómo cambia la escena!

Eran tiempos de la guerra fría, entre la otrora Unión Soviética y los Estados Unidos. Época del miedo al comunismo, y la teoría geopolítica del dominó. Yo tenía 18 años vivía en San Juan, Puerto Rico, y estaba enamorado de una hermosa joven. Lleno de planes y visiones, entusiasmado con mis estudios de biología y química, con mi novia, y con la vida en general. Tomaba cursos de ruso y francés, como electivas que me ayudarían con mi futura vida como investigador científico. Para practicar el ruso me había suscrito a Sputnik, la contraparte soviética del Readers Digest de los Estados Unidos. El Sputnik llegaba por correo, envuelto en una bolsa de papel sin ninguna indicación de lo que contenía, pero tenía una línea debajo de la dirección del envío en alfabeto cirílico. El cartero sospechaba algo y preguntaba a los vecinos, ¿quién vive aquí? Tal vez pensaba que era un espía soviético….

A fines del año de 1962, se calentó la guerra fría con el bloqueo de Cuba. Yo estaba escuchando las noticias en la radio, mientras caminaba hacia la Universidad ese día. Los locutores de radio, histéricos, describían aviones de combate rusos y estadounidenses volando amenazantemente cerca, mientras los barcos rusos se acercaban a romper el bloqueo de Cuba. O sea que el mundo estaba llegando a su fin. ¡Iba a haber una guerra nuclear! A los niños se les decía que se refugiaran debajo de sus pupitres en la escuela. Dios mío, y yo que tenía una cita romántica con mi novia esa noche. Decidí faltar a mi clase y corrí a la facultad donde estaba ella y le dije: tenemos que irnos de aquí, el mundo se va a acabar y no vamos a poder hacernos el amor! No me hizo caso.

La guerra se volvió a poner fría y unos 27 años mas tarde, con la caída del muro de Berlín, terminó por congelarse. Eran los años de Gorbachov y la caída de la llamada cortina de hierro. Se iniciaba otra película en la historia.

Y yo entonces con 45 años desempeñaba otro papel, casado con hijos, viviendo en México trabajando para las Naciones Unidas. En vez de investigación científica promovía programas de medio ambiente, el francés y el ruso los usé limitadamente, el primero muy poco para moverme en la vida en Ginebra, donde viví unos tres años, y el segundo para leer un poco en ruso. Pero nunca llegué a hacerlos, canales fluidos de lenguaje en mi mente.

Y a la guerra fría de mis años de juventud, siguieron y siguen otras guerras más calientes, siempre lejos gracias a Dios, y siempre traídas a la vida diaria por titulares y reportajes periodísticos y televisivos, muchas veces con un gusto intenso de compartir tragedias por los medios. Me recordaba los minutos de odio del 1984 de Orwell, así se ven desde lejos todos estos combates entre gentes, bombardeos, muertos, heridos, ciudades destrozadas, niños heridos, políticos amenazantes y bravucones, parapetados en sus palacetes y casas presidenciales. Siempre lo mismo, en la historia de mi propio paso por aquí. Y también, cuando revisaba los libros de historia, parece que fue lo mismo antes de mi salida a escena, pero no compartido continua e inmediatamente, en todos los puntos del planeta.

El gasto militar mundial aumentó en 2024, un 37% entre 2015 y 2024. La carga militar mundial, es decir, la proporción del producto interno bruto (PIB) mundial dedicada al gasto militar, aumentó al 2,5% en 2024. El gasto militar mundial por persona fue el más alto desde 1990, con 334 dólares.

En fin esta cosa de matarnos entre sí, de pelearse entre comunismo y consumismo, de querer tener mas y mas aunque se fastidien los demás, parece ser parte de la obra humana. Y todo el mundo tiene una explicación de porque, y algunos hasta se matan por defender su explicación.

Están los Trumps y los Hitlers. Y también aquellos, que aún no tan famosos, desde sus puestos de liderazgo político, o desde sus casas, barrios y vidas, suscriben programas de odio, y simpatizan con la supresión de los “otros”. Sí, de esos otros que interfieren con nuestros puntos de vista, nuestro consumismo o comunismo o nuestras ideologías. Los de la izquierda o de la derecha, los de otras creencias. Los que interfieren con nuestros egoísmos.

Pero como en toda obra teatral o película, siempre hay momentos de grandeza, de amor, de espiritualidad, aun en medio de las constantes guerras frías y calientes, públicas o personales. Siempre hay momentos de amor. Y quien sabe, a lo mejor ese sea el propósito y tema de la obra de la vida.

Por cierto, finalmente el ruso siempre me sirvió para algo. En 1997, cuando aun trabajaba para Naciones Unidas, me pidieron que fuese a recibir en el aeropuerto en Brasil, a Mikael Gorbachov. Este venía a participar en un evento llamado Rio más 5, conmemorando cinco años después de la cumbre de la tierra.

Estaba muy emocionado por este pedido, siempre había pensado que este señor había sido instrumental, en enfriar la guerra fría que afectó mi cita romántica a los 18 años.. Y practiqué un poco mi olvidado ruso, nunca bien aprendido, y cuando Gorbachov entró en el saloncito de protocolo del aeropuerto, lo recibí y le dije valientemente en un ruso muy mal pronunciado, Señor Gorbachov es un privilegio para mi conocerlo, el me miró con cara risueña y mirando a su esposa Raíza, quien lo acompañaba, me contestó en ruso (que tuvo que ser aclarado por su intérprete porque yo no entendí) ay si mis compatriotas pensaran como usted. Y nos reímos los tres…

Si, la vida es una obra teatral, un flujo evolutivo de un océano de consciencia, donde cada uno de nosotros actúa un papel como gota hasta desembocar en ese Océano de consciencia. Como en toda gran obra, los contrastes entre personajes, los momentos de guerra fría y caliente y los de grandeza amor y paz, forjan el tema de la obra, y su enseñanza del amor.

Deja que tu amor fluya incesantemente, como un arroyo que baja de la montaña hacia el océano. Habrá obstrucciones de placeres y dolores. Déjalos pasar como fases pasajeras. Habrá flores y espinas en el flujo del agua y en las orillas. No te apegues, no te afectes. Sigue, sigue hasta que el arroyo se convierta en un río. Las dudas te asaltarán, la autoindulgencia te atraerá, pero con amor en tu corazón sigue fluyendo hacia el océano del amor. No te preocupes, no temas”. Meher Baba.

Revise también

Roberto Samcam

La vida tiene curiosas maneras de entretejer destinos

Lina Barrantes Castegnaro In memorian Roberto Samcam En la masacre de abril 2018, en Nicaragua, …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *