Anecdotario Nacional

Anecdotario Nacional

SALOMÓN VALENCIANO no sólo fue un sacerdote que supo honrar la sotana, sino que fue también un patriota de verdad que, cuando la república se lo pidió, empuñó su fusil y se fue a enrojar en las filas de la revolución que dio al traste con el gobierno de los hermanos Tinoco.

Desempeñó con todo acierto y brillantez el Curato de la Iglesia de San Joaquín de Flores. En ese pueblo su nombre es pronunciado por todos con cariño y respeto también sirvió los cargos oficiales de Comandante del presidio de San Lucas y Capellán del Ejército.

Cuando la Revolución del Sapoá triunfo, el Congreso Constitucional (hoy Asamblea Legislativa), aprobó una ley que fue bautizada con el nombre de “Ley de Recompensas”, que autorizaba al Poder Ejecutivo para ofrecerle a cada soldado revolucionario una suma de dinero. Esta Ley fue vetada por el señor Presidente de la República don Julio Acosta García, ex-Jefe de dicha Revolución del Sapoá.

Cuentan sus amigos íntimos, que al preguntársele al Presbítero Valenciano con qué suma de dinero se le podía recompensar, este hombre, todo carácter y dignidad, contestó:

“¡A mí la Patria no me debe nada en efectivo!”.

Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.

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