Javier Tolcachier

Con estas certeras y sentidas palabras despidió el chileno Tomás Hirsch, diputado de Acción Humanista la partida a la eternidad del ex presidente uruguayo.
Integrante del movimiento guerrillero Tupamaros en los años 60’, secuestrado por la dictadura uruguaya entre 1972 y 1985, luego ministro, Presidente y dos veces senador luego de la presidencia, el legendario dirigente del Movimiento de Participación Popular (MPP) – sector mayoritario del hoy nuevamente gobernante Frente Amplio, el «Pepe» orientó su vida entera al servicio de su pueblo.
Coherente con su enfoque crítico sobre el afán capitalista de acumular posesiones materiales que no contribuyen a la felicidad humana, Mujica llevó hasta el final un estilo de vida austero, donando el 90% de su salario a instituciones de acción social a beneficio de sectores empobrecidos y pequeños empresarios.
Entre sus principales logros políticos durante su período presidencial, destacó el Plan Socio-Habitacional “Juntos”, cuyo objetivo fue brindar a familias carenciadas un hogar donde vivir. En la construcción de las viviendas no solo participaron profesionales, sino también los propios interesados, con sus vecinos y con voluntarios.
En junio de 2012, en una decisión pionera, el gobierno de Mujica propuso legalizar y regular la venta de marihuana. Otro proyecto importante fue la promoción de la Universidad Tecnológica del Uruguay, de carácter público y autónomo que imparte enseñanza en seis departamentos del país, posibilitando a estudiantes del interior el acceso a formación terciaria.
Asimismo, Mujica logró promulgar, luego de una enconada resistencia conservadora, la Ley de Matrimonio Igualitario en Mayo de 2013. También bajo su mandato presidencial fue despenalizado el aborto en 2012 mediante la Ley N° 18.987, que regula la interrupción voluntaria del embarazo (IVE).
Un firme opositor a la guerra, en su intervención en las Naciones Unidas en Septiembre de 2013, expresó que la primera tarea de la humanidad es “salvar la vida”.
En ese mensaje poético pleno de significados, señaló:
“Cargo con los millones de compatriotas pobres de América latina, patria común que se está haciendo. Cargo con las culturas originales aplastadas, con restos del colonialismo en Malvinas, con bloqueos inútiles a ese caimán bajo el sol del Caribe que se llama Cuba. Cargo con las consecuencias de la vigilancia electrónica que nos envenena con la desconfianza. Cargo con una gigantesca deuda social, con el deber de luchar por el Amazonas, por una patria para todos y para que Colombia pueda encontrar el camino de la paz. Cargo con el deber de cargar con la tolerancia. La tolerancia se precisa para con los que son distintos y no para lo que estamos de acuerdo. La tolerancia es el fundamento para poder convivir en paz”. Mujica caracterizó entonces a la economía sucia, al narcotráfico y la corrupción como “plagas contemporáneas”.
“Hemos sacrificado a los viejos dioses inmateriales y ocupamos el templo con el Dios mercado. El nos organiza la economía, la política, la vida y hasta nos financia en cuotas la apariencia de felicidad. Parece que nacimos solo para consumir y consumir, y cuando no podemos, cargamos con la frustración y la pobreza”, dijo el mandatario.
Sus críticas al consumismo se extendieron y recordó que si la humanidad aspira a consumir como un americano promedio, se necesitan tres planetas para vivir. Debería castigarse “el despilfarro y la especulación”, afirmó.
“Ni los Estados grandes, ni las transnacionales y menos el sistema financiero deberían gobernar al mundo”. Para el presidente uruguayo es la alta política entrelazada con la ciencia “que no apetece el lucro”, la que debe dar los lineamientos.
Más allá de la crítica, el presidente terminó aquella alocución señera con un mensaje esperanzador para la humanidad por su capacidad de transformar desiertos y crear vegetales que viven en agua salada, su posibilidad de arrancar de cuajo la indigencia del planeta y aceptar que la vida es un milagro que debe cuidarse.
Un activo promotor de la integración regional soberana, formó parte del eje político latinoamericanista, junto a Cristina Kirchner, Lula da Silva y Hugo Chávez, entre otros.
En el marco de las Jornadas Latinoamericanas y Caribeñas de Integración de los Pueblos, que se desarrollaron en Foz de Iguazú en Febrero de 2024, en las que participó con sus 88 años a cuestas, el veterano activista dijo que “No hay integración sin pueblo que la sostenga”, marcando un rumbo nítido para los esfuerzos por construir una casa común en América Latina y el Caribe.
En su intervención en el acto final de las Jornadas, Mujica detalló interesantes ejemplos de docencia con relación a la necesidad y utilidad de la integración para la mejoría de la deplorable situación del conjunto que solemos llamar “pueblo”, aunque muchos de sus integrantes, acaso influidos por falsas promesas individualistas, no siempre se vean a sí mismos como tales.
Mujica llamó a transitar una primera etapa con cuestiones posibles, que difícilmente puedan ser reprobadas y que podrían facilitar la comprensión en la base social de las ventajas y el requisito de supervivencia que implica la integración continental.
«La integración no es un fin en sí mismo y no prospera sino mejora la vida de los pueblos. Por lo demás, para no constituir un significante vacío, un eslogan inútil, debe configurarse con imágenes precisas, adquirir color, forma, plasticidad, suscitar pasión…»
Difícilmente pueda hacerse una caracterización completa de su persona, a veces afable y otras ácido en su franqueza, profundo y a la vez afecto a los decires populares, José Alberto «Pepe» Mujica Cordano pasa a la historia como un humanista íntegro.
Como él mismo lo manifestó en una reciente visita del presidente Boric a su chacra de Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo: “Somos diferentes, pero todos sabemos que hay demasiada gente que no tiene ninguna oportunidad en la vida. Por eso nos decimos que somos de izquierda, claro, pero no somos ni de izquierda ni de derecha. Somos Humanistas. Pensamos en lo que le conviene al futuro de la Humanidad y nos vamos a morir soñando con eso.”
Montevideo, Uruguay
Pressenza