La seriedad de la política en broma y con fisga
William Hayden Quintero
No entiendo porque Johnny sigue teniendo tanto poder en el PLN después de renunciar a la candidatura presidencial en las elecciones del 2014 cuando en la primera ronda obtuvo 610.634 votos y Luis Guillermo Solís del PAC 620.866, una diferencia en su contra de 70.010 votos, apenas del 1,68%. Podía ganar en el repechaje de abril, pero se retiró, asustado por las encuestas que no lo favorecían para la segunda ronda, se quedó sin financiamiento y mal asesorado por sus dirigentes de campaña (en especial Toño Álvarez) entró en pánico y se retiró, dejando todo votado y la mesa servida a Solís. Según se dijo no quiso exponer al PLN a un rotundo fracaso, pero en realidad se lo causó junto con una vergüenza nacional de la que no se recupera. Por eso cuando paso por el Balcón Verde me digo como Virgilio el poeta romano de la Eneida: “Ubi Troia fuit”, aquí fue Troya, y el PLN sigue ardiendo desde la campaña presidencial del 2014.
Pero, además, en el PLN la dirigencia, los gamonales distritales, cantonales y provinciales están en plena lucha por la escogencia de los 57 candidatos a diputados. Son 57 campañitas individuales de “yo soy yo y voy yo” y bajo la premisa de que “el fin justifica los medios” frase atribuida a Maquiavelo pero que data de los tiempos romanos pues ya Cicerón decía que era “una impía y criminal máxima” y sin lugar a duda, inmoral. El partido en estos momentos es un desmadre. Ya con Álvaro Ramos seguro como candidató presidencial, la pelea interna es por las diputaciones. A Ramos solo se le permite nombrar el primer lugar por San José (dicen que ya escogió a Álvaro Ramírez su jefe de campaña y ficha de Figueres) y no tiene vela en la escogencia de los 56 diputados restantes, es un cero a la izquierda, cuando en realidad, como lo sugerí hace casi un mes en esta columna, debe tener, sino el derecho a escoger, por lo menos el derecho de veto, ya que un mal candidato que se filtre en la lista de diputados puede dar al traste con su victoria electoral.
La escogencia de los diputados es muy seria, repito lo que dije el 30 de mayo. Se debe desterrar el nepotismo (familias llenas de diputados y que se heredan), las fichas y amigotes de las cúpulas, exalcaldes cuestionados, miembros del directorio, caciques pueblerinos con pasados oscuros, líderes mañosos, sobalevas y brochas, pegas banderas. Pero parece que la escogencia de los diputados en el PLN seguirá con los mismos patrones del pasado. El Nepotismo puede seguir a sus anchas en las siete provincias con los clanes familiares, se oyen exalcaldes cuestionados y otros bichos raros que perjudicarán la elección de Álvaro Ramos, sin poder este decir ni pio. Debe tener el derecho de veto, usar una criba y expulsar los granos podridos.
Las elecciones del 2026 pueden dar un giro inesperado en donde el candidato presidencial sea lo menos importante y en sustitución esté la escogencia de los diputados sobre todo con la amenaza del chavismo de pretender cuarenta diputados con sus tres partidos inscritos y lograr a través de la Asamblea Legislativa, por la vía democrática, destruir nuestra democracia. Vaya paradoja. Por esto debemos llevar al Congreso personas decentes, inmaculadas, con sentido patriótico, profesionales en derecho, expertos constitucionales, estadistas, que impidan desde la oposición las pretensiones chavistas.
Para no ser tan pesimistas, esas pretensiones están a mi modo de ver en la cola de un venado espantado. Me explico con un ejemplo sencillo. El Padrón electoral para el 2026 es de 3.699.658 electores. Si mantenemos la misma proporción de votos válidos para diputados en las elecciones del 2022 que fue del 58,60%, los votos válidos para el 2026 sería de 2.168.000, dividida esta cifra entre 57 da un promedio por diputado de 38.035. Para obtener 40 diputados se necesitarían 1.521.400 votos correspondiente al 70,18% de los votos válidos para diputados. Misión imposible. Pilar Cisneros y Rodrigo Chaves están asustando con la vaina vacía. Pero hagámosle caso y démosles con una buena escogencia de candidatos a diputados en los principales seis partidos que puntean alto en las elecciones, una tremenda paliza para erradicar con bisturí hasta lo más profundo de sus entrañas este cáncer chavista que apareció de pronto y evitar que haga metástasis en nuestra enferma democracia.
– Economista jubilado