Trump: tan delicuita que nos resultó

Luis Paulino Vargas Solís

LPV

Estos días la prensa costarricense ha difundido los asuntos, “irritantes” a juicio del gobierno de Trump, que justifican la imposición de un arancel “recíproco” del 10% sobre lo que Costa Rica exporta a Estados Unidos.

Ninguna de las tales “irritaciones” tienen efectos relevantes para Estados Unidos. El objetivo es fundamentalmente político: imponer disciplinas que garanticen los intereses de las grandes corporaciones estadounidenses, a las cuales los países pequeños como el nuestro deben someterse sin chistar.

Enumero los seis factores de “irritación” y agrego un comentario en cada caso:

1) Impuesto selectivo de consumo a bebidas alcohólicas. La molestia tendría sentido si fuera un impuesto discriminatorio, que solo aplica a las importaciones provenientes de Estados Unidos. Obviamente no es así. Se adivina que el interés es no permitir que protejamos nuestra agroindustria vinculada con este tipo de bebidas.

2) Licitaciones públicas. De lo que se trata es de impedir que nuestro gobierno priorice a nuestras empresas públicas, lo cual plantea una preocupación y una pregunta.

a. La preocupación: esto tiene implicaciones más amplias, porque, de hecho, lo que el gobierno de Trump nos está diciendo es que no podremos utilizar las compras públicas como herramienta para apoyar el crecimiento y modernización de las empresas costarricenses, sean estas públicas o privadas.

b. La pregunta: ¿en serio nos van a decir que el gobierno de Estados Unidos no prioriza en sus compras a las empresas estadounidenses? Por ejemplo: ¿se imaginan ustedes que el Air Force One que utiliza el presidente estadounidense fuese un Airbus y no un Boeing? Imposible.

3) Barreras sanitarias y fitosanitarias: se habla de atrasos “ocasionales” para emitir el permiso respectivo. Dejémonos de eufemismos: el interés de fondo es desmantelar los últimos fragilísimos parapetos que malamente protegen la agricultura nacional de producción de alimentos.

4) Apertura del mercado de papas: mismo comentario que en el caso anterior.

5) “Trabas” a productos de origen animal, tales como lácteos, mariscos y huevos: mismo comentario que en los dos puntos anteriores.

Comentario general a los puntos 3), 4) y 5):

Esto implica entregar el mercado interno a las importaciones de alimentos provenientes del súper-mega subsidiado sector agropecuario de Estados Unidos, y forzarnos, en consecuencia, a renunciar a cualquier política de soberanía y seguridad alimentaria. Dos preguntas: ¿será que, en reciprocidad, Trump procederá a desmantelar ese generosísimo aparato de subsidios? ¿Será que el gobierno de Costa Rica así se lo va a demandar? Respuesta a ambas preguntas: obviamente no.

6) Propiedad intelectual presuntamente relacionado con el uso de software sin licencia. Aquí, de nuevo, hay un subtexto que es imposible ignorar: el verdadero interés es reforzar los monopolios que permiten a las grandes corporaciones el control sobre la tecnología y el conocimiento. Sobre eso se viene debatiendo desde hace décadas. A estas alturas es inútil que nadie pretenda hacerse el ingenuo.

¿Qué podemos esperar? Pues solamente una cosa: una actitud de absoluto servilismo por parte del gobierno costarricense. No negocian, obedecen.

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